Playlist (Cap. 7)
Página 1 de 1.
Playlist (Cap. 7)
Al terminar las clases, Saúl Salziso se dirigió al teatro Hamlet donde lo esperaban los otros integrantes del taller de teatro. Desde que estaba acercándose, Saúl pudo sentir las miradas acechantes de sus compañeros pero esto ya no le sorprendía, ya que desde que entró al taller todos parecían odiarlo. Luego de pasar junto a un grupo de muchachos que se quedaron callados al verlo, encabezados por Sebastián Sena, Saúl encontró a la única persona que le sonreía.
Mario: Qué onda, ¿cómo andas?
Saúl: Mmm… medio asustado, ¿y tú?
Mario: Bien, bien. ¿Estás asustado por éstos? No les hagas caso, es pura envidia.
Saúl: Ya sé, pero si hubiera sido uno de ellos yo no lo trataría así.
Mario: Es que es más complicado para ellos porque son mayores, tú eres de primero y se supone que tienes mucho menos experiencia que ellos y ahora estás por encima… es normal que te traten así.
Saúl: Pero es que no me siento bien, a lo mejor si el profe no me tratara así…
Mario: No, no. Si el hecho de que seas tan bueno hace que los demás te tengan envidia, no tienes que sentirte mal, porque los únicos que se hacen daño son ellos al desear algo que no van a conseguir con esa actitud… así que disfruta tus logros…
Mario puso una mano encima del hombro derecho de Saúl y éste se conmovió con sus palabras, ambos se sonrieron y por un momento, Saúl quedó sumergido en los ojos de Mario, los cuales lo miraban fijamente.
Sebastián: ¡El profe ya se tardó y nadie viene a quitarles el candado a las puertas!¬¬
Saúl despertó del trance y sacó las llaves de su mochila, se acercó a las puertas automáticas y abrió el candado luego de varios intentos.
Sebastián: Ya hasta tienes llaves y todo…
Saúl: ¿Y luego a ti qué?
Sebastián: Nada, sólo era una observación.
En cuanto Saúl se apartó de las puertas, los demás entraron apresurados. Saúl los siguió.
Mario: ¡Espérate!
Saúl se dio media vuelta y se detuvo justo en medio de la entrada.
Mario había sacado un pequeño montón de papeles de su mochila, estiró su mano hacia Saúl mientras los sostenía.
Mario: Se te olvidó en mi casa…
Saúl: ¡Ah, sí! ¡Mi libreto! jeje, qué tonto soy. Gracias.
Mario: Gracias a ti.
Saúl: ¿Y a mí por qué?
Mario: Por darme otra excusa para hablarte.
Saúl se sonrojó y varias sensaciones recorrieron su cuerpo al mismo tiempo, volvió a mirar a Mario y le sonrió bobamente mientras él se acercaba y comenzaban a caminar juntos hacia dentro, en silencio.
Track #07: “Lemon tree”
Tanto para Saúl como para Sebastián la primera semana de clases había estado llena de acontecimientos y emociones demasiado abrumadores que la habían hecho parecer más larga de lo que en realidad había sido, pero las tres semanas siguientes pasaron rápido para ambos. Saúl había seguido yendo a casa de Mario a ensayar, pero la mayor parte del tiempo platicaban y se conocían cada vez mejor, o al menos eso era lo que Saúl pensaba. Sebastián siguió saliendo con sus amigos, fingiendo sonrisas y tragándose lágrimas que dejaba salir cada noche sobre su almohada, por desgracia para él, su sacrificio se había vuelto más doloroso de lo que había pensado y cada día que pasaba sentía que se hundía cada vez más en un pantano lleno de mentiras y deseos repulsivos que destruían su ser, pero ya no había marcha atrás… no había forma de salir ni de escapar, sólo se podía tratar de sobrevivir.
Ya faltaban solo unos cuantos días para la presentación de la obra y casi todo estaba preparado. El comportamiento de los miembros del taller hacia Saúl no había cambiado mucho, sólo eran unos cuantos los que le dirigían la palabra, entre ellos Luisana, Mario y Sebastián, aunque éste último lo hacía cada vez que buscaba una pelea. A pesar de eso, Saúl seguía disfrutando de lo maravilloso que era ser el consentido de un profesor como lo era Fernando y eso sólo hacía que sus compañeros lo detestaran más.
Profe: Este ensayo les quedó magnífico, sobretodo a ti, Saúl. Esta obra sería un desastre sin ti.
Saúl: Gracias, Maestro^^’
Sebastián: ¬¬’
En ese momento; Cinthia, Ismael y otros de sus compañeros del taller de danza se acercaron al profesor, encabezados por su Maestra. Detrás de ellos entró Omar que buscaba con la mirada a Saúl.
Maestra: Buenas tardes, profesor.
Profe: Hola, Maestra. ¿Viene por lo de su propuesta?
Maestra: Sí, ya tenemos todo listo. Si decide que no, de todas formas no es ninguna pérdida de tiempo, nuestros ensayos sirvieron como enseñanza para ellos.
Profe: Creo que no habrá ningún problema, déjeme consultarlo y ahorita le digo^^
El profesor Fernando se acercó a Saúl y Mario mientras platicaban, Omar estaba esperando en una butaca y Sebastián se había reunido con sus amigos.
Profe: Oye Saúl, tengo que decirte algo sobre la obra.
Saúl: Dígame.
El profesor miró de reojo a Mario, quien parecía estar muy interesado en lo que le iba a decir.
