Playlist (Cap. 5)
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Playlist (Cap. 5)
Fernando Garza era un hombre sumamente dedicado a su profesión; buscando siempre nuevos talentos, los cuales pudieran algún día decir, cuando fuesen famosos, que su gran Maestro fue él. Esta vez, sus ojos estaban puestos en su nuevo alumno, Saúl Salziso, un jovencito en el cual él veía un gran futuro y que esperaba pudiese llevar su nombre (y el de él, por supuesto) muy lejos. Por esa razón, al terminar la clase, llamó a su alumno para enviarlo a un lugar que estaba destinado sólo para él y a aquellos a los que el profesor había elegido antes y elegiría después.
Profe: ¿Tienes hambre, hijo?
Saúl: No, profe. Gracias.
Profe: ¿No se te ofrece nada? ¿Una soda, un refresco?
Saúl: No, no. Estoy bien o.o… gracias^^’
Profe: Bueno, mira, quiero que vayas a un lugar que tengo reservado para ti. Es muy importante que lo conozcas y te quedes ahí para que ensayes y lo que necesites…
Saúl: Eh…
Saúl dudó un momento, dado que las palabras del profesor lo hacían malinterpretar las cosas. Al darse cuenta de esto, el profesor trató de repararlo.
Profe: No, no. No pienses mal, es aquí mismo dentro del teatro y además irás tú solo.
Saúl: Bueno…
Profe: Vete por detrás del escenario, ahí encontrarás varios cuartos, ve al que está al fondo y entra, mañana me dices qué te pareció.
Saúl: Sí, ok.
El profesor y Saúl caminaron un poco por caminos distintos y entonces, Fernando dio media vuelta.
Profe: ¡Saúl!
Saúl: ¿Sí?
El profesor le lanzó unas llaves y Saúl las atrapó con dificultad.
Profe: Cierra al salir, por favor… que tengas un lindo día.
Saúl: Gracias, igual usted…
El profesor siguió caminando y Saúl dio un suspiro mientras caminaba hacia el pasillo con diferentes habitaciones y abría la puerta del fondo lentamente…
Track #05: “The world is mine”
Cinthia y Sebastián caminaban por los pasillos en un silencio profundamente incómodo, el cual ella pensaba en cómo romper y él prefería mantener hasta el momento de separarse.
Cinthia: Oye, ¿pasa algo malo?
Sebastián: No, ¿qué podría pasar?
Cinthia: No sé, estás como que muy serio y así… ¿seguro que no te pasa nada?
Sebastián: Mmm… pues nomás que el Individuo se quedó con mi papel y ahora es el consentido del profe¬¬
Cinthia: ¿Seguro que nomás eso?
Sebastián: Seguro^^’
Cinthia: Bueno, es que tú todavía no sabes que Samuel y yo somos…
La mente de Sebastián emitió una alerta en todo su cuerpo, tenía que buscar la forma de interrumpir la noticia, debía escapar de la verdad una vez más porque todavía no estaba listo. Sin embargo, no había manera, esta vez no había nada que pudiese hacer para evitarlo.
Cinthia: …novios y pues, tú eres nuestro mejor amigo y debiste haberlo sabido primero que todo el mundo pero con eso de que ya ni te vemos.
Sebastián se sorprendió por la forma en que su cuerpo había reaccionado: haciendo absolutamente nada. Ni un estremecimiento, ni una lágrima, ninguna señal que le dijera a Cinthia lo que de verdad su amigo estaba sintiendo en esos momentos, pero en su interior todo era distinto. Miles de punzadas habían cruzado por su pecho en un instante y podía sentir los débiles latidos de su corazón, quien ya no soportaba más.
Sebastián sonrió y no podía creer que no sólo lo estaba pensando, sino que de verdad su cuerpo reaccionaba como él quería, sin importar que por dentro todo fuera un torbellino de agonía.
Sebastián: ¡¿De verdad?! ¡Felicidades!^^
Sebastián abrazó a su amiga y ella le correspondió.
Cinthia: Gracias^^
Sebastián: ¿Y desde cuándo?
