De Todo un poco...
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Mensaje por Machucarules Dom 18 Jul - 16:21

Habían pasado dos semanas desde aquel increíble fin de semana. Sin duda alguna, esos eran los mejores días que Saúl Salziso había tenido. De pronto sentía como si el mundo hubiese cambiado, como si de repente todo se hubiera vuelto más fácil, como si las cosas que parecían imposibles ahora se alcanzaran con solo estirar un poco más el brazo y aquellas cosas que en realidad eran simples, ahora parecían tan maravillosas.
Sin embargo, para Sebastián Sena era todo lo contrario. Su mal humor incrementaba cada día, no podía hacer otra cosa más que estar demasiado sensible e irritarse con facilidad. Y aunque tenía personas en las que sabía que podía confiar, seguía pensando que nadie lo entendía del todo y que no existía una sola persona en el mundo que pudiese ayudarlo. Él solo tenía que salir del hoyo, aunque no tuviera idea de cómo hacerlo. Aparte de todo, la escuela lo agobiaba. No era que no le gustara, sino que el hecho de ver a Ismael y a Cinthia juntos todo el tiempo hacía que se pusiera peor y aun teniendo que soportar eso durante la semana, también ese sábado lo haría. Los miembros del taller y algunos alumnos del profesor Fernando, entre ellos Cinthia e Ismael, habían sido convocados ese día para mover las butacas que aun servían del teatro antiguo hacia el teatro Hamlet, ya que para la siguiente obra, “La Odisea”, esperaban tener más público que en la anterior. Lo único que animaba a Sebastián era el clima y eso también hacía el día más lindo para Saúl. El cielo estaba nublado y el viento corría salvajemente moviendo los árboles y tirando sus hojas, jugando con el cabello de quienes gustaban traerlo largo. Aquello estaba bien luego de los días de intenso calor, o al menos eso pensaban ellos, porque no se imaginaban que ese clima era sólo el presagio de la naturaleza para avisarles sobre una serie de desgracias inevitables.

Track #10: “Save me” (1)
Saúl se dirigía a la entrada de la facultad, caminaba por el estacionamiento que veía vacío por primera vez, sólo se encontraban como cinco autos en él y unos hombres con uniforme que destapaban una gran coladera circular.
Omar: ¡Saúl!
Saúl se giró y vio a su amigo corriendo hacia él, el viento movía su cabello rizado y lo hacía empequeñecer sus ojos.
Saúl: Qué onda, no sabía que vendrías hoy.
Omar: Es que Luisana me dijo que vendrían y vine a ayudarlos.
Saúl: Sí, claro. Ayudarnos…
Omar: Bueno y a verla a ella¬¬ ¿Y qué hay que hacer exactamente?
Saúl: Pasar unas butacas del teatro antiguo al Hamlet y sacar las demás para tirarlas. El profe dijo que gracias al éxito de la última obra, el Rector le entregó un bono a la facultad para apoyarnos y van a usarlo para convertir el teatro viejito en un nuevo auditorio.
Omar: Ah… ¡¿Y ese cartel?!
Saúl: ¿Cuál car…? O_O
Los dos jóvenes posaron su vista en un enorme cartel que colgaba justo debajo de la leyenda que contenía el nombre de la facultad. Estaba sujetado de la azotea por dos cuerdas delgadas y en él estaban plasmadas distintas fotos de los integrantes del taller durante los ensayos de la obra, disfrazados con las vestimentas de los antiguos griegos. Y obviamente el que más llamaba la atención era Saúl, en el centro de todo con la mirada seria y fija hacia el frente. En la esquina inferior derecha estaba la hora y la fecha de la función y el costo de los boletos.
Omar: ¿No crees que sea una exageración?
Saúl: Pues sí… pero es el profe, qué le vamos a hacer…
Omar: Entonces ahora es La Odisea.
Saúl: Sí, sólo tenemos tres semanas más para ensayar y la tercera dijo que sería a finales del semestre. Sabes, esto es genial…
Omar: ¿Qué cosa?
Saúl: Todo, estoy muy feliz, siento que estoy soñando. No quisiera despertar nunca^^
Omar: Qué bueno^^
Saúl: Ahora hasta los idiotas del taller que me tiraban mala onda, me hablan bien y hasta me saludan y me conoce gente que no conozco. ¡Gente que no conozco! y tengo un novio que está muy guapo y que me quiere mucho… esto no puede ponerse mejor ¿o sí?