Mario: Bueno… ahorita vengo.
Mario se alejó un poco de ellos, pero no lo suficiente como para dejar de escuchar.
Profe: Lo que pasa es que los del taller de la Maestra montaron algunas coreografías de danza interpretativa. Esto lo quiero meter en la obra porque resulta muy interesante mezclar la danza con la actuación, en la mayoría de las obras o se baila y canta, o se actúa y canta. Aquí nunca hemos hecho una obra de este tipo y creo que sería perfecto introducirlo.
Saúl: Pero… ¿y el tiempo? ya está todo justo. ¿A qué hora entrarán a bailar?
Profe: Será entre escenas y una que otra mientras la escena se desarrolla, las coreografías fueron hechas en base al libreto y quedan perfecto con la historia. Lo que habría que hacer con respecto al tiempo es acortar algunas escenas donde se tira mucho rollo y recortar esos diálogos… como en el que Dorian y Lord Henry se conocen, dicen demasiadas cosas repetitivas y creo que se entenderá si lo recortamos.
Saúl: ¿Pero no le parece un poco tarde para eso? Osea… ya tenemos todo listo.
Profe: Aun hay un poco de tiempo y no cambiaremos dramáticamente los guiones, sólo los recortaremos y serán mucho más fáciles de recordar que los originales. La verdad es que la Maestra me dijo esto desde hace tiempo pero yo no había tenido tiempo de organizarme, igual y ya le avisé a la Maestra Cárdenas y está cambiando el guión. ¿Qué te parece?
Saúl: Con todo respeto, Maestro. Si usted ya tenía todo preparado, pues ¿para qué me pregunta?
Profe: Bueno, quería saber qué opinaba la estrella.
Saúl dio un suspiro y desvió su mirada un momento, Mario lo estaba mirando y movía negativamente la cabeza. “No”, dijo en un susurro y Saúl lo captó leyendo sus labios. La idea en sí no era tan mala y estaba seguro que lograrían acoplarse al nuevo plan, pero no le agradaba para nada que se recortaran sus escenas, ya que los diálogos dónde se “tiraba más rollo” eran los de él más que los de cualquier otro personaje. Una parte de él pensaba que era sumamente egoísta pensar así, pero a fin de cuentas, él era la estrella ¿no? y el profesor sólo estaba pidiendo una opinión, no tenía por qué pensar igual que él.
Saúl: Perdón pero no me parece justo. Hacer que todos tengan que aprender de nuevo sus diálogos, por más pequeños que sean y que de repente ese grupo de extraños entre a la obra cuando no han ni siquiera convivido con nosotros se me hace muy injusto… y arriesgado… para la obra, claro.
Profe: Mmm… yo pensé que ibas a estar de acuerdo…
Saúl: Pensó mal o.o
Profe: Aunque no lo había visto de esa forma, creo que tienes razón.
El profesor se tocó la barbilla y se acercó a la Maestra, quien estaba junto a al trío de Sebastián. Saúl se sintió un poco culpable, parecía que había logrado lo que quería, aunque no era la primera vez que había manipulado a alguien, no pudo evitar recordar lo que había ocurrido la última vez que lo hizo. Mario se acercó a él y lo abrazó por encima de los hombros.
Mario: Tranquilo, tienes razón, es muy injusto y además muy precipitado. Aparte ellos qué, ni los conocemos y quieren venir a presentarse cuando no nos ayudaron ni nada ¿y nosotros sí tenemos que fregarnos por ellos? Ne.
Saúl: …Sí.
Saúl se sintió mejor poco a poco, después de todo Mario lo estaba apoyando y no se sentía solo. Luego tuvo un ligero sentimiento de protección con su abrazo, lo miró; él parecía mirar al profesor y pensar en algo, miró su cuello, su barba y luego sus labios. Entonces tuvo una profunda necesidad de sentirlos.
Profe: …Y pues perdón pero creo que mi protagonista tiene razón y es demasiado arriesgado exponer a los estudiantes con algo improvisado tan de pronto, fue mi culpa por no darles el tiempo y planear esto desde que me lo dijo.
Maestra: No se preocupe, yo entiendo… y esto pues lo tenían que ver de todas formas.
Cinthia: Maestra, entonces… ¿no vamos a participar en la obra?
Maestra: No, Cinthia, ya será para la otra.
Cinthia: Pero yo…
Maestra: Ya lo sé, tendrás puntos extra, no te preocupes. Muchachos, vámonos ya.
Todos los alumnos de danza, excepto Cinthia e Ismael, salieron del teatro. Cinthia tenía los ojos llorosos y abrazó a su novio mientras Sebastián giraba su cabeza para no ver la escena directamente.
Sebastián: ¿Qué pasa?
Ismael: Cinthia fue quien le dio la idea a la Maestra de participar en la obra, hicieron juntas las coreografías, tuvieron que leer todo el guión y se la pasaron horas trabajando.
Sebastián: Ay, Cinthia…
Cinthia: Lo hice porque tú pasabas mucho tiempo aquí y… quería estar un poco más contigo, porque siento que hay algo que nos está separando a pesar de seguir tan cerca y creí que si lográbamos integrarnos a la obra… eso se iría.
Ismael: El profe dijo que su protagonista no había querido… ¿quién es ese wey?
Sebastián: ¿El Individuo fue el que le dijo que no?
