Playlist (Cap. 12)
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Playlist (Cap. 12)
Sebastián Sena fingía poner atención al profesor Fernando en clase de apreciación a las artes, pero en realidad se estaba dedicando a mirar a Ismael y recordar que había estado a punto de no volverlo a ver. Desde aquel día se había prometido a sí mismo que no volvería a pelear con él y que también trataría de no hacerle notar su malhumor.
Saúl: Sácalo.
Sebastián se exaltó un poco y miró inmediatamente a Saúl, quien ya no llevaba sus muletas y los yesos, y lo miraba fijamente con su mano derecha extendida hacia él.
Sebastián: ¿Qué? o.o
Saúl: ¿No oíste? Que ya tenemos que entregarle el trabajo que hicimos en equipo. Sácalo para ponerle los nombres.
Sebastián: Ah, sí.
Sebastián buscó en su mochila y sacó varias hojas engrapadas.
Sebastián: Falta ponerle tu nombre… a ver…
Sebastián tomó una pluma y estuvo a punto de escribir cuando se detuvo.
Sebastián: ¿“Individuo” se escribe con “b” o con “v”?
Saúl: Yo le pongo el nombre¬¬
Saúl le arrebató el trabajo y luego de ponerle su nombre, él mismo fue a entregarlo. Después de recibir todos los trabajos, el profesor se puso de pie y se dirigió a sus alumnos.
Profe: No se les olvide que este viernes voy a revisarles todo el libro, así que espero que ya le hayan avanzado porque es mucho.
Luego de decirlo, el profesor les dio la indicación de que podían salir y todos se fueron casi corriendo. Sebastián se había retrasado mientras guardaba sus cosas e Ismael se acercó a él cargando su mochila en un hombro.
Ismael: Qué onda, Seba.
Sebastián: Hola, Ismael. Perdón pero no puedo hablar mucho porque tengo que ir al taller de teatro ya, porque la obra es el viernes y tenemos mucho que ensayar todavía.
Ismael: Sí, nomás quería pedirte que si me podías prestar tu libro de artes.
Sebastián: Pues de que puedo, puedo. Pero yo no tengo nada contestado^^’
Ismael: Ya sé, por eso te lo pido a ti. Lo quiero para sacarle copias xD mi casa se inundó en lo del huracán y ese libro se me deshizo todo.
Sebastián: Oh. Sí…
Sebastián buscó su libro y se lo entregó.
Ismael: Si quieres yo te lo contesto^^
Sebastián: No, no tienes…
Ismael: Ándale, que es mucho y tú estás muy ocupado. Sabes que lo necesitas.
Sebastián: Muchas gracias. Ya me voy.
Sebastián tomó sus cosas y se fue corriendo al teatro Hamlet. Lo que no sabía era que lo que acababa de hacer, era decidir el rumbo que tomarían las cosas de ahora en adelante. Todo por prestar un común y corriente libro de artes sin contestar.
Track #12: “Telephone”
Tres semanas antes de aquello, los integrantes del taller de teatro y su director se encontraban tan nerviosos como cuando presentaron la primera obra. Aquel día saldrían a escena para interpretar “La Odisea” y temían porque no estaban seguros de que Mario hiciera un buen trabajo interpretando al protagonista. Éste se encontraba en el camerino, mirando hacia un punto en el suelo pero sin prestarle atención mientras todos los demás corrían a su alrededor, preparándose para salir a escena. Su hermana lo notó, como siempre notaba cuando le ocurría algo y se sentó a su lado.
Luisana: ¿Nervioso?
Mario: Más o menos. ¿Tú?
Luisana: No, ya estoy acostumbrada^^
Mario la miró fijamente y eso lo sumergió más en el último pensamiento que había tenido. Saúl había salvado a su hermana, eso no había podido olvidarlo y creía que no lo olvidaría nunca, y cuando pensaba en que a Saúl podía haberle pasado algo más grave, un gran temor sacudía su cuerpo y lo hacía querer apartar todos esos pensamientos y darse cuenta de que ya todo estaba bien, excepto lo que estaba haciéndole al muchacho que salvó a una persona tan importante para él.
Luisana: ¿Entonces qué le pasa a Onii-san?
Mario: …Nada.
Luisana: No le sirve de nada a Onii-san decirme mentiras.
Mario: Bueno, es que no te puedo contar así bien… pero, es que hay una persona a la que yo… creo que quiero más de lo que me había imaginado y siento que le estoy haciendo algo horrible, pero si le digo la verdad, no sé si pueda perdonarme.
Luisana trató de pensar en quién era esa persona y en cuáles circunstancias podía estar metido su hermano, pero decidió dejar aquello de lado y ayudarlo sólo sabiendo eso.
Luisana: Bueno, yo pienso que…
Profe: Todos a escena, ya.
Luisana: Que a lo mejor…
Profe: órale, Mario. Eres el primero que aparece.