Omar: Pues… esperemos^^’
La verdad era que Omar pensaba que, a veces, entre mejor estuviera algo era mucho más fácil que se pusiera mal y tanta felicidad en Saúl le preocupaba, ya que si algo malo ocurría sería mucho mayor el daño que lo que ahora disfrutaba.

Jorge golpeó un pequeño árbol mientras estacionaba la limusina anaranjada que conducía, al detenerse Sebastián bajó y caminó hacia la facultad dando suspiros.
Jorge: ¡Joven! ¡Espérese! ¡El paraguas!
Sebastián: ¿Para qué lo quiero? No está lloviendo…
Jorge: ¿No vio las noticias? Hoy va a tocar tierra ese huracán y va a llover muy feo, por eso lo traje rápido para que no lo agarrara el agua, pobre arbolito, creo que le rompí un poco el tronco :/
Sebastián: No me lo voy a llevar porque no está lloviendo y no voy a hacer el oso de oquis¬¬
Jorge: Pero joven…
Sebastián: Ya dije.
Jorge: Bueno, pero lo voy a esperar aquí para que no se moje.
Sebastián: Sí, whatever…
Samuel: ¡Sebastián!^^
Sebastián: Dios, por favor, sálvame de este tipo -.-‘
Samuel: Qué onda, ¿cómo estás?
Sebastián: Bien hasta que llegaste, adiós.
Samuel: Espérate, yo también voy a ayudar con los bancos.
Sebastián: Pégame.
Samuel: ¿Por qué? o.o
Sebastián: Por preguntón¬¬
Samuel: Eh… ¿eso fue sarcasmo? jaja, eres gracioso^^
Sebastián: Creí que el objetivo del sarcasmo era molestar a las personas, no hacerlas reír >.<
Sebastián siguió caminando y Samuel le siguió su paso apresurado.
Samuel: Qué bueno que el profe nos dijo que le ayudemos con esto porque me sirve de ejercicio, igual y con esto mis bíceps aumentan más, ¿no los quieres tocar? No me molesta, de veras.
Sebastián: A mí sí.
Samuel: ¿Y tú haces ejercicio o practicas algún deporte? he notado que aunque te ves delgado, tienes los músculos muy… ehm… bien
Sebastián lanzó una mirada fugaz a Samuel y este se sintió un poco apenado, alejando la suya de él. Se quedó callado un momento, pensando en si debía seguir o cambiar de tema. En ese momento una pequeña gota de agua cayó del cielo al suelo, dejando su rastro en el piso.
Sebastián: ¿Por qué haces esto?
Samuel: ¿Qué cosa?
Sebastián: Hablar conmigo. Ya te dije que no tenemos por qué llevarnos bien.
Samuel: Pero es que yo me quiero llevar bien contigo, porque tú me…
Ismael: ¡Qué onda! ¿Qué hacen?
Sebastián: Ah, hola. Iba a buscar al profe…
Samuel notó un repentino cambio en el estado de ánimo de Sebastián al ver a Ismael y esto le incomodó un poco.
Ismael: Dijo que fuéramos al teatro viejo.
Sebastián: ¿Tú también ayudarás?
Ismael: Sí, Cinthia también iba a venir pero no la dejaron por lo de la lluvia.
El teléfono de Samuel sonó y mientras se alejaba para contestarlo, Ismael siguió hablando.
Ismael: Me encontré al profe cuando venía para acá y me dio esto.
Ismael le enseñó unos desarmadores a Sebastián.
Sebastián: ¿Y eso?
Ismael: Es para que despeguemos las butacas, dijo que empezáramos de una vez y que nos alcanzaba en un rato con los otros que vinieran y que muchos le habían cancelado por la lluvia.
Sebastián: Qué exagerados. Están igual que Georgie, todo es culpa de esos tontos noticieros amarillistas…
Samuel regresó a ellos mirando su teléfono.
Ismael: ¿Quién era?
Samuel: Mi mamá…
Ismael: ¿Y qué dijo la tía?
Samuel: No sé, como que se fue la señal por el viento o algo así.
Ismael: ¿Todavía quiere que te vayas a vivir con ellos?
Samuel: Sí, siempre que me llama me insiste.
Sebastián: ¿Y por qué no te vas?¬¬ Tus papás viven muy lejos de aquí, ¿verdad?
Samuel: En el DF, y no me voy porque… hay algo que tengo que hacer primero.