Ismael: ¿Individuo?... ah, el chavo con el que siempre te peleas. Ahora te entiendo¬¬
Sebastián miró las lágrimas de su amiga cayendo por sus mejillas y sintió un fuerte impulso de detener a Saúl ahora que le parecía que estaba abusando de su poder y también tuvo la sensación de no merecer una amiga como Cinthia. El joven se dio media vuelta y caminó hacia Saúl, quien estaba con Omar y Mario, éste aun lo abrazaba.
Sebastián: ¡Individuo!
Omar: Hola, Seba^^
Sebastián: Hola, Omar^^
Mario: Qué onda, Sena.
Sebastián: ¿Tú quién eres? o.o
Mario: ¡Mario! Hemos estado ensayando juntos todo el mes…
Sebastián: Ah, sí. Es que sin la ropa del pintor no te reconocía, la verdad no tenía idea de cómo te llamabas^^’
Saúl: Ok, suficiente ¬¬’ ¿Qué quieres?
Sebastián: Quiero saber por qué le metiste ideas al profe para que no dejara que los bailarines entraran.
Saúl: ¿Perdón? Yo no te tengo que dar explicaciones de lo que hago o no hago.
Sebastián: Pues fíjate que sí, porque tú sabes muy bien que no es justo que el profe te pregunte nadamás a ti sobre cosas de la obra.
Saúl: Pues sí él lo hace así debe ser por algo, ¿o qué? ¿Estás celoso porque aquí nadie sigue tus órdenes sin chistar?
Mario soltó a Saúl con una pícara sonrisa en su cara, Omar se preparaba para detener los golpes y Saúl dio unos pasos hacia Sebastián mientras éste levantaba más su cabeza.
Saúl: No somos tu chofer ni ninguno de los sirvientes a los que estás acostumbrado a controlar, aquí sólo eres un actor más.
Sebastián: Eso no tiene nada que ver, el profe debió preguntarnos a todos y si te preguntó a ti, tú debiste tomar en cuenta lo que los demás pensamos y no sólo lo que a ti te convenía. No te costaba nada dejar que entraran…
Saúl: ¡Pues ya lo hice! y si no te gusta puedes irle a llorar a tu mamá y quién sabe, a lo mejor hasta te compra un teatro dónde tú seas todos y hagas lo que se te pegue la gana, como siempre. ¡Así que hazlo! ve a llorarle a tus papis para que te compren el amor…
Omar: ¡Saúl! ¡Ya!
Los ojos de Sebastián estaban empapados en lágrimas, sus puños estaban cerrados y su voz sonó con una ira contenida y mezclada con tristeza.
Sebastián: ¡Lo haría si pudiera! ¡Idiota!
El joven salió corriendo del teatro y Omar estaba a punto de ir tras él cuando Saúl lo tomó del brazo.
Saúl: ¿A dónde vas?
Omar: ¡Suéltame! Voy a tratar de arreglar lo que hiciste…
Saúl se sintió ofendido, su mejor amigo estaba tratándolo mal por alguien a quien apenas conocía.
Saúl: ¡Pero yo siempre tengo que tener la culpa! Ese tipo siempre es la víctima de todo, el pobrecito Sebastián que es tan “especial” y delicado y tiene que ser tratado cuidadosamente. Está bien, lárgate a consolar al patético junior ese…
Omar: ¡YA CÁLLATE, IDIOTA!
Entonces el puño derecho de Omar golpeó la mejilla derecha de Saúl y éste casi cayó al suelo por el impacto, pero Mario se apresuró y lo sostuvo. Saúl se tocó donde había recibido el golpe y miró a su mejor amigo mientras trataba de asimilar lo que había sucedido. Nunca nadie lo había golpeado y jamás imaginó que el primero que lo haría sería precisamente él, mucho menos imaginaba que le pondría una mano encima alguna vez. Omar lo miraba con rabia y luego de un leve parpadeo siguió corriendo hacia la salida, Luisana lo siguió con la mirada mientras se marchaba, Cinthia e Ismael ya se habían ido también. Luisana se acercó a Saúl con una mano en su boca. Los otros miembros que aun estaban ahí miraban hacia la salida y luego a Saúl algo consternados.
Luisana: ¿Saúl-kun está bien?
Mario: ¿Saúl? ¿Saúl? Dí algo…
Saúl: No lo entiendo… ¿por qué lo elije a él cuando soy yo el que…? ¿Qué no se supone que yo soy su mejor amigo? Osea, el más importante por encima de los otros…
Luisana: Porque Saúl-kun le dijo algo demasiado hiriente a Sebastián-kun…
Saúl: Pero es que él siempre…
Luisana: No se compara con nada que Sebastián-kun le haya dicho a Saúl-kun. Los padres de Sebastián-kun murieron cuando él era un niño… me lo dijo una vez.
Saúl sintió que su cuerpo había caído de un acantilado y que abrió un hoyo enorme en la tierra al caer. Ahora entendía la reacción de Sebastián y sobretodo la de Omar, no era ninguna exageración, había merecido todo aquello.
El profesor se acercó a ellos muy preocupado.
Profe: ¡Saúl! ¿Estás bien? ¿Te duele mucho? No te preocupes se puede tapar con maquillaje…
Saúl: Profe, ¿Sabe dónde vive Sebastián Sena?
La casa de Sebastián Sena parecía un castillo comparada con cualquier otra casa que Saúl había visto. El diseño era muy parecido al de la mismísima casa blanca, tenía tres pisos, era color beige, a la entrada le antecedía un hermoso y gran jardín cubierto de pasto fresco y del verde más vistoso que se pudiera tener y para entrar a él había que pasar primero por una enorme reja negra, coronada por dos “S”, una de ellas al revés para hacer que ambas tuvieran las barrigas juntas. El profesor Fernando había investigado la dirección de Sebastián en el archivo de la facultad y Saúl decidió ir al no encontrarlo en ella. Mario se había ofrecido a acompañarlo.