Mario se levantó, miró a Luisana con resignación y salió del camerino mientras ella chistaba los dientes y salía también.
Saúl estaba sentado entre el público, con sus muletas y sus yesos y aplaudió tanto como pudo al ver que la obra iniciaba. A pesar de que no había salido él, la obra estuvo muy bien pero no tanto como la anterior. De todas maneras el taller estaba contento y satisfecho.
Mario regresó al camerino y estuvo a punto de quitarse la ropa griega cuando vio entrar a Saúl, quien se movía con lentitud y dificultad.
Mario: No debes moverte tanto.
Saúl: Pero te quería ver, además si el doctor me dio las muletas es para que pueda caminar por mí mismo.
Mario: Debió de darte una silla de ruedas… y de todas formas no debes abusar.
Saúl: Ya, no vine a que me regañaras… te ves tan sensual con ese traje.
Saúl se acercó a Mario y tocó la parte de su pecho que no estaba tan cubierta por el disfraz y lo besó tiernamente hasta que todos los demás entraron. Ambos se soltaron inmediatamente y rieron un poco.
Mario: Me hubiera gustado ver cómo se te miraba a ti. ¿No quieres ir a mi casa? Ahorita no hay nadie.
Saúl: ¿Y Luisana?
Mario: Mmm… le digo que se vaya a algún lado, o nos encerramos en mi cuarto. No se escucha.
Saúl: No sé…
Mario: ¿No quieres?
Mario miró a Saúl con ojos tristes, tratando de convencerlo y éste sonrió mirándolo a los ojos.
Saúl: Sabes que sí quiero.
Mario: ¿Entonces?
Saúl: Que… es difícil. Es que me da… mmm… ¿miedo?
Mario: Pero por qué si soy yo.
Saúl: No se trata de con quien sea.
Mario levantó una ceja y miró a Saúl muy serio.
Mario: ¿Osea que has pensado hacerlo con alguien más?
Saúl: Yo no dije eso xD
Mario: ¿Entonces? Es que no te entiendo, Saúl.
Saúl: Yo tampoco, pero no te enojes.
Mario: No estoy enojado.
Saúl: A que sí >.<
Saúl miró hacia otra parte, avergonzado de sí mismo por no poder satisfacer a su novio en ese aspecto. Entonces vio un teléfono celular apagado dentro de la mochila abierta de Mario.
Saúl: ¿Ya no prendió?
Mario: No, desde que se mojó ya no quiso prender. Pero me voy a comprar otro.
Saúl tomó el teléfono y lo miró sin pensar en él. Mario lo notó, miró hacia ambos lados esperando no encontrar a Luisana cerca y al hacerlo abrazó a Saúl por la cintura y lo besó nuevamente con mucha suavidad y cariño. Saúl metió el celular en su pantalón para poder abrazarlo también.
Mario: No te preocupes, enserio no estoy enojado.
Saúl le sonrió y se sonrojó un poco al escuchar los chiflidos de sus compañeros.
Saúl: ¿Y si le dicen a Luisana?
Mario: Mmm, ya que^^
Pero Luisana estaba muy entretenida con Omar, ambos se encontraban cerca del escenario y el teatro ya casi estaba vacío. Ella sostenía las rosas que él le había llevado de nuevo, los dos se reían sin parar de tonterías que en realidad no tenían gracia y se miraban a los ojos constantemente.
Luisana: Oye, ¿y si vamos a la conve mañana?
Omar: ¿A la “conve”?
Luisana: Sí, a la de anime, manga y juegos…
Omar: …de mesa, sí, ya sé cuál. Pero la verdad es que a mí casi no me llama la atención eso, a Saúl es a quien deberías de invitar porque sí le gusta y…
Luisana se tornó algo seria y Omar pensó en la estupidez que acababa de decir.
Omar: Pero por tratarse de ti, iré…
Luisana lo miró sin cambiar de expresión.
Luisana: No, si no quieres ir no tienes que hacerlo. Tengo que cambiarme.
Omar la sostuvo del brazo antes de que se fuera.
Omar: Sí quiero ir, enserio.
Luisana sonrió y él se tranquilizó al verla. Entonces la soltó y siguieron platicando.
Las siguientes semanas pasaron rápido. Los alumnos estaban ocupados con trabajos finales, ensayos, contestar libros, exámenes y sus problemas personales. Pero toda aquella presión solo podía significar una cosa: el final del semestre.
La última obra que presentarían los del taller sería “Vaselina” ya que el profesor Fernando seguía entusiasmado con la idea de mezclar el baile, canto y actuación. Por fin, los alumnos del taller de baile podrían participar. Mario se había quejado por el papel que el profesor le había dado, sería de nuevo alguien sin tanta importancia y Saúl le había dicho que podía pedirle que se lo cambiara pero él se negó.