Cinthia: Desde el lunes, ¿te acuerdas que te dije que sabrías muy pronto quién me gustaba?
Sebastián: Ah, sí… pues me da mucho gusto.
Sebastián sentía la amargura de la hipocresía de sus palabras y miraba la alegre cara de su amiga, todo aquello lo desesperaba, pero no sabía qué más podía hacer.
Cinthia: Y para festejar, ¿qué te parece si vamos al cine mañana?
Sebastián: Me parece perfecto^^
Cinthia: Ok, hasta mañana.
Cinthia siguió caminando y más adelante se encontró con Samuel, ambos voltearon para despedirse de Sebastián pero en el lugar donde se encontraba, ya no había nadie.
Saúl entró al cuarto y saltó al ver a un hombre en él, era un muchacho de unos veintitantos, más alto que él, de piel blanca y cabello castaño y corto. Miró a Saúl mientras se acomodaba sus anteojos y sonrió cálidamente.
Saúl: Aah, perdón. No sabía que había alguien aquí y como estaba abierto y me dijeron que…
Fernando: No te preocupes, ya sabía que vendrías. Estaba recogiendo mis cosas… me llamo Fernando… como el Profe, y tú eres Saúl, ¿verdad?
Saúl: Sí. ¿Y esto…?
Saúl observó el pequeño cuarto con detenimiento y se dio cuenta que era un camerino. Frente a Fernando había un gran espejo rectangular colgado de forma horizontal y con pequeñas bombillas de luz en todo su perímetro, debajo de él había un estante de base grande, donde el joven había puesto una mochila que parecía repleta de distintos objetos. En la pared del fondo había otra puerta; detrás de él se encontraban diferentes clases de ropa enganchadas de un carrito y cuatro pinturas colgadas verticalmente, cada una representaba la misma escena: un hombre con un traje antiguo azul marino, de pie y cuerpo completo mirando hacia al frente, sonriendo y con su cabello peinado hacia atrás. Debajo de cada retrato había una placa con fechas de 4 años cada una que avanzaban consecutivamente.
Fernando: Es tuyo.
Saúl: ¿Cómo?
Fernando: Es tu camerino, también fue mío y de los otros 3 de allá…
Fernando apuntó los retratos y Saúl volvió a mirarlos, esta vez se dio cuenta que éstos no eran copias uno de otro, sino que cada una de las personas retratadas eran diferentes y la tercera era una mujer. También observó que las placas no sólo contenían fechas, en ellas se incluía el nombre de la persona plasmada en cuestión.
Saúl: “Pedro Pedroza”, “Efraín Salas”, “Alicia del Roble” y “Fernando Martínez”… oh, mira, eres tú.
Fernando: Sí, todos hemos representado a Dorian Gray y hemos sido elegidos por el Maestro Fernando desde que entramos a la facultad.
Saúl: ¿Hace lo mismo todos los años?
Fernando: mmm algo así… Desde que se volvió el director del taller, las audiciones las hace cada semestre pero esta obra no la hace todos los años, sólo cada 4 años, cuando su pupilo termina la carrera y se va… como yo, por eso te escogió a ti y si logras que la obra triunfe, él te apoyará muchísimo y te enseñará todo lo que sabe sólo a ti. Es una oportunidad maravillosa, así que no la desperdicies.
Saúl: Y si logro hacerlo bien… ¿estaré ahí?
Saúl apuntó los cuadros.
Fernando: Sí… y no sólo eso, el Maestro te dará lo que pidas, serás su consentido, el mundo será tuyo, Saúl. Aunque en mi opinión creo que ya lo es.
Saúl bajó la cabeza y recordó las palabras de la profesora Cárdenas en la clase anterior: “él se convertirá en la persona más altanera, arrogante, presuntuosa y cínica que hayan conocido en sus vidas, dará órdenes, gritará cuando esté enojado y querrá que todo se haga como mejor le parezca… pero no lo vayan a culpar, la culpa en realidad es de quién lo volverá así, su Maestro Fernando, por supuesto.”