Mario: Es la casa más grande y chida que he visto… ¿Cómo entramos?
Saúl: Creo que con esa cosa…
Saúl se acercó a un conmutador que se encontraba al lado de la reja y oprimió un botón.
Mujer: ¿Diga?
Saúl: Este… Buenas tardes, estamos buscando a Sebastián Sena.
Mujer: ¿Quién lo busca?
Saúl: Saúl Salziso.
Mujer: Espere…
Pasaron unos cuantos segundos antes de que la mujer volviera.
Mujer: El joven está ocupado y no puede recibirlo.
Saúl: Sí, claro¬¬ dígale que es importante, es sobre… la obra.
Mujer: …que pase.
Las rejas se abrieron por sí solas, Saúl miró a Mario y él le indicó que ahí lo esperaría. El joven entró solo y caminó hacia la entrada atravesando un camino que se formaba por la ausencia de pasto. Cruzó una fuente y algunos árboles, le pareció que detrás de la casa había todavía mucho más jardín. Cerca de la entrada se encontró con la limusina naranja estacionada y con Jorge saliendo de ella.
Saúl: Buenas tardes…
Jorge: Ah, hola… tú eres… el chavo que casi atropello la otra vez. ¿Qué andas haciendo por acá?
Saúl: Vine a ver a Sebastián.
Jorge: Mmm… qué bueno porque lo vi muy decaído ahorita que lo traje. Aunque últimamente no se ve muy bien… se ve como cuando pasó eso…
Saúl: ¿Lo de sus papás?
Jorge: Bueno, eso también… pero pasa y si te pregunta, dile que sí traigo la boina.
Saúl: Je, claro.
Saúl entró a la casa y lo primero que vio fue a Omar parado frente a la puerta.
Saúl: Omar…este…
Omar: No quiero hablar contigo ahora, me dijo que te llevara a su cuarto…
Saúl sintió una gran tristeza, su amigo aun seguía enojado y temía que ya no estuviera dispuesto a perdonarlo, pero aun así prefirió no decir nada y arreglar primero las cosas con Sebastián. Omar lo llevó por las escaleras y pronto llegaron a su cuarto, le abrió la puerta y la cerró en cuanto Saúl entró. La habitación tenía un excesivo uso de color anaranjado para el gusto de Saúl, tanto las sábanas como la alfombra y las paredes lo tenían, era el doble de grande que el de él, había una televisión de plasma colgada de la pared donde un noticiero decía algo sobre un huracán y también dos ventanas, en una de ellas estaba inclinado Sebastián mirando hacia su jardín.
Saúl: Oye… yo…
Sebastián: Tú no sabías, ya sé.
Saúl: Bueno, perdón… lo siento mucho, no debí decir esas cosas, enserio te ofrezco mis más sinceras disculpas.
Sebastián: No seas dramático, no pasó nada.
Saúl: ¿Eso es un “te perdono”?
Sebastián: Creo… aunque no debiste venir, en realidad no me importa lo que tú digas… pero en esos momentos estaba algo sensible. Tú fuiste la cosa que… hizo que el vaso se… cayera.
Saúl: “la gota que derramó el vaso”¬¬
Sebastián: Whatever…
Saúl nunca había visto a Sebastián tan serio como estaba aquella vez y un impulso lo hizo acercarse al lienzo de la ventana y mirar hacia fuera también, esa parte del jardín sólo tenía un limonero entre todo el pasto verde, el cual Sebastián miraba detenidamente.
Saúl: ¿Todo está mal, verdad?
Sebastián: Sí… y ya sé lo que vas a decir, que todo va a salir bien, que no me preocupe…
Saúl: No… de hecho no… allá afuera hay un cielo azul, un hermoso cielo azul, Sebastián.
Sebastián: Sí, pero ahora yo sólo puedo ver ese árbol de limón… está ahí, solo. El cielo para mí es invisible en estos momentos…
Saúl: Hay gente para la que también es invisible, tú no eres el único que no lo ve… pero al menos tú tienes ese árbol, algunos de ellos no tienen nada que mirar por su ventana.
Sebastián: … ¿No?
Saúl: No.
Sebastián desvió su mirada hacia Saúl, éste hizo lo mismo y contempló sus profundos ojos color miel, aun con los rastros de las lágrimas.
Saúl: Cuida tu árbol, puede que sea feo pero… es tuyo y a pesar de tus problemas, él sigue ahí. ¿Sabes a lo que me refiero no?
Sebastián: Sí… creo que sí^^
Sebastián volvió a mirar el árbol, esta vez con una sonrisa. Saúl quiso darle unas palmaditas en el hombro pero no lo creyó correcto, así que sólo se dio la vuelta y caminó hacia la puerta.
Saúl: Hasta mañana.
Sebastián: Bye… y no te preocupes… te perdonará.
Los dos se miraron de nuevo y se sonrieron mutuamente por primera vez. Saúl salió y Sebastián volvió a su árbol.
Sebastián: Tú también me hacías sentir mejor con unas cuantas palabras… Javier…
Casi llegando a la salida, Saúl volvió a encontrar a Omar en la misma posición que antes. Seguía incluso igual de serio y apenas lo miró mientras bajaba las escaleras. Saúl siguió caminando hacia la puerta pasando a su lado sin decirle nada.