La mirada de Samuel había cambiado al decir eso, parecía que aún tenía algo más que agregar. Sebastián lo había notado, pero su pensamiento se desvaneció cuando dos gotas le cayeron en la cara.
Sebastián: Creo que ya va a llover.
Ismael: Pues vamos a apurarnos…
Luego los tres siguieron caminando hacia el teatro antiguo.

Saúl y Omar llegaron hasta la oficina del profesor Fernando e inmediatamente fueron junto con él al teatro Hamlet. Ahí se encontraron con Luisana y Mario. Ella llevaba un paraguas y él sostenía una ligera chaqueta con su mano derecha. Al notar a Saúl no lo perdió de vista en todo su trayecto, el viento movía su cabello y esparcía su perfume por donde pasaba y cuando por fin llegó a su lado, Mario sintió unas profundas ganas de besarlo ahí mismo.
Saúl: ¿Qué tienes? o.o
Mario: …Nada, es que… como que hace mucho aire.
Profe: A ver si no nos pesca la lluvia, aunque ya sentí que me cayeron gotas. Elegimos un mal día para hacer esto…
Luisana: ¿Y los demás?
Profe: No hay nadie más, sólo nosotros. Ah y algunos están en el otro teatro quitando las butacas, sé que están Sebastián e Ismael pero quién sabe si encontrarían a otros. Nosotros vamos a acomodar las butacas aquí y a sacar unas cosas para hacer espacio.
Mario: Oiga y si le dieron un bono, ¿por qué no contrato a alguien para que hiciera todo esto?
Profe: Porque no hay que gastar en cosas que uno mismo puede hacer y si no quería ayudar pudo haberse quedado en su casa.
Mario: Uy, si yo nomás preguntaba¬¬
Todos entraron al teatro y Saúl seguía sintiendo la intensa mirada de Mario.
Profe: Luisana y usted, joven. Vayan a los camerinos y saquen toda la ropa que encuentren y también hay un mueble de madera muy viejo, ese también sáquenlo, por favor. Y Saúl y Mario, vayan a la bodega y tiren todas las cajas que vean, con todo y lo que tengan, pero sólo las cajas de cartón.
Los cuatro se dirigieron hacia donde el profesor les había indicado. Cuando Saúl y Mario cruzaron la puerta de la bodega, éste último la cerró con desesperación y así mismo tomó a Saúl de la espalda y comenzó a besarlo mientras lo recargaba en la puerta. Entonces la lluvia se escuchó con mayor fuerza, golpeando salvajemente los techos de las construcciones y el suelo pavimentado. El sonido del viento había sido suprimido mientras Mario besaba con pasión el cuello de Saúl y apretaba su cuerpo contra el suyo, de pronto una parte del cuerpo de Saúl comenzó a elevarse.
Saúl: E-esperate tantito…
Mario: ¿Qué? ¿No te gusta?
Saúl: Mmm, sí. Ese es el problema, que creo que me está gustando mucho xD
Mario seguía abrazando a Saúl aunque ya se había detenido, lo miraba directamente a los ojos tratando de calmar sus ansias, inútilmente.
Mario: Desde que te vi hoy quise estar a solas contigo y tenerte así. De hecho ya van varias veces que me siento así…
Saúl: Bueno, yo… yo también me siento así cuando te veo, pero no creo que este sea un buen lugar y además, ehm… ¿no crees que es muy rápido?
Mario: ¿Muy rápido? Pero si nos conocemos desde hace como dos meses.
Saúl: Jajajaja, por eso.
Mario: Bueno, bueno, a lo mejor es rápido ¿y qué importa?
Saúl: Que yo nunca, pues… todavía no u.u’
Mario: Ya lo suponía, pero por eso es que quiero estar a solas contigo, para enseñarte…
Mario siguió besando a Saúl y sus manos bajaron más allá de su espalda, entonces los deseos de ambos aumentaron y Saúl no encontraba la manera de detenerlo, no porque no hubiera forma sino… porque no quería hacerlo. Mario dirigió sus manos hacia el pantalón de Saúl y comenzó a desabrocharlo sin dejar de besar el cuello de éste, pero entonces una voz femenina se escuchó levemente pero con firmeza, parecía provenir del techo.
Voz: Se informa a la comunidad universitaria que se han cancelado todas las actividades que se estén llevando a cabo en este momento. El Estado está en alerta por las continuas lluvias que se presentarán, por el momento se recomienda no abandonar las aulas o cualquier otra área segura del campus. Por favor, mantengan la calma y no pongan su bienestar en peligro.
