Playlist (Cap. 16)
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Playlist (Cap. 16)
Habían pasado varias horas desde que las clases del segundo día en la Facultad habían terminado, sin embargo los alumnos que formaban parte del taller de teatro tuvieron que interrumpir sus actividades vespertinas tras la llegada de un mensaje de texto a sus respectivos teléfonos celulares. Aquel mensaje llegó a las 3:35 de la tarde y, según el pensamiento que todos tuvieron, los amenazaba de la siguiente manera: “Los veo aquí a las 4, el que llegue tarde ya está fuera”. Saúl Salzio y Luisana Silva supieron al instante quién se los había enviado.
El último alumno que entró al Teatro Hamlet llegó a las 4:10 de la tarde y después de él apareció la nueva directora de taller. Alicia del Roble caminaba con toda tranquilidad y se había encargado de poner el candado a las puertas eléctricas del teatro luego de entrar a él. Los miembros del taller que la esperaban dentro, que eran solo doce de los veinticinco originales, la miraron cuidadosamente y les pareció que se trataba de alguna compañera nueva. A simple vista, Alicia mostraba una fragilidad y ternura femenina dignas de cualquier niña pequeña pero adornados con la hermosa figura y el estilo de una mujer. Saúl y Luisana fueron los únicos que no cayeron en la trampa mientras que Sebastián se interesaba más en el sofisticado y moderno estilo que Alicia tenía para vestirse, le parecía que acababa de visitar las tiendas de ropa más caras que él conocía. Los demás, sobretodo los hombres, se concentraban en su gracia al moverse y la femineidad que alzaba en ella con tanta facilidad, lo cual la hacía parecer la más dulce de las mujeres. Pero después de ese día, ninguno de ellos volvería a confiar en la apariencia de ninguna mujer, por más inocente que esta fuera.
Track #16: Valiente
Alicia: ¿Nomás son ustedes?
Luisana: Creo que los demás se quedaron afuera...
Alicia: Pues yo les avisé que si llegaban tarde, estaban fuera. Nimodo, es lo malo de lidiar con gente irresponsable. Espero que ustedes siempre sean puntuales.
Los muchachos movieron sus cabezas afirmativamente.
Sebastián: Oye...
Alicia: Oiga.
Sebastián: ¿Eh? o.o
Alicia: Que se dice “oiga”
Sebastián: o.o?
Alicia: Ay, olvídalo. ¿Qué quieres?
Sebastián: Ah sí, ¿quién eres?
Alicia miró a todos los demás miembros del taller y alzó la voz.
Alicia: Soy Alicia del Roble y me voy a hacer cargo del taller hasta que regrese el Maestro Fernando... si es que regresa.
Sebastián: ¿Qué le pasó al profe? D:
Alicia: Preguntas tontas a tus compañeros, aquí venimos a ensayar.
Saúl: Pero no podemos ensayar, somos muy poquitos y además no tenemos nada que ensa...
Alicia: ¡Ya me lo esperaba! El presumido imponiendo sus ideas.
Saúl: No estoy imponiendo nada...
Alicia: Y sigues contestando como si fuéramos iguales u.u’
Saúl: ¡Es que somos igua...!
Alicia: No, niño. Lo único que tenemos en común tú y yo es que estudiamos aquí y que ambos protagonizamos “El retrato de Dorian Grey”, aparte de eso nada. Tú no hiciste una maestría en Arte, Literatura y Lengua en la Universidad de Sheffield (que está en Inglaterra si te lo preguntas), ni tampoco eres Licenciado en Letras Hispánicas como yo.
Saúl sintió como cuando era humillado por la Maestra Eva Cárdenas y entonces decidió quedarse callado y simplemente escuchar, a veces esa era la única manera de enfrentar las palabras designadas por aquellos que no sabían lo que decían.
Alicia: Lo que quiero que entiendas... que entiendan, es que esto no es una democracia.
Saúl pensó que en efecto no era así, lo que estaban por vivir iba a ser más o menos como la Santa Inquisición en la Nueva España...
Sebastián: ¿Qué es una demo...?
Samuel cubrió la boca de Sebastián con su mano antes de que terminara la pregunta y Alicia siguió hablando.
Alicia: Ok, entonces ustedes van a hacer lo que yo les diga. Yo sé lo que hago, yo soy la estrella aquí, no ustedes... así que quítense esa idea de la cabeza.
Con ese último comentario había mirado fijamente a Saúl y éste sólo siguió manteniendo su boca cerrada. Alicia se acercó a una bolsa que había dejado en uno de los asientos de la primera fila y sacó unas hojas de una carpeta.
Alicia: Bueno, díganme sus nombres para ir tachando a los que no están.
Todos sintieron una leve punzada al verse tan reducidos, pero no expresaron comentario alguno y dijeron sus respectivos nombres uno por uno.
Samuel: Samuel Morales Acuña...
Alicia: Tú te diste de baja del taller el semestre pasado.
Samuel: Sí, pero iba a decirle al Maestro que siempre no...
Alicia: ¿Que dijo tu mamá que siempre no? ¿Eres un hombre o lo intentas?
Samuel se sonrojó y no supo qué decir, Saúl estaba que se moría por contestarle y Sebastián, aunque no había entendido del todo el comentario de Alicia, sabía que no era nada bonito. Entonces ocurrió algo que ninguno esperaba.
Luisana: Todos podemos equivocarnos...
Todas las miradas se fijaron en Luisana y esta de pronto se sintió tan pequeña en medio de todas ellas.
Alicia: No, no podemos. Lo hacemos, es dife...
Luisana: Si lo hacemos es porque podemos, porque tenemos la capacidad...
Alicia: ¿Dices que equivocarse es una capacidad?
Luisana: Digo que equivocarnos es una de las cosas que nos hace humanos.
Alicia soltó una carcajada y después simuló limpiarse lágrimas falsas que salían de sus ojos.
Alicia: ¡Me haces llorar! No sé si es de risa o si de verdad me conmoviste... está bien, puedes quedarte, Samuel. Pero quiero que cuando te vuelvas a dar de baja le des las gracias a la Madre Teresa de Calcuta que tenemos aquí por toooodo lo que vivirás, aunque no creo que sea tanto. No pareces ser tan fuerte... y tú, niña, espero que tu humanidad te dure hasta el final del semestre.
Luisana y Samuel miraron hacia el suelo, algo en su interior los hacía sentir avergonzados y humillados a pesar de no querer prestar atención a las palabras de una desconocida, pero parecían tener más fuerza de lo que ellos habrían pensado.