Omar: ¿Quieres que te acompañe a tu casa?
Saúl volteó a verlo y sonrió.
Saúl: Ven sólo si de verdad quieres venir…
Ambos salieron de la enorme casa, juntos.
Mario: Qué onda, ¿cómo andas?
Saúl: Mmm… medio asustado, ¿y tú?
Mario: Bien, bien. ¿Estás asustado por éstos? No les hagas caso, es pura envidia.
Saúl: Ya sé, pero si hubiera sido uno de ellos yo no lo trataría así.
Mario: Es que es más complicado para ellos porque son mayores, tú eres de primero y se supone que tienes mucho menos experiencia que ellos y ahora estás por encima… es normal que te traten así.
Saúl: Pero es que no me siento bien, a lo mejor si el profe no me tratara así…
Mario: No, no. Si el hecho de que seas tan bueno hace que los demás te tengan envidia, no tienes que sentirte mal, porque los únicos que se hacen daño son ellos al desear algo que no van a conseguir con esa actitud… así que disfruta tus logros…
Mario puso una mano encima del hombro derecho de Saúl y éste se conmovió con sus palabras, ambos se sonrieron y por un momento, Saúl quedó sumergido en los ojos de Mario, los cuales lo miraban fijamente.
Sebastián: ¡El profe ya se tardó y nadie viene a quitarles el candado a las puertas!¬¬
Saúl despertó del trance y sacó las llaves de su mochila, se acercó a las puertas automáticas y abrió el candado luego de varios intentos.
Sebastián: Ya hasta tienes llaves y todo…
Saúl: ¿Y luego a ti qué?
Sebastián: Nada, sólo era una observación.
En cuanto Saúl se apartó de las puertas, los demás entraron apresurados. Saúl los siguió.
Mario: ¡Espérate!
Saúl se dio media vuelta y se detuvo justo en medio de la entrada.
Mario había sacado un pequeño montón de papeles de su mochila, estiró su mano hacia Saúl mientras los sostenía.
Mario: Se te olvidó en mi casa…
Saúl: ¡Ah, sí! ¡Mi libreto! jeje, qué tonto soy. Gracias.
Mario: Gracias a ti.
Saúl: ¿Y a mí por qué?
Mario: Por darme otra excusa para hablarte.
Saúl se sonrojó y varias sensaciones recorrieron su cuerpo al mismo tiempo, volvió a mirar a Mario y le sonrió bobamente mientras él se acercaba y comenzaban a caminar juntos hacia dentro, en silencio.
Track #07: “Lemon tree”
Tanto para Saúl como para Sebastián la primera semana de clases había estado llena de acontecimientos y emociones demasiado abrumadores que la habían hecho parecer más larga de lo que en realidad había sido, pero las tres semanas siguientes pasaron rápido para ambos. Saúl había seguido yendo a casa de Mario a ensayar, pero la mayor parte del tiempo platicaban y se conocían cada vez mejor, o al menos eso era lo que Saúl pensaba. Sebastián siguió saliendo con sus amigos, fingiendo sonrisas y tragándose lágrimas que dejaba salir cada noche sobre su almohada, por desgracia para él, su sacrificio se había vuelto más doloroso de lo que había pensado y cada día que pasaba sentía que se hundía cada vez más en un pantano lleno de mentiras y deseos repulsivos que destruían su ser, pero ya no había marcha atrás… no había forma de salir ni de escapar, sólo se podía tratar de sobrevivir.
Ya faltaban solo unos cuantos días para la presentación de la obra y casi todo estaba preparado. El comportamiento de los miembros del taller hacia Saúl no había cambiado mucho, sólo eran unos cuantos los que le dirigían la palabra, entre ellos Luisana, Mario y Sebastián, aunque éste último lo hacía cada vez que buscaba una pelea. A pesar de eso, Saúl seguía disfrutando de lo maravilloso que era ser el consentido de un profesor como lo era Fernando y eso sólo hacía que sus compañeros lo detestaran más.
Profe: Este ensayo les quedó magnífico, sobretodo a ti, Saúl. Esta obra sería un desastre sin ti.
Saúl: Gracias, Maestro^^’
Sebastián: ¬¬’
En ese momento; Cinthia, Ismael y otros de sus compañeros del taller de danza se acercaron al profesor, encabezados por su Maestra. Detrás de ellos entró Omar que buscaba con la mirada a Saúl.
Maestra: Buenas tardes, profesor.
Profe: Hola, Maestra. ¿Viene por lo de su propuesta?
Maestra: Sí, ya tenemos todo listo. Si decide que no, de todas formas no es ninguna pérdida de tiempo, nuestros ensayos sirvieron como enseñanza para ellos.
Profe: Creo que no habrá ningún problema, déjeme consultarlo y ahorita le digo^^
El profesor Fernando se acercó a Saúl y Mario mientras platicaban, Omar estaba esperando en una butaca y Sebastián se había reunido con sus amigos.
Profe: Oye Saúl, tengo que decirte algo sobre la obra.
Saúl: Dígame.
El profesor miró de reojo a Mario, quien parecía estar muy interesado en lo que le iba a decir.
Mario: Bueno… ahorita vengo.
Mario se alejó un poco de ellos, pero no lo suficiente como para dejar de escuchar.