Fernando: Jeje, no te preocupes por la Maestra Cárdenas, “perro que ladra no muerde”.
Saúl: ¿Cómo supiste que…?
Fernando: A mí me hizo lo mismo y a los otros también por lo que sé, menos a la chava… pero mira, no es tan malo, la verás menos cuando pases a sexto porque ya no llevarás “textos dramáticos”…
Saúl: Ah, claro. Ese es un gran alivio¬¬
Fernando: La profe no es mala, sólo es algo “especial” y a veces es bueno escucharla, hace que pongas los pies en la tierra, es como una cachetada de la realidad.
Saúl se mostró pensativo y bajó la mirada.
Fernando: ¡Ánimo! quiero escucharte, dilo.
Saúl: ¿Qué cosa?
Fernando: Que todo esto es tuyo, que el mundo es tuyo.
Saúl: Mmm… se me hace muy tonto xD
Fernando: El truco está en que te lo creas, ya tengo que irme. Suerte… ah por cierto, las llaves que tienes en las manos también son tuyas, abren el teatro, el camerino y el baño.
Saúl: ¿Cómo es que sabes tanto?
Fernando: Experiencia personal y deberías platicar más con la Profe Lupe, la de inglés. Es una chismosa de lo peor. Adiós.
Saúl: Sí, adiós, gracias.
El hombre salió y Saúl miró de nuevo el camerino, se acercó al espejo y vio su cara frente a él. Una sonrisa se dibujo en su rostro.
Saúl: “El mundo es mío” x3
Sebastián corría por el estacionamiento mientras una par de lágrimas resbalaban por sus mejillas, de pronto se detuvo y comenzó a dar vueltas lentamente, buscando la limusina naranja donde debía estar su chofer esperándolo, pero el coche aun no estaba ahí. El joven se llevó las manos a la cabeza y se secó las lágrimas, estaba desesperado por llegar a su casa y encerrarse en su cuarto para tirarse en la cama y dormir durante el resto del día, dormir y no pensar en nada más, dormir con la esperanza de abrir los ojos y que todo hubiese terminado o bien, de no volver a despertar.
Omar: ¿Seba? ¿Te pasa algo?
Sebastián se dio la vuelta y vio a su amigo parado justo detrás de él, quien lo miraba preocupado. Una sensación de profunda nostalgia lo invadió y entonces abrazó a Omar como si su vida dependiera de ello; Omar correspondió el abrazo lentamente al sentir cierta incomodidad, ya que al único hombre al que solía abrazar así era a Saúl.
Omar: Tran-tranquilo.
A varios metros de ahí, Samuel observaba todo y lo malinterpretaba, sin embargo no tenía el suficiente valor para hacer lo que sus entrañas le ordenaban.
Sebastián: Tienes que ir… tú también tienes que ir.
Omar: ¿A dónde?
Sebastián: Al cine; conmigo, Cinthia e Ismael, por favor. Tienes que venir porque no quiero estar solo. No me dejes solo.
Omar se conmovió por las súplicas del muchacho, era la primera vez que lo veía tan desesperado.
Omar: Ta’ bueno, voy a ir contigo pero nomás avísales para que no se molesten.
Sebastián: ¿En serio? ¿Irás? ¿Aun sin que te diga por qué no quiero ir yo solo?
Omar: Claro… tus razones debes tener, pero si no quieres ir a algún lado, no deberías decir que sí.
Sebastián: …Gracias^^
Sebastián abrazó de nuevo a Omar y éste sonrió, para entonces, Saúl se había parado junto a Samuel y ambos contemplaban la escena.
Saúl: >.< Ese maldito estúpido…
Samuel: ¡Sí! >.<
Saúl: Eh… espera, ¿de quién hablas? o.o
Samuel volvió en sí y se sonrojó.
Samuel: De nadie… yo, ¿qué dijiste?
Saúl: Que de quién…
Samuel: Voy para allá…
Samuel caminó hacia Omar y Sebastián, quienes ya se habían soltado.
Samuel: Yo también voy a ir.
Sebastián: ¿A dónde, Ridículo?