Sebastián: ¿Por qué eres así? :/
Alicia miró a Sebastián y fue acercándose lentamente a él.
Alicia: ¿Así cómo?
Sebastián: Pues así, osea... tan... pues tan así... tan cruel...
Alicia: Jajajaja, ¿no te gusta que sea así?
Sebastián: No, eres muy bonita para ser cruel. La Maestra Eva es fea y vieja y ok, es más fácil de aceptar que esté amargadita y así... ¡pero tú no deberías! D:
Samuel: Sebastián... -.-
Alicia: Yo soy tu Maestra, y no tengo porque caerte bien, solamente enseñarte lo que yo sé... y esta es la manera en la que yo enseño. Si no te gusta, está bien, puedes abandonar el taller... pero estarás reprobado.
Sebastián: ¿Reprobado en el taller de teatro? No se puede reprobar el tall...
Alicia: No, pero sí puedes reprobar Teoría y Práctica de la Actuación II...
Sebastián: ¿Por qué? D:
Alicia: Porque estás en mi grupo... todos los de segundo lo están, y al parecer tengo alumnos de quinto, sexto y octavo aquí que también llevan una materia conmigo.
Sebastián: ¡No! ¡No puedes hacer eso!
Los muchachos empezaron a hablar entre ellos y miraron despectivamente a su nueva Directora, quien lentamente se acercó a su Sebastián con una sonrisa burlona.
Alicia: ¿Y quién me lo va a prohibir? ¿Tú y los otros miembros del arcoiris?
Repentinamente el teatro se llenó de silencio. Todos miraron alternativamente a Sebastián y luego a Alicia, él había abierto mucho sus ojos y Luisana se cubría la boca con ambas manos.
Sebastián: ¿Qué-qué quisiste decir?
Fue entonces cuando Alicia pudo ver los ojos del joven con claridad y parpadeó un par de veces para seguirlos contemplando. Ahora ella también se encontraba sorprendida.
Alicia: Nada, nada...
Sebastián: No, en serio. ¿Qué quisiste decir? No entendí D:
Saúl: ¡Por Dios! Se burló de que eres ga...
Alicia: ¿Cómo te llamas?
Todos volvieron a mirarlos, no entendían qué estaba sucediendo y trataban de explicarse a sí mismos el repentino cambio en Alicia.
Sebastián se presentó y ella abrió un poco más sus ojos al comprobar lo que sospechaba.
Alicia: ¿Cuántos años tienes?
Sebastián: ¡Diecisiete! Pero cumplo dieciocho en junio, ¿y tú?^^
Alicia: No puedes ser un hijo...
La mujer seguía mirando sus ojos.
Alicia: Eres un Sena... quiero decir, uno de esos Sena. De eso no hay duda.
Sebastián sintió como si fuera la criatura más extraña que Alicia hubiera visto. Lo tomó de los hombros y siguió mirando más de cerca, Sebastián pudo sentir cómo se sumergía en la mirada de esa mujer. Ambos tenían los ojos más hermosos que el otro hubiera visto, aunque ella ya la había visto antes, sólo que en alguien más.
Alicia: Son idénticos...
Saúl: Ehm... oiga... ¿para qué nos dijo que viniéramos?
Alicia: ¿Eh? Ah, sí... nada más iba a presentarme y ver con cuántos iba a trabajar. Entonces somos doce; hagan una lista pero rápido, pongan su nombre y correo... ¡con buena letra!
Alicia miró a Sebastián una última vez antes de tomar la lista y luego se alejó de él para hablar con “todo” el grupo.
Alicia: Ahora vamos a hacer una dinámica... no se preocupen, es divertida...
Luisana notó cierta malicia en sus palabras y sintió escalofríos.
Alicia les pidió que formaran un círculo en el centro del escenario, una vez ahí se acercó a ellos, colocándose justamente detrás de Saúl.
Alicia: Lo que van a hacer es pasarse empujando a uno de sus compañeros entre ustedes, dentro del círculo obvio, pero antes deben decirle alguna característica que no les gusta en él. Por ejemplo... ¡Maricón!
Saúl sintió dos manos que lo empujaban con fuerza por la espalda mientras se acercaba al centro del círculo, quedando justo frente a otro de los compañeros.
Alicia: ¡Tu turno!
Luisana, Samuel, Mario y Saúl no podían creer lo que estaban escuchando. No estaban de acuerdo, no les gustaba, pero por alguna razón no se atrevieron a hacer nada.
El joven que debía empujar a Saúl le gritó “¡presumido!” y lo aventó con algo de torpeza. Saúl fue a parar con una de sus compañeras quien siguió con la dinámica con un poco de pena. Saúl siguió siendo rolado hasta que llegó con Luisana, quien tuvo que mirar hacia otro lado para decirle “orgulloso” y sin darse cuenta, lo arrojó contra Mario.
Ambos se miraron directamente y Saúl deseó que al menos él no lo hiciera.
Mario: ...Rencoroso...
Mario apenas y empujó a Saúl y éste pudo recuperar el equilibro y mantenerse en pie. Todos los presentes podían sentir una ola de tensión que comenzaba a generarse alrededor de ellos. Alicia bajó del escenario y se sentó en la primera fila para seguirlos observando.
Alicia: Ahora que Saúl elija a alguien y así se van rolando, no vale repetir.
Saúl empujó a Sebastián dentro del círculo mientras lo llamaba “mimado” y ahora fue él quien recibió los insultos de los demás. Afortunadamente logró detenerse antes de llegar con Samuel y decidió pasarle el turno a otro de sus compañeros. Una vez que la mayoría de ellos habían sido rolados dentro del círculo, Mario entró siendo empujado por Samuel quien lo llamó “tosco” y ocasionó las risas de los demás ante el torpe insulto. Mario fue llamado “idiota”, “insensible”, “presumido”, “mal pensado”, “envidioso”, “puñetas”, “cretino”, “mamón”, entre otras características hasta que llegó frente a Saúl y a pesar de que se había detenido unos pasos antes, éste se acercó a él y lo empujó con todas sus fuerzas. Mario caminó en reversa torpemente y estuvo a punto de chocar contra dos miembros del taller quienes se movieron, provocando que cayera de espaldas del escenario, justo frente a Alicia.
Saúl: ¡Imbécil!
Alicia tiró una risotada y se dirigió a Mario, mirándolo desde arriba.
Alicia: Parece ser que eres al que menos quieren, ¿por qué será?