Profe: Lo que pasa es que los del taller de la Maestra montaron algunas coreografías de danza interpretativa. Esto lo quiero meter en la obra porque resulta muy interesante mezclar la danza con la actuación, en la mayoría de las obras o se baila y canta, o se actúa y canta. Aquí nunca hemos hecho una obra de este tipo y creo que sería perfecto introducirlo.
Saúl: Pero… ¿y el tiempo? ya está todo justo. ¿A qué hora entrarán a bailar?
Profe: Será entre escenas y una que otra mientras la escena se desarrolla, las coreografías fueron hechas en base al libreto y quedan perfecto con la historia. Lo que habría que hacer con respecto al tiempo es acortar algunas escenas donde se tira mucho rollo y recortar esos diálogos… como en el que Dorian y Lord Henry se conocen, dicen demasiadas cosas repetitivas y creo que se entenderá si lo recortamos.
Saúl: ¿Pero no le parece un poco tarde para eso? Osea… ya tenemos todo listo.
Profe: Aun hay un poco de tiempo y no cambiaremos dramáticamente los guiones, sólo los recortaremos y serán mucho más fáciles de recordar que los originales. La verdad es que la Maestra me dijo esto desde hace tiempo pero yo no había tenido tiempo de organizarme, igual y ya le avisé a la Maestra Cárdenas y está cambiando el guión. ¿Qué te parece?
Saúl: Con todo respeto, Maestro. Si usted ya tenía todo preparado, pues ¿para qué me pregunta?
Profe: Bueno, quería saber qué opinaba la estrella.
Saúl dio un suspiro y desvió su mirada un momento, Mario lo estaba mirando y movía negativamente la cabeza. “No”, dijo en un susurro y Saúl lo captó leyendo sus labios. La idea en sí no era tan mala y estaba seguro que lograrían acoplarse al nuevo plan, pero no le agradaba para nada que se recortaran sus escenas, ya que los diálogos dónde se “tiraba más rollo” eran los de él más que los de cualquier otro personaje. Una parte de él pensaba que era sumamente egoísta pensar así, pero a fin de cuentas, él era la estrella ¿no? y el profesor sólo estaba pidiendo una opinión, no tenía por qué pensar igual que él.
Saúl: Perdón pero no me parece justo. Hacer que todos tengan que aprender de nuevo sus diálogos, por más pequeños que sean y que de repente ese grupo de extraños entre a la obra cuando no han ni siquiera convivido con nosotros se me hace muy injusto… y arriesgado… para la obra, claro.
Profe: Mmm… yo pensé que ibas a estar de acuerdo…
Saúl: Pensó mal o.o
Profe: Aunque no lo había visto de esa forma, creo que tienes razón.
El profesor se tocó la barbilla y se acercó a la Maestra, quien estaba junto a al trío de Sebastián. Saúl se sintió un poco culpable, parecía que había logrado lo que quería, aunque no era la primera vez que había manipulado a alguien, no pudo evitar recordar lo que había ocurrido la última vez que lo hizo. Mario se acercó a él y lo abrazó por encima de los hombros.
Mario: Tranquilo, tienes razón, es muy injusto y además muy precipitado. Aparte ellos qué, ni los conocemos y quieren venir a presentarse cuando no nos ayudaron ni nada ¿y nosotros sí tenemos que fregarnos por ellos? Ne.
Saúl: …Sí.
Saúl se sintió mejor poco a poco, después de todo Mario lo estaba apoyando y no se sentía solo. Luego tuvo un ligero sentimiento de protección con su abrazo, lo miró; él parecía mirar al profesor y pensar en algo, miró su cuello, su barba y luego sus labios. Entonces tuvo una profunda necesidad de sentirlos.
Profe: …Y pues perdón pero creo que mi protagonista tiene razón y es demasiado arriesgado exponer a los estudiantes con algo improvisado tan de pronto, fue mi culpa por no darles el tiempo y planear esto desde que me lo dijo.
Maestra: No se preocupe, yo entiendo… y esto pues lo tenían que ver de todas formas.
Cinthia: Maestra, entonces… ¿no vamos a participar en la obra?
Maestra: No, Cinthia, ya será para la otra.
Cinthia: Pero yo…
Maestra: Ya lo sé, tendrás puntos extra, no te preocupes. Muchachos, vámonos ya.
Todos los alumnos de danza, excepto Cinthia e Ismael, salieron del teatro. Cinthia tenía los ojos llorosos y abrazó a su novio mientras Sebastián giraba su cabeza para no ver la escena directamente.
Sebastián: ¿Qué pasa?
Ismael: Cinthia fue quien le dio la idea a la Maestra de participar en la obra, hicieron juntas las coreografías, tuvieron que leer todo el guión y se la pasaron horas trabajando.
Sebastián: Ay, Cinthia…
Cinthia: Lo hice porque tú pasabas mucho tiempo aquí y… quería estar un poco más contigo, porque siento que hay algo que nos está separando a pesar de seguir tan cerca y creí que si lográbamos integrarnos a la obra… eso se iría.
Ismael: El profe dijo que su protagonista no había querido… ¿quién es ese wey?
Sebastián: ¿El Individuo fue el que le dijo que no?
Ismael: ¿Individuo?... ah, el chavo con el que siempre te peleas. Ahora te entiendo¬¬
Sebastián miró las lágrimas de su amiga cayendo por sus mejillas y sintió un fuerte impulso de detener a Saúl ahora que le parecía que estaba abusando de su poder y también tuvo la sensación de no merecer una amiga como Cinthia. El joven se dio media vuelta y caminó hacia Saúl, quien estaba con Omar y Mario, éste aun lo abrazaba.