Samuel: Al cine…
Sebastián: ¡Tú no vas a ir!
Samuel: Pe-pero…
Sebastián: Nada. No vas a ir¬¬
Samuel: ¡Ismael me invitó! >.<
Sebastián: Ah… ¿enserio?
Samuel: Este… sí, nos vemos mañana.
Samuel lanzó una mirada fugaz de odio hacia Omar quien sólo lo miró extrañado y luego, Samuel pasó su brazo alrededor de la espalda de Sebastián y lo abrazó. Volvió a mirar a Omar, ahora sonriendo maliciosamente mientras Sebastián luchaba por soltarse de él.
Sebastián: ¡Suéltame, Ridículo! ya te he dicho que no me gusta que me toques y menos que me abraces, me sofocan tus brazotes de gorila¬¬’
Samuel se sonrojó de nuevo mientras Omar miraba la escena indiferentemente, luego vio a Saúl caminando por ahí, ignorándolos por completo, parecía algo enojado.
Omar: Creo que alguien nos estaba espiando xD ya me voy antes de que me deje aquí, hasta mañana.
Sebastián: Bye, cuídate.
Omar se fue corriendo tras Saúl; Samuel y Sebastián ya estaban separados.
Samuel: A-a mí nu-nunca me di-dices “cuídate”.
Sebastián: ¿Y luego qué? ¬¬
Samuel: o.o Nada, nada…
Sebastián: ¡Ya llegó Georgie!
Sebastián corrió hacia su limusina y se subió sin mirar atrás.
Samuel: ¿Por qué la vida es tan injusta? u.u’
Saúl: ¿Seguro que no te quieres ir con él? tiene una limusina y hasta te podría dejar en la puerta de tu casa y todo¬¬
Omar: Ya te dije que no… xD
Saúl y Omar iban caminando hacia la parada del camión, el primero parecía llevar mucha prisa pero al escuchar a Omar trató de calmarse y caminó normalmente.
Saúl: ¿Y qué tenía? ¿Por qué te abrazó como yo te abrazo?¬¬
Omar: La verdad no sé… no entiendo por qué te cae tan mal Seba, es un buen chavo nomás que es algo “especial”.
Saúl: Hay demasiada gente “especial” en mi vida¬¬
Mario: ¡Saúl!
Ambos muchachos se dieron la vuelta y vieron a Mario y Jaime acercarse a ellos corriendo.
Mario: ¿Oye estás ocupado mañana?
Saúl: Ehm… no, ¿por?
Mario: Es que quería ir a tu casa o si quieres venir a la mía para ensayar, ¿te acuerdas que el profe dijo que ensayáramos la escena donde me matas?
Saúl: Ah, bueno, yo…
Saúl no se sentía a gusto con la idea de pasar unas horas a solas con ese tipo, el cual se había portado muy grosero con él cada que lo veía y que no le causaba ninguna simpatía.
Mario: Si quieres vamos a mi casa y pues ahí nos puede ayudar Luisa y así…
Saúl se sintió más tranquilo con eso y sintió la necesidad de estar bien preparado para la obra. La escena del asesinato del pintor era, sin duda, una de las más impactantes que se presentarían y recordando lo que su antecesor le había dicho, no podía tomarse la obra a la ligera.
Saúl: Bueno, está bien, mañana saliendo del ensayo vamos a tu casa.
Mario: Sobres, nos vemos.
Mario y Jaime caminaron hacia el metro.
Jaime: ¿Tramas algo no?
Mario: Jaja, que bien me conoces.
Jaime: Pensé que el profe te iba a dar el protagónico con lo que le hiciste.
Mario: Yo también, pero ya no me interesa, quiero vengarme primero.
Jaime: ¿Y la princesita esa te va a ayudar?
Mario: Sí… si quiero seguir en el taller, necesito que no sospechen de mí cuando la obra fracase y para eso, debo ganarme la confianza del Individuo.
Jaime: ¿Y cómo vas a hacer eso? si te has portado bien ogete…
Mario: Para eso tengo miles de excusas, pero igual, si quiero que me crea tiene que confiar en mí. Ese wey y el profe no me van a opacar de esa manera.