Mario se sentó en el suelo, sobándose la espalda y la cabeza, e ignoró el comentario de Alicia. Buscó a Saúl con la mirada y se dio cuenta que ya no estaba ahí.
Alicia: Bien, es todo por hoy. Luego les aviso cuándo nos volveremos a ver... ah, Sebastián. Espera.
El joven, quien ya estaba colgándose su mochila, volteó a mirarla con curiosidad.
Alicia: Creo que la obra que planeo hacer necesita un protagonista como tú. ¿Te interesa?
Los otros miembros del taller la miraron sorprendidos y a Sebastián le brillaba su mirada extrañamente. Parecía que lloraría en cualquier momento.
Sebastián: ¡Obvio que sí! ¡Gracias!
Samuel y Luisana lo miraron perplejos, Sebastián no solía darle las gracias a nadie.
Al salir del teatro, Luisana se alejó lo más que pudo de todos y al encontrar el mismo pasillo donde Samuel y Sebastián habían ido antes a besarse, se recargó en la pared y comenzó a llorar. Sentía que la habían apuñalado con cada comentario, incluso Saúl, Sebastián y Samuel, quienes no habían sido tan duros. Sus oídos le dolían y en su boca sentía una especie de veneno con sabor amargo. Trataba de averiguar el objetivo que tenía aquella actividad, pero no lo encontró. Sólo sabía que ahora era débil y pensó por primera vez en dejar el taller. Tenía miedo.
Omar: Oye, ¿has visto a...? ¿Qué tienes?
Luisana miró a Omar y se limpió las lágrimas al instante. Tenía muchas ganas de abrazarlo y contarle lo que había sucedido, pero recordó que la última vez que se habían visto, pelearon, y no sabía si estaba bien hablarle como si nada hubiese ocurrido.
Luisana: Nada... yo... ¿qué me ibas a preguntar?
Omar: Que si habías visto a Saúl... ah, mira, ahí esta.
Omar caminó hacia Saúl y dejó a Luisana sin decir nada más. Ella trató de no darle importancia al asunto, pero no pudo y se sintió todavía peor.
Saúl había decidido buscar al Maestro Fernando e informarle de todas las cosas que su enviada estaba haciendo. Había ido a la Dirección de la Facultad a preguntar por su paradero, ya que Luisana y los demás no habían podido conseguirlos por políticas de la escuela, pero siendo él su alumno preferido quizá lograría obtener algo de información, pero al dar unos pasos dentro de la Dirección, recordó a Jaime revelándole que Mario había entrado al taller gracias a los favores sexuales que le había hecho al Maestro Fernando. Saúl sintió asco y dio media vuelta.
Saúl: Que se joda... que se jodan todos. Son unos mentirosos... no se puede confiar en nadie.
Saúl comenzó a pensar lo peor de su Maestro. Quizá sólo lo había estado apoyando por otras intenciones, tal vez por eso se portaba tan amable y le hacía caso en todo... era una decepción más.
Saúl: Nunca más me volverán a hacer algo así... al menos no sin recibir lo que se merecen.
Entonces Mario pasó caminando a unos metros de ahí y Saúl lo alcanzó.
Saúl: ¡Oye!
Mario lo miró y Saúl pudo darse cuenta que lo había lastimado mucho por la manera en que lo miraba... pero no era suficiente. Ni siquiera había comenzado.
Mario: Saúl... mira, la dinámica... yo de verdad no quise molestar...
Saúl: No, no. No pasa nada... no fue mi intención hacerte caer del escenario. Mira, estaba muy enojado ¿ok? Pero ahora me dí cuenta que no vale la pena, quiero que olvidemos todo lo que pasó...
Mario no podía creer lo que estaba escuchando.
Mario: ¿De verdad?
Saúl: Sí... yo quisiera que fuéramos amigos, que lleváramos las cosas en paz.
Mario sintió mucho alivio al escucharlo y pensó en darle un abrazo y decirle ahí mismo lo que sentía por él, pero se contuvo, no quería ahuyentarlo. Saúl tenía que volver con él, pero eso pasaría después, ahora tenía que volver a reconquistarlo y hacerle olvidar los últimos meses. Y mientras él pensaba todo aquello, Saúl miraba como una chica pegaba un anuncio del baile de bienvenida de ese semestre en un muro, y entonces sus ojos se iluminaron con un aura maligna.
Saúl: Y para probártelo... te invito al baile de bienvenida. ¿Sí?
Mario sentía que lo habían inyectado con una gran dosis de alegría y emoción y no pudo evitar sonreír. Saúl disfrutó tanto como él esa sonrisa, porque ahora le dolería mucho más cuando se diera cuenta que las cosas no eran como pensaba.
Mario: ¡Sí! ¡Vamos! ¿Es el viernes, no? Paso por ti a las... ¿siete? ¿Ocho? A la hora que tú quieras está bien
Saúl rió amargamente.
Saúl: A las siete... el viernes. Será un grandioso día.
Mario: ...Muchas gracias, Saúl.
Saúl y él se miraron un momento.
Saúl: ¿Por qué?
Mario: Por darme esta oportunidad... ¡no voy a decepcionarte!
Saúl: Ok... me tengo que ir, ahí está Omar. Nos vemos...
Saúl se alejó mientras pensaba en las palabras de Mario.
Saúl: Por supuesto que no... Nunca más me vas a volver a decepcionar.
Samuel caminaba cabizbajo junto a Sebastián, quien iba hablando alegremente y se detuvo al notar que no recibía la atención de siempre.
Sebastián: ¿Qué? o.o
Samuel: ¿Eh?
Sebastián: ¿Qué tienes?
Samuel: Mmm... es que a veces me gustaría ser más como tú.
Sebastián: ¿Cómo? ¿Tonto?
Samuel: No xD
Sebastián: Eso fue lo que la mayoría me dijo... bueno, pero con palabras más feas. Pero si no te refieres a eso, ¿entonces a qué?
Samuel: Hoy la Maestra esa te insultó y ni siquiera te diste cuenta. Creo que tu inocencia te hace inmune a muchas cosas...
Sebastián: I still don’t get it o.o
Samuel: A eso me refiero, amor^^
Sebastián: Pero... ¿entonces te sientes mal por lo que te dijeron los demás?
Samuel: Pues... esa dinámica fue algo cruel. Se supone que teníamos que decir algún defecto de la otra persona, pero acabamos insultándonos... eso no me gustó. ¿Viste cómo estaba Luisana? Se ve que le afectó mucho a la pobre...