Al principio de los ensayos, Saúl se había limitado a mirar cómo bailaban los demás y tratar de aprenderse las coreografías así hasta que pudiese bailarlas. Aunque no tardaron tanto en quitarle el yeso de la pierna, y el del brazo se lo quitaron una semana antes de la obra.
Un día antes de la presentación, Sebastián caminaba por los pasillos de la Facultad, se dirigía con prisas y se veía muy cansado. Había estado muy presionado por los exámenes y los ensayos y los trabajos finales y Cinthia e Ismael y temía dejar materias en segunda oportunidad. Entonces encontró a Samuel, quien parecía estar muy triste y Sebastián recordó que tenía mucho sin verlo.
Samuel: Hola, Sebastián.
Sebastián: Hola, ya no te he visto en los ensayos.
Samuel: Es que me salí del taller…
Sebastián: ¿Ah sí? ¿Por qué?
Sebastián se impresionó un poco por mostrarse tan interesado en él, entonces se dio cuenta que de verdad debía estar muy cansado.
Samuel: Bueno, es que me voy mañana después de entregarle el libro al profe. Ya no tengo nada más que hacer aquí.
Sebastián sintió un ligero escalofrío al escuchar aquello, un pensamiento llegó a su mente pero lo bloqueó de inmediato y siguió diciendo lo primero que se le ocurrió.
Sebastián: Mmm, ¿y a dónde te vas?
Samuel: Con mis papás al DF.
Sebastián: Tú me dijiste que… había algo que tenías que hacer antes de irte.
Samuel: Ah, sí. Es que estoy enamorado de alguien y me habría gustado que esa persona lo supiera… pero ahora no tiene caso.
Sebastián se sorprendió de nuevo al escucharlo y por primera vez notó que Samuel no era tan idiota como pensaba y que también tenía sentimientos, sus propios problemas y pensamientos. También se preguntó quién sería la “desafortunada” y entonces notó que Samuel se acercó a él y le dio un abrazo. Ese fue diferente a los demás, era cálido y agradable. Sebastián se sintió protegido y que podría quedarse descansando ahí unos momentos, que podía llorar hasta quedarse dormido y que no le pasaría absolutamente nada, olió el dulce aroma de Samuel y se extrañó al notar todo eso, porque ahora Samuel le parecía tan diferente a como era antes. Ya no estaba presumiendo sobre sus músculos ni diciendo bobadas o interrumpiéndolo cuando estaba con Ismael. Entonces se arrepintió de no haberlo tratado un poco más, tal vez se había llevado una mala impresión de él. Y mientras pensaba todo eso, Samuel lo soltó y lo miró a los ojos.
Samuel: Bueno, adiós Sebastián. Tal vez nos encontremos mañana…
Sebastián sintió que debía decir algo pero no supo cuáles eran las palabras, Samuel sonrió y siguió caminando.
Sebastián: ¡Sa-samuel!
Samuel se dio la vuelta y miró a Sebastián, sus ojos se encontraron por un pequeño instante. Era la primera vez que escuchaba que Sebastián lo llamaba por su nombre.
Sebastián: …Adiós.
Samuel asintió con la cabeza y continuó con su camino, al igual que Sebastián.
Saúl se había quedado de ver con Omar para irse juntos a sus casas, ese día Mario había vuelto a hacerle invitaciones a su casa pero él había inventado pretextos para no ir. De todas formas, seguía sintiéndose incómodo por aquella situación y necesitaba hablarlo con alguien. Entonces Omar apareció.
Omar: ¿Ya nos vamos?
Saúl: Mmm, sí.
Omar: ¿Qué tienes? o.o
Saúl: Nada, bueno sí tengo algo pero… no sé si esté bien hablarlo contigo.
Omar: ¿Por qué no?
Saúl: Porque nosotros no hablamos de este tipo de cosas.
Omar: ¿De qué cosas?
Saúl: Pues… de… sexo.
Omar: ¿Qué quieres saber?
Saúl: No quiero saber nada¬¬ Lo que pasa es que… Mario quiere que…
Omar: Aaaah, ¿y tú no?
Saúl: Sí, pero es que él ya tiene experiencia y yo creo que me voy a sentir muy tonto y sin saber qué hacer.
Omar: Jajajaja, pero mira, a algunos hombres les gusta ser quienes dirijan a su pareja, quienes les “enseñen”.
Saúl: Sí, algo así me dijo una vez.
Omar: ¿Pero estás seguro que sí quieres? Porque creo que te va a doler.
Saúl: Cállate, Idiota¬¬
Omar: xD
Omar se puso serio y tomó a Saúl de los hombros.
Omar: Lo importante aquí no es lo que pensemos nosotros, sino lo que sientas tú. Si quieres hacerlo y te sientes seguro, pues hazlo. Sólo protégete, pero no hagas nada hasta que no te sientas preparado.
Saúl asintió con la cabeza y ambos se fueron caminando.
Y así llegó el gran día, el último de clases y el de la presentación de la obra final. Saúl se había sentado tranquilamente en la mesa de su casa para desayunar, su madre estaba frente a la estufa preparando algo.