Jaime: Jajaja, cálmate, Catalina Creel.
Mario: Jaja, pa’que veas, “yo soy el villano de esta historia” xD
Ambos siguieron caminando y riendo hacia sus casas y así otro día escolar había terminado.
Profe: ¿Tienes hambre, hijo?
Saúl: No, profe. Gracias.
Profe: ¿No se te ofrece nada? ¿Una soda, un refresco?
Saúl: No, no. Estoy bien o.o… gracias^^’
Profe: Bueno, mira, quiero que vayas a un lugar que tengo reservado para ti. Es muy importante que lo conozcas y te quedes ahí para que ensayes y lo que necesites…
Saúl: Eh…
Saúl dudó un momento, dado que las palabras del profesor lo hacían malinterpretar las cosas. Al darse cuenta de esto, el profesor trató de repararlo.
Profe: No, no. No pienses mal, es aquí mismo dentro del teatro y además irás tú solo.
Saúl: Bueno…
Profe: Vete por detrás del escenario, ahí encontrarás varios cuartos, ve al que está al fondo y entra, mañana me dices qué te pareció.
Saúl: Sí, ok.
El profesor y Saúl caminaron un poco por caminos distintos y entonces, Fernando dio media vuelta.
Profe: ¡Saúl!
Saúl: ¿Sí?
El profesor le lanzó unas llaves y Saúl las atrapó con dificultad.
Profe: Cierra al salir, por favor… que tengas un lindo día.
Saúl: Gracias, igual usted…
El profesor siguió caminando y Saúl dio un suspiro mientras caminaba hacia el pasillo con diferentes habitaciones y abría la puerta del fondo lentamente…
Track #05: “The world is mine”
Cinthia y Sebastián caminaban por los pasillos en un silencio profundamente incómodo, el cual ella pensaba en cómo romper y él prefería mantener hasta el momento de separarse.
Cinthia: Oye, ¿pasa algo malo?
Sebastián: No, ¿qué podría pasar?
Cinthia: No sé, estás como que muy serio y así… ¿seguro que no te pasa nada?
Sebastián: Mmm… pues nomás que el Individuo se quedó con mi papel y ahora es el consentido del profe¬¬
Cinthia: ¿Seguro que nomás eso?
Sebastián: Seguro^^’
Cinthia: Bueno, es que tú todavía no sabes que Samuel y yo somos…
La mente de Sebastián emitió una alerta en todo su cuerpo, tenía que buscar la forma de interrumpir la noticia, debía escapar de la verdad una vez más porque todavía no estaba listo. Sin embargo, no había manera, esta vez no había nada que pudiese hacer para evitarlo.
Cinthia: …novios y pues, tú eres nuestro mejor amigo y debiste haberlo sabido primero que todo el mundo pero con eso de que ya ni te vemos.
Sebastián se sorprendió por la forma en que su cuerpo había reaccionado: haciendo absolutamente nada. Ni un estremecimiento, ni una lágrima, ninguna señal que le dijera a Cinthia lo que de verdad su amigo estaba sintiendo en esos momentos, pero en su interior todo era distinto. Miles de punzadas habían cruzado por su pecho en un instante y podía sentir los débiles latidos de su corazón, quien ya no soportaba más.
Sebastián sonrió y no podía creer que no sólo lo estaba pensando, sino que de verdad su cuerpo reaccionaba como él quería, sin importar que por dentro todo fuera un torbellino de agonía.
Sebastián: ¡¿De verdad?! ¡Felicidades!^^
Sebastián abrazó a su amiga y ella le correspondió.
Cinthia: Gracias^^
Sebastián: ¿Y desde cuándo?
Cinthia: Desde el lunes, ¿te acuerdas que te dije que sabrías muy pronto quién me gustaba?
Sebastián: Ah, sí… pues me da mucho gusto.
Sebastián sentía la amargura de la hipocresía de sus palabras y miraba la alegre cara de su amiga, todo aquello lo desesperaba, pero no sabía qué más podía hacer.