Sebastián: ¡Ay, pero no deberían ponerse así! A mí me dijeron cosas más feas y no me siento mal, no porque no las haya entendido... bueno, algunas no las entendí... pero ese no es el punto x3. La cosa es que no les hice caso a sus insultos, sean verdad o no... Pues yo soy como soy y prefiero seguir siendo así y caerle mal a la gente que actuar como si fuera otra persona solo para caerles bien. Eso no sería vivir. Lo que si me habría lastimado es que me insultaran con algo que yo no pudiera cambiar, como... “huérfano”. Eso si me habría dolido, porque yo no elegí serlo... mmm, es complicado, pero ¿me entiendes?
Sebastián se dio cuenta que Samuel lo miraba con gran ternura y entonces lo abrazó y le plantó un beso en los labios.
Samuel: No sé cómo haces para que te ame más cada día...
Sebastián: O////O ¡tonto! ¡No vuelvas a hacer eso!
Samuel: ¿Qué? D:
Sebastián: Hacerme sonrojar... se siente raro y no me gusta¬¬... pero yo también te amo aunque seas un ridículo y me caigas gordo u.u’
Samuel sonrió y ambos volvieron a besarse. Eran esos momentos en los que tenían que hacer un gran esfuerzo por darse cuenta que estaban viviendo todo eso realmente.
Sebastián: Ahora de castigo me vas a comprar un cono del Mc’Donalds...
Samuel: ¿Ahorita?
Sebastián: Nooo, cuando tú quieras, que al cabo estoy acostumbrado a esperar¬¬
Samuel: Ok, ahorita ya xD
Al día siguiente, Samuel, Sebastián y Luisana almorzaban en la cafetería cuando Cinthia e Ismael llegaron. Éste notó que las sillas de Sebastián y Samuel estaban demasiado juntas y tuvo una extraña sensación y ansiedad por querer separarlas, alejándolos lo más que su pudiera.
Cinthia: ¡Seba! ¡Adivina quién nos dio la clase de Tecno!
Sebastián dejó de comer y sintió que el apetito se alejaba.
Ismael: Ya sabes quién, ¿no?
Sebastián asintió pensativo y Samuel lo miró fijamente.
Samuel: ¿Quién?
Cinthia: ¡Es el profe guapísimo de la secu! ¡El profe Javier!
Samuel: No me acuerdo de ningún Javier...
Luisana: ¿Es el mismo que nos da Tecnología a nosotros?
Ismael: Supongo que sí...
Cinthia: Ah, es que tú no te acuerdas de él porque no estuviste en dibujo técnico ni en compu con nosotros... ya me acordé. Pero si el que les da tecno a ustedes es alto, musculoso, rubio, varonil...
Ismael: Creo que sí es el mismo¬¬
Cinthia: Ay, bebé. No te pongas así. ¡Es que el profe Javier es muy buena onda y me da mucho gusto volver a verlo!
Pero a Sebastián no le daba nada de gusto e Ismael lo sabía.
Ismael: ¿Seba? ¿Podemos hablar tantito?
Samuel sintió un poco de celos al verlos salir de la cafetería y los siguió con la mirada, ambos se habían parado justo fuera de ahí y los podía ver a través de las ventanas del lugar.
Ismael: ¿Te dijo algo verdad?
Sebastián: ...Sí.
Ismael: ¿Qué?
Sebastián: Dijo que aquí era cuando la historia se ponía interesante... o algo así.
Ismael: ¿Y a qué crees que se refiere con eso?
Sebastián: No sé, pero no quiero pensar en eso. Mejor olvídalo...
Ismael: ¿Olvidarlo? ¡Sebastián! Sabes que ese tipo solo vino aquí por ti y podrías hacer algo, con todo lo que pasó antes...
Sebastián: Pero tiene mucho poder... su influencia... las personas hacen todo lo que dice, creen en todo lo que sale de su boca. Es como si los hechizara de alguna forma... y la última vez te puse en peligro a ti también, por eso no quiero hacer nada. Tenemos que esperar...
Ismael: ¿Esperar a que te haga daño?
Sebastián: ...es la única forma en la que podríamos hacer algo. Pero de todos modos no planeo estar cerca de él, quiero cambiarme de grupo...
Ismael: él da esa clase a todos los grupos... Sebastián, te creí cuando me dijiste que él no volvería a molestarte.
Sebastián: ¡Eso pensé!
Ismael: Pero dime, explícame bien cómo pasó todo...
Sebastián lo miró y sintió que se lo debía. Ismael lo había ayudado ciegamente, sin saber exactamente lo que estaba pasando con Javier... ahora podía saberlo todo, pero todavía no.
Sebastián: Después. Te lo contaré todo después. Te lo prometo...
Ismael: Está bien, Seba... pero quiero que tengas mucho cuidado con él. Por favor, cuídate mucho.
Sebastián lo abrazó repentinamente e Ismael sintió que su corazón comenzaba a palpitar mucho más rápido que de costumbre y correspondió el abrazo de la manera más natural que le fue posible.
Sebastián: Me da mucho miedo...
Ismael: No te preocupes, me tienes a mí... quiero decir, a nosotros... a tus amigos y a... Samuel.
Ismael tuvo problemas para pronunciar ese nombre.
Sebastián lo dejó de abrazar y le sonrió un poco sonrojado.
Sebastián: Se me olvidó decirte xD pero creo que ya te diste cuenta que Samuel y yo somos nov...
Ismael: ¡DEBO IRME!
Ismael se dio media vuelta y se fue.
Sebastián: Ok o.o
Cinthia y los demás salieron de la cafetería en ese momento.
Cinthia: ¿A dónde fue? D:
Sebastián: No sé, se fue de repente...
Cinthia fue corriendo a alcanzarlo.
Luisana: Bueno, nos vemos en clase...
Samuel miró a Sebastián.
Samuel: Oye... ¿de qué tanto hablaban?
Sebastián: Pfff, nada importante.
Samuel: ¿Nada importante? ¿Y por eso lo abrazaste?
Sebastián: No me hables así D:
Samuel: Ok, ok, perdón -.- pero no puedo evitar pensar que me ocultas algo.
Sebastián: No es eso... (Bueno en realidad sí), tranquilízate y vamos a clase que ya es tarde.
Samuel: No se me va a olvidar esta conversación, amor...
Sebastián: Jajajaja^^’
Cinthia alcanzó a su novio y lo abrazó sonriendo.
Cinthia: ¿A dónde ibas, bebé?^^
Ismael: ...¿Te he dicho hoy que te amo?