Mamá: ¿Seguro que no se te hace tarde?
Saúl: Nah, ya no tengo clases. Nomás vamos a dejar el libro de artes.
La señora siguió cocinando cuando pareció recordar algo.
Mamá: Ah, sí…
La mujer se acercó a un cajón y de él sacó un celular apagado.
Mamá: Encontré esto en uno de tus pantalones y se me había olvidado decirte, es que ya casi ni nos veíamos.
Saúl tomó el teléfono y lo reconoció, era el de Mario que había guardado en su pantalón y ya no se lo había devuelto.
Saúl: Ah, sí. Es de un amigo de la Facu… pero ya no sirve. Se mojó.
Mamá: Pero algunos prenden cuando se secan.
Saúl: ¿Sí verdad?
Saúl oprimió el botón de encendido mientras su mamá le servía el desayuno, pero nada pasó.
Mamá: Voy a salir, nos vemos al rato. Ten cuidado.
Saúl: Sí, ma. Adiós.
Saúl siguió mirando el teléfono y decidió quitarle la tapa. Al verlo se dio cuenta que la batería estaba colocada al revés y después de reírse de lo tonto que era Mario, la acomodó y encendió el celular. Funcionaba perfectamente, y entonces comenzó a sonar para indicar que tenía nueve llamadas perdidas, ocho mensajes de voz y cinco mensajes de texto de una tal “Jennifer”. Saúl dudó un momento, pero decidió revisar los mensajes tratando de convencerse a sí mismo que Mario le tenía la suficiente confianza como para molestarse. Los mensajes tenían pequeñas frases que decían: “Te necesito”, “¿x ke no me has llamado?”, “¿cuándo nos vemos?”, “¿x ke nunca traes prendido el cel?” y “pásame el num de tu casa para hablarte ahí”. Saúl sintió un mucho de celos al leerlos, pero luego de tranquilizarse decidió hablarlo tranquilamente con él para que no hubiese malentendidos. Se levantó de la mesa y fue por sus cosas y al volver, se dio cuenta que el celular tenía una llamada perdida de Jennifer. Entonces comenzó a molestarle otra vez y recordó fugazmente que su rival de la preparatoria tenía el mismo nombre, y de pronto el teléfono celular timbró otra vez. Saúl miró la pantalla, era una llamada de Jennifer y dudó un momento en contestarle. Quizá sólo debía decirle que Mario no traía su celular y que lo llamara de nuevo, tal vez eran buenos amigos aunque él nunca la había mencionado, a lo mejor debía contestarle… fue así como Saúl oprimió el botón y puso el teléfono en su oído.
Sebastián llegó al salón esperando encontrarse con Samuel, no entendía por qué pero le parecía que debía decirle algo más antes de que no se volvieran a ver nunca. Tenía esa sensación en el pecho que avisa cuando algo está mal o en una situación preocupante y que no se desvanece hasta que aquello se arregla, y a pesar de todas las preocupaciones que Sebastián tenía encima creía que aquella sensación sólo tenía que ver con Samuel. Al abrir la puerta del salón y avanzar un poco vio a Ismael pararse de su asiento y sonreírle, llevaba su libro en las manos. Sebastián miró la gracia de su cabello al moverse y la forma en que se acomodaba los lentes mientras se acercaba a él, pero no se dio cuenta que el libro no estaba siendo bien sostenido y que fácilmente se resbaló de las manos de Ismael aunque éste alcanzó a tomarlo de la contraportada. De ella y la última página del libro, colgaba un “sobre rosa que contenía una carta dirigida a Ismael” y que Sebastián no había vuelto a ver desde aquel día en el que su vida comenzó a ser un infierno, cuando vio a su mejor amiga y al chico que le gustaba dándose un beso y comenzando su noviazgo. Aquel sobre que había dejado caer dentro de su mochila sin siquiera ver que se había atorado entre la última página de su libro de artes y la contraportada del mismo, el cual Sebastián nunca se preocupó por hojear. Toda esa escena se había presentado en la mente de Sebastián Sena mientras veía cómo Ismael levantaba el sobre del suelo y lo abría al ver su nombre en él. Sebastián quiso correr y arrebatársela pero sus piernas no se movían, y además ya era demasiado tarde. El mundo comenzó a nublarse y a dar vueltas alrededor de él mientras Ismael se sorprendía con lo que iba leyendo. Todo se oscureció de repente para Sebastián y sólo alcanzó a escuchar la voz de alguien gritando su nombre mientras todo el mundo se le caía encima y su cuerpo se desvanecía sobre el suelo.
Siguiente Track, Final de temporada.
Saúl: Sácalo.
Sebastián se exaltó un poco y miró inmediatamente a Saúl, quien ya no llevaba sus muletas y los yesos, y lo miraba fijamente con su mano derecha extendida hacia él.