Cinthia: Y para festejar, ¿qué te parece si vamos al cine mañana?
Sebastián: Me parece perfecto^^
Cinthia: Ok, hasta mañana.
Cinthia siguió caminando y más adelante se encontró con Samuel, ambos voltearon para despedirse de Sebastián pero en el lugar donde se encontraba, ya no había nadie.
Saúl entró al cuarto y saltó al ver a un hombre en él, era un muchacho de unos veintitantos, más alto que él, de piel blanca y cabello castaño y corto. Miró a Saúl mientras se acomodaba sus anteojos y sonrió cálidamente.
Saúl: Aah, perdón. No sabía que había alguien aquí y como estaba abierto y me dijeron que…
Fernando: No te preocupes, ya sabía que vendrías. Estaba recogiendo mis cosas… me llamo Fernando… como el Profe, y tú eres Saúl, ¿verdad?
Saúl: Sí. ¿Y esto…?
Saúl observó el pequeño cuarto con detenimiento y se dio cuenta que era un camerino. Frente a Fernando había un gran espejo rectangular colgado de forma horizontal y con pequeñas bombillas de luz en todo su perímetro, debajo de él había un estante de base grande, donde el joven había puesto una mochila que parecía repleta de distintos objetos. En la pared del fondo había otra puerta; detrás de él se encontraban diferentes clases de ropa enganchadas de un carrito y cuatro pinturas colgadas verticalmente, cada una representaba la misma escena: un hombre con un traje antiguo azul marino, de pie y cuerpo completo mirando hacia al frente, sonriendo y con su cabello peinado hacia atrás. Debajo de cada retrato había una placa con fechas de 4 años cada una que avanzaban consecutivamente.
Fernando: Es tuyo.
Saúl: ¿Cómo?
Fernando: Es tu camerino, también fue mío y de los otros 3 de allá…
Fernando apuntó los retratos y Saúl volvió a mirarlos, esta vez se dio cuenta que éstos no eran copias uno de otro, sino que cada una de las personas retratadas eran diferentes y la tercera era una mujer. También observó que las placas no sólo contenían fechas, en ellas se incluía el nombre de la persona plasmada en cuestión.
Saúl: “Pedro Pedroza”, “Efraín Salas”, “Alicia del Roble” y “Fernando Martínez”… oh, mira, eres tú.
Fernando: Sí, todos hemos representado a Dorian Gray y hemos sido elegidos por el Maestro Fernando desde que entramos a la facultad.
Saúl: ¿Hace lo mismo todos los años?
Fernando: mmm algo así… Desde que se volvió el director del taller, las audiciones las hace cada semestre pero esta obra no la hace todos los años, sólo cada 4 años, cuando su pupilo termina la carrera y se va… como yo, por eso te escogió a ti y si logras que la obra triunfe, él te apoyará muchísimo y te enseñará todo lo que sabe sólo a ti. Es una oportunidad maravillosa, así que no la desperdicies.
Saúl: Y si logro hacerlo bien… ¿estaré ahí?
Saúl apuntó los cuadros.
Fernando: Sí… y no sólo eso, el Maestro te dará lo que pidas, serás su consentido, el mundo será tuyo, Saúl. Aunque en mi opinión creo que ya lo es.
Saúl bajó la cabeza y recordó las palabras de la profesora Cárdenas en la clase anterior: “él se convertirá en la persona más altanera, arrogante, presuntuosa y cínica que hayan conocido en sus vidas, dará órdenes, gritará cuando esté enojado y querrá que todo se haga como mejor le parezca… pero no lo vayan a culpar, la culpa en realidad es de quién lo volverá así, su Maestro Fernando, por supuesto.”
Fernando: Jeje, no te preocupes por la Maestra Cárdenas, “perro que ladra no muerde”.
Saúl: ¿Cómo supiste que…?