Cinthia: ¿Hoy? Creo que hoy no o.o
Ismael: Pues te amo, te amo a ti y nada más a ti. A nadie más, nadie, nadie más >.<
Ismael besó a Cinthia y continuó abrazándola, tratando de creer en sus propias palabras y apartando al mismo tiempo, el abrazo de Sebastián de su mente, porque de su corazón no podía.
El último alumno que entró al Teatro Hamlet llegó a las 4:10 de la tarde y después de él apareció la nueva directora de taller. Alicia del Roble caminaba con toda tranquilidad y se había encargado de poner el candado a las puertas eléctricas del teatro luego de entrar a él. Los miembros del taller que la esperaban dentro, que eran solo doce de los veinticinco originales, la miraron cuidadosamente y les pareció que se trataba de alguna compañera nueva. A simple vista, Alicia mostraba una fragilidad y ternura femenina dignas de cualquier niña pequeña pero adornados con la hermosa figura y el estilo de una mujer. Saúl y Luisana fueron los únicos que no cayeron en la trampa mientras que Sebastián se interesaba más en el sofisticado y moderno estilo que Alicia tenía para vestirse, le parecía que acababa de visitar las tiendas de ropa más caras que él conocía. Los demás, sobretodo los hombres, se concentraban en su gracia al moverse y la femineidad que alzaba en ella con tanta facilidad, lo cual la hacía parecer la más dulce de las mujeres. Pero después de ese día, ninguno de ellos volvería a confiar en la apariencia de ninguna mujer, por más inocente que esta fuera.
Track #16: Valiente
Alicia: ¿Nomás son ustedes?
Luisana: Creo que los demás se quedaron afuera...
Alicia: Pues yo les avisé que si llegaban tarde, estaban fuera. Nimodo, es lo malo de lidiar con gente irresponsable. Espero que ustedes siempre sean puntuales.
Los muchachos movieron sus cabezas afirmativamente.
Sebastián: Oye...
Alicia: Oiga.
Sebastián: ¿Eh? o.o
Alicia: Que se dice “oiga”
Sebastián: o.o?
Alicia: Ay, olvídalo. ¿Qué quieres?
Sebastián: Ah sí, ¿quién eres?
Alicia miró a todos los demás miembros del taller y alzó la voz.
Alicia: Soy Alicia del Roble y me voy a hacer cargo del taller hasta que regrese el Maestro Fernando... si es que regresa.
Sebastián: ¿Qué le pasó al profe? D:
Alicia: Preguntas tontas a tus compañeros, aquí venimos a ensayar.
Saúl: Pero no podemos ensayar, somos muy poquitos y además no tenemos nada que ensa...
Alicia: ¡Ya me lo esperaba! El presumido imponiendo sus ideas.
Saúl: No estoy imponiendo nada...
Alicia: Y sigues contestando como si fuéramos iguales u.u’
Saúl: ¡Es que somos igua...!
Alicia: No, niño. Lo único que tenemos en común tú y yo es que estudiamos aquí y que ambos protagonizamos “El retrato de Dorian Grey”, aparte de eso nada. Tú no hiciste una maestría en Arte, Literatura y Lengua en la Universidad de Sheffield (que está en Inglaterra si te lo preguntas), ni tampoco eres Licenciado en Letras Hispánicas como yo.
Saúl sintió como cuando era humillado por la Maestra Eva Cárdenas y entonces decidió quedarse callado y simplemente escuchar, a veces esa era la única manera de enfrentar las palabras designadas por aquellos que no sabían lo que decían.
Alicia: Lo que quiero que entiendas... que entiendan, es que esto no es una democracia.
Saúl pensó que en efecto no era así, lo que estaban por vivir iba a ser más o menos como la Santa Inquisición en la Nueva España...
Sebastián: ¿Qué es una demo...?
Samuel cubrió la boca de Sebastián con su mano antes de que terminara la pregunta y Alicia siguió hablando.
Alicia: Ok, entonces ustedes van a hacer lo que yo les diga. Yo sé lo que hago, yo soy la estrella aquí, no ustedes... así que quítense esa idea de la cabeza.
Con ese último comentario había mirado fijamente a Saúl y éste sólo siguió manteniendo su boca cerrada. Alicia se acercó a una bolsa que había dejado en uno de los asientos de la primera fila y sacó unas hojas de una carpeta.
Alicia: Bueno, díganme sus nombres para ir tachando a los que no están.
Todos sintieron una leve punzada al verse tan reducidos, pero no expresaron comentario alguno y dijeron sus respectivos nombres uno por uno.
Samuel: Samuel Morales Acuña...
Alicia: Tú te diste de baja del taller el semestre pasado.
Samuel: Sí, pero iba a decirle al Maestro que siempre no...
Alicia: ¿Que dijo tu mamá que siempre no? ¿Eres un hombre o lo intentas?
Samuel se sonrojó y no supo qué decir, Saúl estaba que se moría por contestarle y Sebastián, aunque no había entendido del todo el comentario de Alicia, sabía que no era nada bonito. Entonces ocurrió algo que ninguno esperaba.
Luisana: Todos podemos equivocarnos...
Todas las miradas se fijaron en Luisana y esta de pronto se sintió tan pequeña en medio de todas ellas.
Alicia: No, no podemos. Lo hacemos, es dife...
Luisana: Si lo hacemos es porque podemos, porque tenemos la capacidad...
Alicia: ¿Dices que equivocarse es una capacidad?
Luisana: Digo que equivocarnos es una de las cosas que nos hace humanos.
Alicia soltó una carcajada y después simuló limpiarse lágrimas falsas que salían de sus ojos.
Alicia: ¡Me haces llorar! No sé si es de risa o si de verdad me conmoviste... está bien, puedes quedarte, Samuel. Pero quiero que cuando te vuelvas a dar de baja le des las gracias a la Madre Teresa de Calcuta que tenemos aquí por toooodo lo que vivirás, aunque no creo que sea tanto. No pareces ser tan fuerte... y tú, niña, espero que tu humanidad te dure hasta el final del semestre.
Luisana y Samuel miraron hacia el suelo, algo en su interior los hacía sentir avergonzados y humillados a pesar de no querer prestar atención a las palabras de una desconocida, pero parecían tener más fuerza de lo que ellos habrían pensado.
Sebastián: ¿Por qué eres así? :/
Alicia miró a Sebastián y fue acercándose lentamente a él.
Alicia: ¿Así cómo?
Sebastián: Pues así, osea... tan... pues tan así... tan cruel...
Alicia: Jajajaja, ¿no te gusta que sea así?