Sebastián: ¿Qué? o.o
Saúl: ¿No oíste? Que ya tenemos que entregarle el trabajo que hicimos en equipo. Sácalo para ponerle los nombres.
Sebastián: Ah, sí.
Sebastián buscó en su mochila y sacó varias hojas engrapadas.
Sebastián: Falta ponerle tu nombre… a ver…
Sebastián tomó una pluma y estuvo a punto de escribir cuando se detuvo.
Sebastián: ¿“Individuo” se escribe con “b” o con “v”?
Saúl: Yo le pongo el nombre¬¬
Saúl le arrebató el trabajo y luego de ponerle su nombre, él mismo fue a entregarlo. Después de recibir todos los trabajos, el profesor se puso de pie y se dirigió a sus alumnos.
Profe: No se les olvide que este viernes voy a revisarles todo el libro, así que espero que ya le hayan avanzado porque es mucho.
Luego de decirlo, el profesor les dio la indicación de que podían salir y todos se fueron casi corriendo. Sebastián se había retrasado mientras guardaba sus cosas e Ismael se acercó a él cargando su mochila en un hombro.
Ismael: Qué onda, Seba.
Sebastián: Hola, Ismael. Perdón pero no puedo hablar mucho porque tengo que ir al taller de teatro ya, porque la obra es el viernes y tenemos mucho que ensayar todavía.
Ismael: Sí, nomás quería pedirte que si me podías prestar tu libro de artes.
Sebastián: Pues de que puedo, puedo. Pero yo no tengo nada contestado^^’
Ismael: Ya sé, por eso te lo pido a ti. Lo quiero para sacarle copias xD mi casa se inundó en lo del huracán y ese libro se me deshizo todo.
Sebastián: Oh. Sí…
Sebastián buscó su libro y se lo entregó.
Ismael: Si quieres yo te lo contesto^^
Sebastián: No, no tienes…
Ismael: Ándale, que es mucho y tú estás muy ocupado. Sabes que lo necesitas.
Sebastián: Muchas gracias. Ya me voy.
Sebastián tomó sus cosas y se fue corriendo al teatro Hamlet. Lo que no sabía era que lo que acababa de hacer, era decidir el rumbo que tomarían las cosas de ahora en adelante. Todo por prestar un común y corriente libro de artes sin contestar.
Track #12: “Telephone”
Tres semanas antes de aquello, los integrantes del taller de teatro y su director se encontraban tan nerviosos como cuando presentaron la primera obra. Aquel día saldrían a escena para interpretar “La Odisea” y temían porque no estaban seguros de que Mario hiciera un buen trabajo interpretando al protagonista. Éste se encontraba en el camerino, mirando hacia un punto en el suelo pero sin prestarle atención mientras todos los demás corrían a su alrededor, preparándose para salir a escena. Su hermana lo notó, como siempre notaba cuando le ocurría algo y se sentó a su lado.
Luisana: ¿Nervioso?
Mario: Más o menos. ¿Tú?
Luisana: No, ya estoy acostumbrada^^
Mario la miró fijamente y eso lo sumergió más en el último pensamiento que había tenido. Saúl había salvado a su hermana, eso no había podido olvidarlo y creía que no lo olvidaría nunca, y cuando pensaba en que a Saúl podía haberle pasado algo más grave, un gran temor sacudía su cuerpo y lo hacía querer apartar todos esos pensamientos y darse cuenta de que ya todo estaba bien, excepto lo que estaba haciéndole al muchacho que salvó a una persona tan importante para él.
Luisana: ¿Entonces qué le pasa a Onii-san?
Mario: …Nada.
Luisana: No le sirve de nada a Onii-san decirme mentiras.
Mario: Bueno, es que no te puedo contar así bien… pero, es que hay una persona a la que yo… creo que quiero más de lo que me había imaginado y siento que le estoy haciendo algo horrible, pero si le digo la verdad, no sé si pueda perdonarme.
Luisana trató de pensar en quién era esa persona y en cuáles circunstancias podía estar metido su hermano, pero decidió dejar aquello de lado y ayudarlo sólo sabiendo eso.
Luisana: Bueno, yo pienso que…
Profe: Todos a escena, ya.
Luisana: Que a lo mejor…
Profe: órale, Mario. Eres el primero que aparece.
Mario se levantó, miró a Luisana con resignación y salió del camerino mientras ella chistaba los dientes y salía también.
Saúl estaba sentado entre el público, con sus muletas y sus yesos y aplaudió tanto como pudo al ver que la obra iniciaba. A pesar de que no había salido él, la obra estuvo muy bien pero no tanto como la anterior. De todas maneras el taller estaba contento y satisfecho.
Mario regresó al camerino y estuvo a punto de quitarse la ropa griega cuando vio entrar a Saúl, quien se movía con lentitud y dificultad.
Mario: No debes moverte tanto.
Saúl: Pero te quería ver, además si el doctor me dio las muletas es para que pueda caminar por mí mismo.