Sebastián: ¡Individuo!
Omar: Hola, Seba^^
Sebastián: Hola, Omar^^
Mario: Qué onda, Sena.
Sebastián: ¿Tú quién eres? o.o
Mario: ¡Mario! Hemos estado ensayando juntos todo el mes…
Sebastián: Ah, sí. Es que sin la ropa del pintor no te reconocía, la verdad no tenía idea de cómo te llamabas^^’
Saúl: Ok, suficiente ¬¬’ ¿Qué quieres?
Sebastián: Quiero saber por qué le metiste ideas al profe para que no dejara que los bailarines entraran.
Saúl: ¿Perdón? Yo no te tengo que dar explicaciones de lo que hago o no hago.
Sebastián: Pues fíjate que sí, porque tú sabes muy bien que no es justo que el profe te pregunte nadamás a ti sobre cosas de la obra.
Saúl: Pues sí él lo hace así debe ser por algo, ¿o qué? ¿Estás celoso porque aquí nadie sigue tus órdenes sin chistar?
Mario soltó a Saúl con una pícara sonrisa en su cara, Omar se preparaba para detener los golpes y Saúl dio unos pasos hacia Sebastián mientras éste levantaba más su cabeza.
Saúl: No somos tu chofer ni ninguno de los sirvientes a los que estás acostumbrado a controlar, aquí sólo eres un actor más.
Sebastián: Eso no tiene nada que ver, el profe debió preguntarnos a todos y si te preguntó a ti, tú debiste tomar en cuenta lo que los demás pensamos y no sólo lo que a ti te convenía. No te costaba nada dejar que entraran…
Saúl: ¡Pues ya lo hice! y si no te gusta puedes irle a llorar a tu mamá y quién sabe, a lo mejor hasta te compra un teatro dónde tú seas todos y hagas lo que se te pegue la gana, como siempre. ¡Así que hazlo! ve a llorarle a tus papis para que te compren el amor…
Omar: ¡Saúl! ¡Ya!
Los ojos de Sebastián estaban empapados en lágrimas, sus puños estaban cerrados y su voz sonó con una ira contenida y mezclada con tristeza.
Sebastián: ¡Lo haría si pudiera! ¡Idiota!
El joven salió corriendo del teatro y Omar estaba a punto de ir tras él cuando Saúl lo tomó del brazo.
Saúl: ¿A dónde vas?
Omar: ¡Suéltame! Voy a tratar de arreglar lo que hiciste…
Saúl se sintió ofendido, su mejor amigo estaba tratándolo mal por alguien a quien apenas conocía.
Saúl: ¡Pero yo siempre tengo que tener la culpa! Ese tipo siempre es la víctima de todo, el pobrecito Sebastián que es tan “especial” y delicado y tiene que ser tratado cuidadosamente. Está bien, lárgate a consolar al patético junior ese…
Omar: ¡YA CÁLLATE, IDIOTA!
Entonces el puño derecho de Omar golpeó la mejilla derecha de Saúl y éste casi cayó al suelo por el impacto, pero Mario se apresuró y lo sostuvo. Saúl se tocó donde había recibido el golpe y miró a su mejor amigo mientras trataba de asimilar lo que había sucedido. Nunca nadie lo había golpeado y jamás imaginó que el primero que lo haría sería precisamente él, mucho menos imaginaba que le pondría una mano encima alguna vez. Omar lo miraba con rabia y luego de un leve parpadeo siguió corriendo hacia la salida, Luisana lo siguió con la mirada mientras se marchaba, Cinthia e Ismael ya se habían ido también. Luisana se acercó a Saúl con una mano en su boca. Los otros miembros que aun estaban ahí miraban hacia la salida y luego a Saúl algo consternados.
Luisana: ¿Saúl-kun está bien?
Mario: ¿Saúl? ¿Saúl? Dí algo…
Saúl: No lo entiendo… ¿por qué lo elije a él cuando soy yo el que…? ¿Qué no se supone que yo soy su mejor amigo? Osea, el más importante por encima de los otros…
Luisana: Porque Saúl-kun le dijo algo demasiado hiriente a Sebastián-kun…
Saúl: Pero es que él siempre…
Luisana: No se compara con nada que Sebastián-kun le haya dicho a Saúl-kun. Los padres de Sebastián-kun murieron cuando él era un niño… me lo dijo una vez.
Saúl sintió que su cuerpo había caído de un acantilado y que abrió un hoyo enorme en la tierra al caer. Ahora entendía la reacción de Sebastián y sobretodo la de Omar, no era ninguna exageración, había merecido todo aquello.
El profesor se acercó a ellos muy preocupado.
Profe: ¡Saúl! ¿Estás bien? ¿Te duele mucho? No te preocupes se puede tapar con maquillaje…
Saúl: Profe, ¿Sabe dónde vive Sebastián Sena?
La casa de Sebastián Sena parecía un castillo comparada con cualquier otra casa que Saúl había visto. El diseño era muy parecido al de la mismísima casa blanca, tenía tres pisos, era color beige, a la entrada le antecedía un hermoso y gran jardín cubierto de pasto fresco y del verde más vistoso que se pudiera tener y para entrar a él había que pasar primero por una enorme reja negra, coronada por dos “S”, una de ellas al revés para hacer que ambas tuvieran las barrigas juntas. El profesor Fernando había investigado la dirección de Sebastián en el archivo de la facultad y Saúl decidió ir al no encontrarlo en ella. Mario se había ofrecido a acompañarlo.