Sebastián: No, eres muy bonita para ser cruel. La Maestra Eva es fea y vieja y ok, es más fácil de aceptar que esté amargadita y así... ¡pero tú no deberías! D:
Samuel: Sebastián... -.-
Alicia: Yo soy tu Maestra, y no tengo porque caerte bien, solamente enseñarte lo que yo sé... y esta es la manera en la que yo enseño. Si no te gusta, está bien, puedes abandonar el taller... pero estarás reprobado.
Sebastián: ¿Reprobado en el taller de teatro? No se puede reprobar el tall...
Alicia: No, pero sí puedes reprobar Teoría y Práctica de la Actuación II...
Sebastián: ¿Por qué? D:
Alicia: Porque estás en mi grupo... todos los de segundo lo están, y al parecer tengo alumnos de quinto, sexto y octavo aquí que también llevan una materia conmigo.
Sebastián: ¡No! ¡No puedes hacer eso!
Los muchachos empezaron a hablar entre ellos y miraron despectivamente a su nueva Directora, quien lentamente se acercó a su Sebastián con una sonrisa burlona.
Alicia: ¿Y quién me lo va a prohibir? ¿Tú y los otros miembros del arcoiris?
Repentinamente el teatro se llenó de silencio. Todos miraron alternativamente a Sebastián y luego a Alicia, él había abierto mucho sus ojos y Luisana se cubría la boca con ambas manos.
Sebastián: ¿Qué-qué quisiste decir?
Fue entonces cuando Alicia pudo ver los ojos del joven con claridad y parpadeó un par de veces para seguirlos contemplando. Ahora ella también se encontraba sorprendida.
Alicia: Nada, nada...
Sebastián: No, en serio. ¿Qué quisiste decir? No entendí D:
Saúl: ¡Por Dios! Se burló de que eres ga...
Alicia: ¿Cómo te llamas?
Todos volvieron a mirarlos, no entendían qué estaba sucediendo y trataban de explicarse a sí mismos el repentino cambio en Alicia.
Sebastián se presentó y ella abrió un poco más sus ojos al comprobar lo que sospechaba.
Alicia: ¿Cuántos años tienes?
Sebastián: ¡Diecisiete! Pero cumplo dieciocho en junio, ¿y tú?^^
Alicia: No puedes ser un hijo...
La mujer seguía mirando sus ojos.
Alicia: Eres un Sena... quiero decir, uno de esos Sena. De eso no hay duda.
Sebastián sintió como si fuera la criatura más extraña que Alicia hubiera visto. Lo tomó de los hombros y siguió mirando más de cerca, Sebastián pudo sentir cómo se sumergía en la mirada de esa mujer. Ambos tenían los ojos más hermosos que el otro hubiera visto, aunque ella ya la había visto antes, sólo que en alguien más.
Alicia: Son idénticos...
Saúl: Ehm... oiga... ¿para qué nos dijo que viniéramos?
Alicia: ¿Eh? Ah, sí... nada más iba a presentarme y ver con cuántos iba a trabajar. Entonces somos doce; hagan una lista pero rápido, pongan su nombre y correo... ¡con buena letra!
Alicia miró a Sebastián una última vez antes de tomar la lista y luego se alejó de él para hablar con “todo” el grupo.
Alicia: Ahora vamos a hacer una dinámica... no se preocupen, es divertida...
Luisana notó cierta malicia en sus palabras y sintió escalofríos.
Alicia les pidió que formaran un círculo en el centro del escenario, una vez ahí se acercó a ellos, colocándose justamente detrás de Saúl.
Alicia: Lo que van a hacer es pasarse empujando a uno de sus compañeros entre ustedes, dentro del círculo obvio, pero antes deben decirle alguna característica que no les gusta en él. Por ejemplo... ¡Maricón!
Saúl sintió dos manos que lo empujaban con fuerza por la espalda mientras se acercaba al centro del círculo, quedando justo frente a otro de los compañeros.
Alicia: ¡Tu turno!
Luisana, Samuel, Mario y Saúl no podían creer lo que estaban escuchando. No estaban de acuerdo, no les gustaba, pero por alguna razón no se atrevieron a hacer nada.
El joven que debía empujar a Saúl le gritó “¡presumido!” y lo aventó con algo de torpeza. Saúl fue a parar con una de sus compañeras quien siguió con la dinámica con un poco de pena. Saúl siguió siendo rolado hasta que llegó con Luisana, quien tuvo que mirar hacia otro lado para decirle “orgulloso” y sin darse cuenta, lo arrojó contra Mario.
Ambos se miraron directamente y Saúl deseó que al menos él no lo hiciera.
Mario: ...Rencoroso...
Mario apenas y empujó a Saúl y éste pudo recuperar el equilibro y mantenerse en pie. Todos los presentes podían sentir una ola de tensión que comenzaba a generarse alrededor de ellos. Alicia bajó del escenario y se sentó en la primera fila para seguirlos observando.
Alicia: Ahora que Saúl elija a alguien y así se van rolando, no vale repetir.
Saúl empujó a Sebastián dentro del círculo mientras lo llamaba “mimado” y ahora fue él quien recibió los insultos de los demás. Afortunadamente logró detenerse antes de llegar con Samuel y decidió pasarle el turno a otro de sus compañeros. Una vez que la mayoría de ellos habían sido rolados dentro del círculo, Mario entró siendo empujado por Samuel quien lo llamó “tosco” y ocasionó las risas de los demás ante el torpe insulto. Mario fue llamado “idiota”, “insensible”, “presumido”, “mal pensado”, “envidioso”, “puñetas”, “cretino”, “mamón”, entre otras características hasta que llegó frente a Saúl y a pesar de que se había detenido unos pasos antes, éste se acercó a él y lo empujó con todas sus fuerzas. Mario caminó en reversa torpemente y estuvo a punto de chocar contra dos miembros del taller quienes se movieron, provocando que cayera de espaldas del escenario, justo frente a Alicia.
Saúl: ¡Imbécil!
Alicia tiró una risotada y se dirigió a Mario, mirándolo desde arriba.
Alicia: Parece ser que eres al que menos quieren, ¿por qué será?
Mario se sentó en el suelo, sobándose la espalda y la cabeza, e ignoró el comentario de Alicia. Buscó a Saúl con la mirada y se dio cuenta que ya no estaba ahí.
Alicia: Bien, es todo por hoy. Luego les aviso cuándo nos volveremos a ver... ah, Sebastián. Espera.
El joven, quien ya estaba colgándose su mochila, volteó a mirarla con curiosidad.