Mario: Debió de darte una silla de ruedas… y de todas formas no debes abusar.
Saúl: Ya, no vine a que me regañaras… te ves tan sensual con ese traje.
Saúl se acercó a Mario y tocó la parte de su pecho que no estaba tan cubierta por el disfraz y lo besó tiernamente hasta que todos los demás entraron. Ambos se soltaron inmediatamente y rieron un poco.
Mario: Me hubiera gustado ver cómo se te miraba a ti. ¿No quieres ir a mi casa? Ahorita no hay nadie.
Saúl: ¿Y Luisana?
Mario: Mmm… le digo que se vaya a algún lado, o nos encerramos en mi cuarto. No se escucha.
Saúl: No sé…
Mario: ¿No quieres?
Mario miró a Saúl con ojos tristes, tratando de convencerlo y éste sonrió mirándolo a los ojos.
Saúl: Sabes que sí quiero.
Mario: ¿Entonces?
Saúl: Que… es difícil. Es que me da… mmm… ¿miedo?
Mario: Pero por qué si soy yo.
Saúl: No se trata de con quien sea.
Mario levantó una ceja y miró a Saúl muy serio.
Mario: ¿Osea que has pensado hacerlo con alguien más?
Saúl: Yo no dije eso xD
Mario: ¿Entonces? Es que no te entiendo, Saúl.
Saúl: Yo tampoco, pero no te enojes.
Mario: No estoy enojado.
Saúl: A que sí >.<
Saúl miró hacia otra parte, avergonzado de sí mismo por no poder satisfacer a su novio en ese aspecto. Entonces vio un teléfono celular apagado dentro de la mochila abierta de Mario.
Saúl: ¿Ya no prendió?
Mario: No, desde que se mojó ya no quiso prender. Pero me voy a comprar otro.
Saúl tomó el teléfono y lo miró sin pensar en él. Mario lo notó, miró hacia ambos lados esperando no encontrar a Luisana cerca y al hacerlo abrazó a Saúl por la cintura y lo besó nuevamente con mucha suavidad y cariño. Saúl metió el celular en su pantalón para poder abrazarlo también.
Mario: No te preocupes, enserio no estoy enojado.
Saúl le sonrió y se sonrojó un poco al escuchar los chiflidos de sus compañeros.
Saúl: ¿Y si le dicen a Luisana?
Mario: Mmm, ya que^^
Pero Luisana estaba muy entretenida con Omar, ambos se encontraban cerca del escenario y el teatro ya casi estaba vacío. Ella sostenía las rosas que él le había llevado de nuevo, los dos se reían sin parar de tonterías que en realidad no tenían gracia y se miraban a los ojos constantemente.
Luisana: Oye, ¿y si vamos a la conve mañana?
Omar: ¿A la “conve”?
Luisana: Sí, a la de anime, manga y juegos…
Omar: …de mesa, sí, ya sé cuál. Pero la verdad es que a mí casi no me llama la atención eso, a Saúl es a quien deberías de invitar porque sí le gusta y…
Luisana se tornó algo seria y Omar pensó en la estupidez que acababa de decir.
Omar: Pero por tratarse de ti, iré…
Luisana lo miró sin cambiar de expresión.
Luisana: No, si no quieres ir no tienes que hacerlo. Tengo que cambiarme.
Omar la sostuvo del brazo antes de que se fuera.
Omar: Sí quiero ir, enserio.
Luisana sonrió y él se tranquilizó al verla. Entonces la soltó y siguieron platicando.
Las siguientes semanas pasaron rápido. Los alumnos estaban ocupados con trabajos finales, ensayos, contestar libros, exámenes y sus problemas personales. Pero toda aquella presión solo podía significar una cosa: el final del semestre.
La última obra que presentarían los del taller sería “Vaselina” ya que el profesor Fernando seguía entusiasmado con la idea de mezclar el baile, canto y actuación. Por fin, los alumnos del taller de baile podrían participar. Mario se había quejado por el papel que el profesor le había dado, sería de nuevo alguien sin tanta importancia y Saúl le había dicho que podía pedirle que se lo cambiara pero él se negó.
Al principio de los ensayos, Saúl se había limitado a mirar cómo bailaban los demás y tratar de aprenderse las coreografías así hasta que pudiese bailarlas. Aunque no tardaron tanto en quitarle el yeso de la pierna, y el del brazo se lo quitaron una semana antes de la obra.
Un día antes de la presentación, Sebastián caminaba por los pasillos de la Facultad, se dirigía con prisas y se veía muy cansado. Había estado muy presionado por los exámenes y los ensayos y los trabajos finales y Cinthia e Ismael y temía dejar materias en segunda oportunidad. Entonces encontró a Samuel, quien parecía estar muy triste y Sebastián recordó que tenía mucho sin verlo.
Samuel: Hola, Sebastián.
Sebastián: Hola, ya no te he visto en los ensayos.