Fernando: A mí me hizo lo mismo y a los otros también por lo que sé, menos a la chava… pero mira, no es tan malo, la verás menos cuando pases a sexto porque ya no llevarás “textos dramáticos”…
Saúl: Ah, claro. Ese es un gran alivio¬¬
Fernando: La profe no es mala, sólo es algo “especial” y a veces es bueno escucharla, hace que pongas los pies en la tierra, es como una cachetada de la realidad.
Saúl se mostró pensativo y bajó la mirada.
Fernando: ¡Ánimo! quiero escucharte, dilo.
Saúl: ¿Qué cosa?
Fernando: Que todo esto es tuyo, que el mundo es tuyo.
Saúl: Mmm… se me hace muy tonto xD
Fernando: El truco está en que te lo creas, ya tengo que irme. Suerte… ah por cierto, las llaves que tienes en las manos también son tuyas, abren el teatro, el camerino y el baño.
Saúl: ¿Cómo es que sabes tanto?
Fernando: Experiencia personal y deberías platicar más con la Profe Lupe, la de inglés. Es una chismosa de lo peor. Adiós.
Saúl: Sí, adiós, gracias.
El hombre salió y Saúl miró de nuevo el camerino, se acercó al espejo y vio su cara frente a él. Una sonrisa se dibujo en su rostro.
Saúl: “El mundo es mío” x3
Sebastián corría por el estacionamiento mientras una par de lágrimas resbalaban por sus mejillas, de pronto se detuvo y comenzó a dar vueltas lentamente, buscando la limusina naranja donde debía estar su chofer esperándolo, pero el coche aun no estaba ahí. El joven se llevó las manos a la cabeza y se secó las lágrimas, estaba desesperado por llegar a su casa y encerrarse en su cuarto para tirarse en la cama y dormir durante el resto del día, dormir y no pensar en nada más, dormir con la esperanza de abrir los ojos y que todo hubiese terminado o bien, de no volver a despertar.
Omar: ¿Seba? ¿Te pasa algo?
Sebastián se dio la vuelta y vio a su amigo parado justo detrás de él, quien lo miraba preocupado. Una sensación de profunda nostalgia lo invadió y entonces abrazó a Omar como si su vida dependiera de ello; Omar correspondió el abrazo lentamente al sentir cierta incomodidad, ya que al único hombre al que solía abrazar así era a Saúl.
Omar: Tran-tranquilo.
A varios metros de ahí, Samuel observaba todo y lo malinterpretaba, sin embargo no tenía el suficiente valor para hacer lo que sus entrañas le ordenaban.
Sebastián: Tienes que ir… tú también tienes que ir.
Omar: ¿A dónde?
Sebastián: Al cine; conmigo, Cinthia e Ismael, por favor. Tienes que venir porque no quiero estar solo. No me dejes solo.
Omar se conmovió por las súplicas del muchacho, era la primera vez que lo veía tan desesperado.
Omar: Ta’ bueno, voy a ir contigo pero nomás avísales para que no se molesten.
Sebastián: ¿En serio? ¿Irás? ¿Aun sin que te diga por qué no quiero ir yo solo?
Omar: Claro… tus razones debes tener, pero si no quieres ir a algún lado, no deberías decir que sí.
Sebastián: …Gracias^^
Sebastián abrazó de nuevo a Omar y éste sonrió, para entonces, Saúl se había parado junto a Samuel y ambos contemplaban la escena.
Saúl: >.< Ese maldito estúpido…
Samuel: ¡Sí! >.<
Saúl: Eh… espera, ¿de quién hablas? o.o
Samuel volvió en sí y se sonrojó.
Samuel: De nadie… yo, ¿qué dijiste?
Saúl: Que de quién…
Samuel: Voy para allá…
Samuel caminó hacia Omar y Sebastián, quienes ya se habían soltado.
Samuel: Yo también voy a ir.
Sebastián: ¿A dónde, Ridículo?
Samuel: Al cine…
Sebastián: ¡Tú no vas a ir!
Samuel: Pe-pero…
Sebastián: Nada. No vas a ir¬¬
Samuel: ¡Ismael me invitó! >.<
Sebastián: Ah… ¿enserio?
Samuel: Este… sí, nos vemos mañana.