Alicia: Creo que la obra que planeo hacer necesita un protagonista como tú. ¿Te interesa?
Los otros miembros del taller la miraron sorprendidos y a Sebastián le brillaba su mirada extrañamente. Parecía que lloraría en cualquier momento.
Sebastián: ¡Obvio que sí! ¡Gracias!
Samuel y Luisana lo miraron perplejos, Sebastián no solía darle las gracias a nadie.
Al salir del teatro, Luisana se alejó lo más que pudo de todos y al encontrar el mismo pasillo donde Samuel y Sebastián habían ido antes a besarse, se recargó en la pared y comenzó a llorar. Sentía que la habían apuñalado con cada comentario, incluso Saúl, Sebastián y Samuel, quienes no habían sido tan duros. Sus oídos le dolían y en su boca sentía una especie de veneno con sabor amargo. Trataba de averiguar el objetivo que tenía aquella actividad, pero no lo encontró. Sólo sabía que ahora era débil y pensó por primera vez en dejar el taller. Tenía miedo.
Omar: Oye, ¿has visto a...? ¿Qué tienes?
Luisana miró a Omar y se limpió las lágrimas al instante. Tenía muchas ganas de abrazarlo y contarle lo que había sucedido, pero recordó que la última vez que se habían visto, pelearon, y no sabía si estaba bien hablarle como si nada hubiese ocurrido.
Luisana: Nada... yo... ¿qué me ibas a preguntar?
Omar: Que si habías visto a Saúl... ah, mira, ahí esta.
Omar caminó hacia Saúl y dejó a Luisana sin decir nada más. Ella trató de no darle importancia al asunto, pero no pudo y se sintió todavía peor.
Saúl había decidido buscar al Maestro Fernando e informarle de todas las cosas que su enviada estaba haciendo. Había ido a la Dirección de la Facultad a preguntar por su paradero, ya que Luisana y los demás no habían podido conseguirlos por políticas de la escuela, pero siendo él su alumno preferido quizá lograría obtener algo de información, pero al dar unos pasos dentro de la Dirección, recordó a Jaime revelándole que Mario había entrado al taller gracias a los favores sexuales que le había hecho al Maestro Fernando. Saúl sintió asco y dio media vuelta.
Saúl: Que se joda... que se jodan todos. Son unos mentirosos... no se puede confiar en nadie.
Saúl comenzó a pensar lo peor de su Maestro. Quizá sólo lo había estado apoyando por otras intenciones, tal vez por eso se portaba tan amable y le hacía caso en todo... era una decepción más.
Saúl: Nunca más me volverán a hacer algo así... al menos no sin recibir lo que se merecen.
Entonces Mario pasó caminando a unos metros de ahí y Saúl lo alcanzó.
Saúl: ¡Oye!
Mario lo miró y Saúl pudo darse cuenta que lo había lastimado mucho por la manera en que lo miraba... pero no era suficiente. Ni siquiera había comenzado.
Mario: Saúl... mira, la dinámica... yo de verdad no quise molestar...
Saúl: No, no. No pasa nada... no fue mi intención hacerte caer del escenario. Mira, estaba muy enojado ¿ok? Pero ahora me dí cuenta que no vale la pena, quiero que olvidemos todo lo que pasó...
Mario no podía creer lo que estaba escuchando.
Mario: ¿De verdad?
Saúl: Sí... yo quisiera que fuéramos amigos, que lleváramos las cosas en paz.
Mario sintió mucho alivio al escucharlo y pensó en darle un abrazo y decirle ahí mismo lo que sentía por él, pero se contuvo, no quería ahuyentarlo. Saúl tenía que volver con él, pero eso pasaría después, ahora tenía que volver a reconquistarlo y hacerle olvidar los últimos meses. Y mientras él pensaba todo aquello, Saúl miraba como una chica pegaba un anuncio del baile de bienvenida de ese semestre en un muro, y entonces sus ojos se iluminaron con un aura maligna.
Saúl: Y para probártelo... te invito al baile de bienvenida. ¿Sí?
Mario sentía que lo habían inyectado con una gran dosis de alegría y emoción y no pudo evitar sonreír. Saúl disfrutó tanto como él esa sonrisa, porque ahora le dolería mucho más cuando se diera cuenta que las cosas no eran como pensaba.
Mario: ¡Sí! ¡Vamos! ¿Es el viernes, no? Paso por ti a las... ¿siete? ¿Ocho? A la hora que tú quieras está bien
Saúl rió amargamente.
Saúl: A las siete... el viernes. Será un grandioso día.
Mario: ...Muchas gracias, Saúl.
Saúl y él se miraron un momento.
Saúl: ¿Por qué?
Mario: Por darme esta oportunidad... ¡no voy a decepcionarte!
Saúl: Ok... me tengo que ir, ahí está Omar. Nos vemos...
Saúl se alejó mientras pensaba en las palabras de Mario.
Saúl: Por supuesto que no... Nunca más me vas a volver a decepcionar.
Samuel caminaba cabizbajo junto a Sebastián, quien iba hablando alegremente y se detuvo al notar que no recibía la atención de siempre.
Sebastián: ¿Qué? o.o
Samuel: ¿Eh?
Sebastián: ¿Qué tienes?
Samuel: Mmm... es que a veces me gustaría ser más como tú.
Sebastián: ¿Cómo? ¿Tonto?
Samuel: No xD
Sebastián: Eso fue lo que la mayoría me dijo... bueno, pero con palabras más feas. Pero si no te refieres a eso, ¿entonces a qué?
Samuel: Hoy la Maestra esa te insultó y ni siquiera te diste cuenta. Creo que tu inocencia te hace inmune a muchas cosas...
Sebastián: I still don’t get it o.o
Samuel: A eso me refiero, amor^^
Sebastián: Pero... ¿entonces te sientes mal por lo que te dijeron los demás?
Samuel: Pues... esa dinámica fue algo cruel. Se supone que teníamos que decir algún defecto de la otra persona, pero acabamos insultándonos... eso no me gustó. ¿Viste cómo estaba Luisana? Se ve que le afectó mucho a la pobre...
Sebastián: ¡Ay, pero no deberían ponerse así! A mí me dijeron cosas más feas y no me siento mal, no porque no las haya entendido... bueno, algunas no las entendí... pero ese no es el punto x3. La cosa es que no les hice caso a sus insultos, sean verdad o no... Pues yo soy como soy y prefiero seguir siendo así y caerle mal a la gente que actuar como si fuera otra persona solo para caerles bien. Eso no sería vivir. Lo que si me habría lastimado es que me insultaran con algo que yo no pudiera cambiar, como... “huérfano”. Eso si me habría dolido, porque yo no elegí serlo... mmm, es complicado, pero ¿me entiendes?