Samuel: Es que me salí del taller…
Sebastián: ¿Ah sí? ¿Por qué?
Sebastián se impresionó un poco por mostrarse tan interesado en él, entonces se dio cuenta que de verdad debía estar muy cansado.
Samuel: Bueno, es que me voy mañana después de entregarle el libro al profe. Ya no tengo nada más que hacer aquí.
Sebastián sintió un ligero escalofrío al escuchar aquello, un pensamiento llegó a su mente pero lo bloqueó de inmediato y siguió diciendo lo primero que se le ocurrió.
Sebastián: Mmm, ¿y a dónde te vas?
Samuel: Con mis papás al DF.
Sebastián: Tú me dijiste que… había algo que tenías que hacer antes de irte.
Samuel: Ah, sí. Es que estoy enamorado de alguien y me habría gustado que esa persona lo supiera… pero ahora no tiene caso.
Sebastián se sorprendió de nuevo al escucharlo y por primera vez notó que Samuel no era tan idiota como pensaba y que también tenía sentimientos, sus propios problemas y pensamientos. También se preguntó quién sería la “desafortunada” y entonces notó que Samuel se acercó a él y le dio un abrazo. Ese fue diferente a los demás, era cálido y agradable. Sebastián se sintió protegido y que podría quedarse descansando ahí unos momentos, que podía llorar hasta quedarse dormido y que no le pasaría absolutamente nada, olió el dulce aroma de Samuel y se extrañó al notar todo eso, porque ahora Samuel le parecía tan diferente a como era antes. Ya no estaba presumiendo sobre sus músculos ni diciendo bobadas o interrumpiéndolo cuando estaba con Ismael. Entonces se arrepintió de no haberlo tratado un poco más, tal vez se había llevado una mala impresión de él. Y mientras pensaba todo eso, Samuel lo soltó y lo miró a los ojos.
Samuel: Bueno, adiós Sebastián. Tal vez nos encontremos mañana…
Sebastián sintió que debía decir algo pero no supo cuáles eran las palabras, Samuel sonrió y siguió caminando.
Sebastián: ¡Sa-samuel!
Samuel se dio la vuelta y miró a Sebastián, sus ojos se encontraron por un pequeño instante. Era la primera vez que escuchaba que Sebastián lo llamaba por su nombre.
Sebastián: …Adiós.
Samuel asintió con la cabeza y continuó con su camino, al igual que Sebastián.
Saúl se había quedado de ver con Omar para irse juntos a sus casas, ese día Mario había vuelto a hacerle invitaciones a su casa pero él había inventado pretextos para no ir. De todas formas, seguía sintiéndose incómodo por aquella situación y necesitaba hablarlo con alguien. Entonces Omar apareció.
Omar: ¿Ya nos vamos?
Saúl: Mmm, sí.
Omar: ¿Qué tienes? o.o
Saúl: Nada, bueno sí tengo algo pero… no sé si esté bien hablarlo contigo.
Omar: ¿Por qué no?
Saúl: Porque nosotros no hablamos de este tipo de cosas.
Omar: ¿De qué cosas?
Saúl: Pues… de… sexo.
Omar: ¿Qué quieres saber?
Saúl: No quiero saber nada¬¬ Lo que pasa es que… Mario quiere que…
Omar: Aaaah, ¿y tú no?
Saúl: Sí, pero es que él ya tiene experiencia y yo creo que me voy a sentir muy tonto y sin saber qué hacer.
Omar: Jajajaja, pero mira, a algunos hombres les gusta ser quienes dirijan a su pareja, quienes les “enseñen”.
Saúl: Sí, algo así me dijo una vez.
Omar: ¿Pero estás seguro que sí quieres? Porque creo que te va a doler.
Saúl: Cállate, Idiota¬¬
Omar: xD
Omar se puso serio y tomó a Saúl de los hombros.
Omar: Lo importante aquí no es lo que pensemos nosotros, sino lo que sientas tú. Si quieres hacerlo y te sientes seguro, pues hazlo. Sólo protégete, pero no hagas nada hasta que no te sientas preparado.
Saúl asintió con la cabeza y ambos se fueron caminando.
Y así llegó el gran día, el último de clases y el de la presentación de la obra final. Saúl se había sentado tranquilamente en la mesa de su casa para desayunar, su madre estaba frente a la estufa preparando algo.
Mamá: ¿Seguro que no se te hace tarde?
Saúl: Nah, ya no tengo clases. Nomás vamos a dejar el libro de artes.
La señora siguió cocinando cuando pareció recordar algo.
Mamá: Ah, sí…
La mujer se acercó a un cajón y de él sacó un celular apagado.
Mamá: Encontré esto en uno de tus pantalones y se me había olvidado decirte, es que ya casi ni nos veíamos.
Saúl tomó el teléfono y lo reconoció, era el de Mario que había guardado en su pantalón y ya no se lo había devuelto.