Samuel lanzó una mirada fugaz de odio hacia Omar quien sólo lo miró extrañado y luego, Samuel pasó su brazo alrededor de la espalda de Sebastián y lo abrazó. Volvió a mirar a Omar, ahora sonriendo maliciosamente mientras Sebastián luchaba por soltarse de él.
Sebastián: ¡Suéltame, Ridículo! ya te he dicho que no me gusta que me toques y menos que me abraces, me sofocan tus brazotes de gorila¬¬’
Samuel se sonrojó de nuevo mientras Omar miraba la escena indiferentemente, luego vio a Saúl caminando por ahí, ignorándolos por completo, parecía algo enojado.
Omar: Creo que alguien nos estaba espiando xD ya me voy antes de que me deje aquí, hasta mañana.
Sebastián: Bye, cuídate.
Omar se fue corriendo tras Saúl; Samuel y Sebastián ya estaban separados.
Samuel: A-a mí nu-nunca me di-dices “cuídate”.
Sebastián: ¿Y luego qué? ¬¬
Samuel: o.o Nada, nada…
Sebastián: ¡Ya llegó Georgie!
Sebastián corrió hacia su limusina y se subió sin mirar atrás.
Samuel: ¿Por qué la vida es tan injusta? u.u’
Saúl: ¿Seguro que no te quieres ir con él? tiene una limusina y hasta te podría dejar en la puerta de tu casa y todo¬¬
Omar: Ya te dije que no… xD
Saúl y Omar iban caminando hacia la parada del camión, el primero parecía llevar mucha prisa pero al escuchar a Omar trató de calmarse y caminó normalmente.
Saúl: ¿Y qué tenía? ¿Por qué te abrazó como yo te abrazo?¬¬
Omar: La verdad no sé… no entiendo por qué te cae tan mal Seba, es un buen chavo nomás que es algo “especial”.
Saúl: Hay demasiada gente “especial” en mi vida¬¬
Mario: ¡Saúl!
Ambos muchachos se dieron la vuelta y vieron a Mario y Jaime acercarse a ellos corriendo.
Mario: ¿Oye estás ocupado mañana?
Saúl: Ehm… no, ¿por?
Mario: Es que quería ir a tu casa o si quieres venir a la mía para ensayar, ¿te acuerdas que el profe dijo que ensayáramos la escena donde me matas?
Saúl: Ah, bueno, yo…
Saúl no se sentía a gusto con la idea de pasar unas horas a solas con ese tipo, el cual se había portado muy grosero con él cada que lo veía y que no le causaba ninguna simpatía.
Mario: Si quieres vamos a mi casa y pues ahí nos puede ayudar Luisa y así…
Saúl se sintió más tranquilo con eso y sintió la necesidad de estar bien preparado para la obra. La escena del asesinato del pintor era, sin duda, una de las más impactantes que se presentarían y recordando lo que su antecesor le había dicho, no podía tomarse la obra a la ligera.
Saúl: Bueno, está bien, mañana saliendo del ensayo vamos a tu casa.
Mario: Sobres, nos vemos.
Mario y Jaime caminaron hacia el metro.
Jaime: ¿Tramas algo no?
Mario: Jaja, que bien me conoces.
Jaime: Pensé que el profe te iba a dar el protagónico con lo que le hiciste.
Mario: Yo también, pero ya no me interesa, quiero vengarme primero.
Jaime: ¿Y la princesita esa te va a ayudar?
Mario: Sí… si quiero seguir en el taller, necesito que no sospechen de mí cuando la obra fracase y para eso, debo ganarme la confianza del Individuo.
Jaime: ¿Y cómo vas a hacer eso? si te has portado bien ogete…
Mario: Para eso tengo miles de excusas, pero igual, si quiero que me crea tiene que confiar en mí. Ese wey y el profe no me van a opacar de esa manera.
Jaime: Jajaja, cálmate, Catalina Creel.
Mario: Jaja, pa’que veas, “yo soy el villano de esta historia” xD
Ambos siguieron caminando y riendo hacia sus casas y así otro día escolar había terminado.
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