Sebastián se dio cuenta que Samuel lo miraba con gran ternura y entonces lo abrazó y le plantó un beso en los labios.
Samuel: No sé cómo haces para que te ame más cada día...
Sebastián: O////O ¡tonto! ¡No vuelvas a hacer eso!
Samuel: ¿Qué? D:
Sebastián: Hacerme sonrojar... se siente raro y no me gusta¬¬... pero yo también te amo aunque seas un ridículo y me caigas gordo u.u’
Samuel sonrió y ambos volvieron a besarse. Eran esos momentos en los que tenían que hacer un gran esfuerzo por darse cuenta que estaban viviendo todo eso realmente.
Sebastián: Ahora de castigo me vas a comprar un cono del Mc’Donalds...
Samuel: ¿Ahorita?
Sebastián: Nooo, cuando tú quieras, que al cabo estoy acostumbrado a esperar¬¬
Samuel: Ok, ahorita ya xD
Al día siguiente, Samuel, Sebastián y Luisana almorzaban en la cafetería cuando Cinthia e Ismael llegaron. Éste notó que las sillas de Sebastián y Samuel estaban demasiado juntas y tuvo una extraña sensación y ansiedad por querer separarlas, alejándolos lo más que su pudiera.
Cinthia: ¡Seba! ¡Adivina quién nos dio la clase de Tecno!
Sebastián dejó de comer y sintió que el apetito se alejaba.
Ismael: Ya sabes quién, ¿no?
Sebastián asintió pensativo y Samuel lo miró fijamente.
Samuel: ¿Quién?
Cinthia: ¡Es el profe guapísimo de la secu! ¡El profe Javier!
Samuel: No me acuerdo de ningún Javier...
Luisana: ¿Es el mismo que nos da Tecnología a nosotros?
Ismael: Supongo que sí...
Cinthia: Ah, es que tú no te acuerdas de él porque no estuviste en dibujo técnico ni en compu con nosotros... ya me acordé. Pero si el que les da tecno a ustedes es alto, musculoso, rubio, varonil...
Ismael: Creo que sí es el mismo¬¬
Cinthia: Ay, bebé. No te pongas así. ¡Es que el profe Javier es muy buena onda y me da mucho gusto volver a verlo!
Pero a Sebastián no le daba nada de gusto e Ismael lo sabía.
Ismael: ¿Seba? ¿Podemos hablar tantito?
Samuel sintió un poco de celos al verlos salir de la cafetería y los siguió con la mirada, ambos se habían parado justo fuera de ahí y los podía ver a través de las ventanas del lugar.
Ismael: ¿Te dijo algo verdad?
Sebastián: ...Sí.
Ismael: ¿Qué?
Sebastián: Dijo que aquí era cuando la historia se ponía interesante... o algo así.
Ismael: ¿Y a qué crees que se refiere con eso?
Sebastián: No sé, pero no quiero pensar en eso. Mejor olvídalo...
Ismael: ¿Olvidarlo? ¡Sebastián! Sabes que ese tipo solo vino aquí por ti y podrías hacer algo, con todo lo que pasó antes...
Sebastián: Pero tiene mucho poder... su influencia... las personas hacen todo lo que dice, creen en todo lo que sale de su boca. Es como si los hechizara de alguna forma... y la última vez te puse en peligro a ti también, por eso no quiero hacer nada. Tenemos que esperar...
Ismael: ¿Esperar a que te haga daño?
Sebastián: ...es la única forma en la que podríamos hacer algo. Pero de todos modos no planeo estar cerca de él, quiero cambiarme de grupo...
Ismael: él da esa clase a todos los grupos... Sebastián, te creí cuando me dijiste que él no volvería a molestarte.
Sebastián: ¡Eso pensé!
Ismael: Pero dime, explícame bien cómo pasó todo...
Sebastián lo miró y sintió que se lo debía. Ismael lo había ayudado ciegamente, sin saber exactamente lo que estaba pasando con Javier... ahora podía saberlo todo, pero todavía no.
Sebastián: Después. Te lo contaré todo después. Te lo prometo...
Ismael: Está bien, Seba... pero quiero que tengas mucho cuidado con él. Por favor, cuídate mucho.
Sebastián lo abrazó repentinamente e Ismael sintió que su corazón comenzaba a palpitar mucho más rápido que de costumbre y correspondió el abrazo de la manera más natural que le fue posible.
Sebastián: Me da mucho miedo...
Ismael: No te preocupes, me tienes a mí... quiero decir, a nosotros... a tus amigos y a... Samuel.
Ismael tuvo problemas para pronunciar ese nombre.
Sebastián lo dejó de abrazar y le sonrió un poco sonrojado.
Sebastián: Se me olvidó decirte xD pero creo que ya te diste cuenta que Samuel y yo somos nov...
Ismael: ¡DEBO IRME!
Ismael se dio media vuelta y se fue.
Sebastián: Ok o.o
Cinthia y los demás salieron de la cafetería en ese momento.
Cinthia: ¿A dónde fue? D:
Sebastián: No sé, se fue de repente...
Cinthia fue corriendo a alcanzarlo.
Luisana: Bueno, nos vemos en clase...
Samuel miró a Sebastián.
Samuel: Oye... ¿de qué tanto hablaban?
Sebastián: Pfff, nada importante.
Samuel: ¿Nada importante? ¿Y por eso lo abrazaste?
Sebastián: No me hables así D:
Samuel: Ok, ok, perdón -.- pero no puedo evitar pensar que me ocultas algo.
Sebastián: No es eso... (Bueno en realidad sí), tranquilízate y vamos a clase que ya es tarde.
Samuel: No se me va a olvidar esta conversación, amor...
Sebastián: Jajajaja^^’
Cinthia alcanzó a su novio y lo abrazó sonriendo.
Cinthia: ¿A dónde ibas, bebé?^^
Ismael: ...¿Te he dicho hoy que te amo?
Cinthia: ¿Hoy? Creo que hoy no o.o
Ismael: Pues te amo, te amo a ti y nada más a ti. A nadie más, nadie, nadie más >.<
Ismael besó a Cinthia y continuó abrazándola, tratando de creer en sus propias palabras y apartando al mismo tiempo, el abrazo de Sebastián de su mente, porque de su corazón no podía.
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