Saúl: Ah, sí. Es de un amigo de la Facu… pero ya no sirve. Se mojó.
Mamá: Pero algunos prenden cuando se secan.
Saúl: ¿Sí verdad?
Saúl oprimió el botón de encendido mientras su mamá le servía el desayuno, pero nada pasó.
Mamá: Voy a salir, nos vemos al rato. Ten cuidado.
Saúl: Sí, ma. Adiós.
Saúl siguió mirando el teléfono y decidió quitarle la tapa. Al verlo se dio cuenta que la batería estaba colocada al revés y después de reírse de lo tonto que era Mario, la acomodó y encendió el celular. Funcionaba perfectamente, y entonces comenzó a sonar para indicar que tenía nueve llamadas perdidas, ocho mensajes de voz y cinco mensajes de texto de una tal “Jennifer”. Saúl dudó un momento, pero decidió revisar los mensajes tratando de convencerse a sí mismo que Mario le tenía la suficiente confianza como para molestarse. Los mensajes tenían pequeñas frases que decían: “Te necesito”, “¿x ke no me has llamado?”, “¿cuándo nos vemos?”, “¿x ke nunca traes prendido el cel?” y “pásame el num de tu casa para hablarte ahí”. Saúl sintió un mucho de celos al leerlos, pero luego de tranquilizarse decidió hablarlo tranquilamente con él para que no hubiese malentendidos. Se levantó de la mesa y fue por sus cosas y al volver, se dio cuenta que el celular tenía una llamada perdida de Jennifer. Entonces comenzó a molestarle otra vez y recordó fugazmente que su rival de la preparatoria tenía el mismo nombre, y de pronto el teléfono celular timbró otra vez. Saúl miró la pantalla, era una llamada de Jennifer y dudó un momento en contestarle. Quizá sólo debía decirle que Mario no traía su celular y que lo llamara de nuevo, tal vez eran buenos amigos aunque él nunca la había mencionado, a lo mejor debía contestarle… fue así como Saúl oprimió el botón y puso el teléfono en su oído.
Sebastián llegó al salón esperando encontrarse con Samuel, no entendía por qué pero le parecía que debía decirle algo más antes de que no se volvieran a ver nunca. Tenía esa sensación en el pecho que avisa cuando algo está mal o en una situación preocupante y que no se desvanece hasta que aquello se arregla, y a pesar de todas las preocupaciones que Sebastián tenía encima creía que aquella sensación sólo tenía que ver con Samuel. Al abrir la puerta del salón y avanzar un poco vio a Ismael pararse de su asiento y sonreírle, llevaba su libro en las manos. Sebastián miró la gracia de su cabello al moverse y la forma en que se acomodaba los lentes mientras se acercaba a él, pero no se dio cuenta que el libro no estaba siendo bien sostenido y que fácilmente se resbaló de las manos de Ismael aunque éste alcanzó a tomarlo de la contraportada. De ella y la última página del libro, colgaba un “sobre rosa que contenía una carta dirigida a Ismael” y que Sebastián no había vuelto a ver desde aquel día en el que su vida comenzó a ser un infierno, cuando vio a su mejor amiga y al chico que le gustaba dándose un beso y comenzando su noviazgo. Aquel sobre que había dejado caer dentro de su mochila sin siquiera ver que se había atorado entre la última página de su libro de artes y la contraportada del mismo, el cual Sebastián nunca se preocupó por hojear. Toda esa escena se había presentado en la mente de Sebastián Sena mientras veía cómo Ismael levantaba el sobre del suelo y lo abría al ver su nombre en él. Sebastián quiso correr y arrebatársela pero sus piernas no se movían, y además ya era demasiado tarde. El mundo comenzó a nublarse y a dar vueltas alrededor de él mientras Ismael se sorprendía con lo que iba leyendo. Todo se oscureció de repente para Sebastián y sólo alcanzó a escuchar la voz de alguien gritando su nombre mientras todo el mundo se le caía encima y su cuerpo se desvanecía sobre el suelo.
Siguiente Track, Final de temporada.
Última edición por Machucarules el Dom 15 Ago - 12:17, editado 1 vez
Re: Playlist (Cap. 12)
Jajaja te faltó lo del viento cuando Samuel abrazó a Sebastián xD "Sebastián sentía todo eso justo cuando un viento movía su cabello. Entonces dijo: "D: en realidad te amo a ti Samuel" y siguió abrazandolo..."
xD
"sintió un mucho de celos" o.o?
y supongo que era "como para NO molestarse"
pero bueee
mira comenté aunque igual no dije nada de la mierda xD
xD
"sintió un mucho de celos" o.o?
y supongo que era "como para NO molestarse"
pero bueee
mira comenté aunque igual no dije nada de la mierda xD
Re: Playlist (Cap. 12)
Sí. En lugar de un "poco" sintió un "mucho" xD fue un juego con la narración. Y en la parte de molestarse me confundí y ya no lo corregí xD
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