Mario: Es la casa más grande y chida que he visto… ¿Cómo entramos?
Saúl: Creo que con esa cosa…
Saúl se acercó a un conmutador que se encontraba al lado de la reja y oprimió un botón.
Mujer: ¿Diga?
Saúl: Este… Buenas tardes, estamos buscando a Sebastián Sena.
Mujer: ¿Quién lo busca?
Saúl: Saúl Salziso.
Mujer: Espere…
Pasaron unos cuantos segundos antes de que la mujer volviera.
Mujer: El joven está ocupado y no puede recibirlo.
Saúl: Sí, claro¬¬ dígale que es importante, es sobre… la obra.
Mujer: …que pase.
Las rejas se abrieron por sí solas, Saúl miró a Mario y él le indicó que ahí lo esperaría. El joven entró solo y caminó hacia la entrada atravesando un camino que se formaba por la ausencia de pasto. Cruzó una fuente y algunos árboles, le pareció que detrás de la casa había todavía mucho más jardín. Cerca de la entrada se encontró con la limusina naranja estacionada y con Jorge saliendo de ella.
Saúl: Buenas tardes…
Jorge: Ah, hola… tú eres… el chavo que casi atropello la otra vez. ¿Qué andas haciendo por acá?
Saúl: Vine a ver a Sebastián.
Jorge: Mmm… qué bueno porque lo vi muy decaído ahorita que lo traje. Aunque últimamente no se ve muy bien… se ve como cuando pasó eso…
Saúl: ¿Lo de sus papás?
Jorge: Bueno, eso también… pero pasa y si te pregunta, dile que sí traigo la boina.
Saúl: Je, claro.
Saúl entró a la casa y lo primero que vio fue a Omar parado frente a la puerta.
Saúl: Omar…este…
Omar: No quiero hablar contigo ahora, me dijo que te llevara a su cuarto…
Saúl sintió una gran tristeza, su amigo aun seguía enojado y temía que ya no estuviera dispuesto a perdonarlo, pero aun así prefirió no decir nada y arreglar primero las cosas con Sebastián. Omar lo llevó por las escaleras y pronto llegaron a su cuarto, le abrió la puerta y la cerró en cuanto Saúl entró. La habitación tenía un excesivo uso de color anaranjado para el gusto de Saúl, tanto las sábanas como la alfombra y las paredes lo tenían, era el doble de grande que el de él, había una televisión de plasma colgada de la pared donde un noticiero decía algo sobre un huracán y también dos ventanas, en una de ellas estaba inclinado Sebastián mirando hacia su jardín.
Saúl: Oye… yo…
Sebastián: Tú no sabías, ya sé.
Saúl: Bueno, perdón… lo siento mucho, no debí decir esas cosas, enserio te ofrezco mis más sinceras disculpas.
Sebastián: No seas dramático, no pasó nada.
Saúl: ¿Eso es un “te perdono”?
Sebastián: Creo… aunque no debiste venir, en realidad no me importa lo que tú digas… pero en esos momentos estaba algo sensible. Tú fuiste la cosa que… hizo que el vaso se… cayera.
Saúl: “la gota que derramó el vaso”¬¬
Sebastián: Whatever…
Saúl nunca había visto a Sebastián tan serio como estaba aquella vez y un impulso lo hizo acercarse al lienzo de la ventana y mirar hacia fuera también, esa parte del jardín sólo tenía un limonero entre todo el pasto verde, el cual Sebastián miraba detenidamente.
Saúl: ¿Todo está mal, verdad?
Sebastián: Sí… y ya sé lo que vas a decir, que todo va a salir bien, que no me preocupe…
Saúl: No… de hecho no… allá afuera hay un cielo azul, un hermoso cielo azul, Sebastián.
Sebastián: Sí, pero ahora yo sólo puedo ver ese árbol de limón… está ahí, solo. El cielo para mí es invisible en estos momentos…
Saúl: Hay gente para la que también es invisible, tú no eres el único que no lo ve… pero al menos tú tienes ese árbol, algunos de ellos no tienen nada que mirar por su ventana.
Sebastián: … ¿No?
Saúl: No.
Sebastián desvió su mirada hacia Saúl, éste hizo lo mismo y contempló sus profundos ojos color miel, aun con los rastros de las lágrimas.
Saúl: Cuida tu árbol, puede que sea feo pero… es tuyo y a pesar de tus problemas, él sigue ahí. ¿Sabes a lo que me refiero no?
Sebastián: Sí… creo que sí^^
Sebastián volvió a mirar el árbol, esta vez con una sonrisa. Saúl quiso darle unas palmaditas en el hombro pero no lo creyó correcto, así que sólo se dio la vuelta y caminó hacia la puerta.
Saúl: Hasta mañana.
Sebastián: Bye… y no te preocupes… te perdonará.
Los dos se miraron de nuevo y se sonrieron mutuamente por primera vez. Saúl salió y Sebastián volvió a su árbol.
Sebastián: Tú también me hacías sentir mejor con unas cuantas palabras… Javier…
Casi llegando a la salida, Saúl volvió a encontrar a Omar en la misma posición que antes. Seguía incluso igual de serio y apenas lo miró mientras bajaba las escaleras. Saúl siguió caminando hacia la puerta pasando a su lado sin decirle nada.
Omar: ¿Quieres que te acompañe a tu casa?
Saúl volteó a verlo y sonrió.
Saúl: Ven sólo si de verdad quieres venir…
Ambos salieron de la enorme casa, juntos.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.