El mensaje se repitió varias veces y entonces se escucharon pasos que se acercaban al taller, Saúl se abotonó el pantalón de nuevo mientras Mario tomaba una caja apresuradamente. El profesor Fernando abrió la puerta.
Profe: Dejen eso, vengan para acá.

Mientras tanto, en el teatro antiguo el mensaje no había llegado por la falta de bocinas y el espantoso sonido de la lluvia. Ismael trataba de desatornillar una hilera de butacas pero una gotera no lo dejaba en paz.
Sebastián: Como que ya se puso feo, ¿no?
Samuel: Déjenme le hablo al profe a ver si mejor lo hacemos otro día.
Samuel se alejó de nuevo mientras marcaba en su teléfono.
Ismael: Este edificio está lleno de goteras, sobretodo en esta parte de arriba. Mira, toda el agua se trasmina por el techo… ¿cómo crees que esté Cinthia? Ojala para su casa no esté lloviendo tanto, no sé por qué estoy tan preocupado por ella… bueno, creo que sí, es porque la amo, je.
De pronto, el mal humor de Sebastián volvió y no soportaba la presión de aquel lugar, ahora sólo pensaba en salir de ahí.
Ismael: ¿Qué tienes?
Sebastián: ¿Yo? Nada o.o
Ismael: Sí, tienes algo. Últimamente estás muy raro, como enojado y triste todo el tiempo. Te conozco y tú no eres así, sólo te he visto así aquella vez…
Sebastián: No pasa nada, no te preocupes.
Ismael: Me preocupo porque soy tu mejor amigo y sabes que no me gusta que me engañes, ándale, dime qué te pasa.
Sebastián comenzó a desesperarse ante la insistencia de Ismael, en ese momento sintió unas ganas explosivas de gritarle lo que sentía por él y todo el infierno que ese sentimiento le causaba, pero hacer eso lo consideraba un suicidio. No podía, no podía hacerlo nunca si quería continuar junto a él… y junto a Cinthia también.
Ismael: ¡Dime!
Sebastián: ¡Qué no tengo nada! Déjame en paz, ¿ok?
Ismael: No, podrás engañar a Cinthia pero a mí no. Además si no tienes nada, ¿por qué te enojas?
Sebastián: ¡Qué te importa! ¡Ya te dije que no tengo nada!
El sonido de lo que parecía ser un relámpago se escuchó en toda la construcción y Samuel volvió junto a ellos con su celular en la mano.
Samuel: Nada, no hay señal… ¿Qué les pasa? o.o
Sebastián: Nada, yo mejor me voy…
Sebastián se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la salida, Samuel lo tomó del brazo pero éste lo apartó al instante.
Sebastián: ¡suéltame!
Samuel: Pero es peligroso que salgas ahorita…
Ismael: Déjalo, que se chingue si eso es lo que quiere.
Sebastián miró furioso a Ismael, la mirada de su amigo estaba fija en él, estaba enojado y Sebastián se sintió ofendido por el mal trato a pesar de que él había comenzado. Entonces se fue corriendo hacia la salida mientras Samuel corría tras él, gritándole. Otro fuerte sonido se había escuchado, pero ese no había sido ningún relámpago, ni el anterior lo fue. Un trozo del techo del teatro se desprendió después de aquel horrendo sonido y cayó justo encima de Ismael, quien se perdió de vista luego de la polvareda que se levantó a su alrededor. Samuel se giró rápidamente y corrió hacia su primo.
Samuel: ¡¡¡Isma!!!
Sebastián se dio la vuelta al escuchar ese nombre repentinamente después del ruido y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver un enorme trozo del techo de cemento tirado donde antes estuvo su mejor amigo.

El profesor intentaba llamar a Sebastián desde el teatro Hamlet, pero todo era en vano.
Profe: No hay señal, quién sabe si hayan escuchado el mensaje…
El profesor miró el paraguas de Luisana.
Profe: ¿Me lo prestas? Así podré ir yo mismo.
En ese momento, el profesor estornudó y Luisana negó con la cabeza.
Luisana: Si quiere voy yo, al fin y al cabo está cerca. Usted se va a enfermar más.
Profe: Mmm, bueno… pero ten mucho cuidado, tendrás que rodear por el estacionamiento porque por este lado ha de haber bastante agua.
Luisana: Sí.
La joven salió del teatro y abrió su paraguas mientras corría hacia el estacionamiento.
Mario: Mejor voy con ella…
Saúl: Yo voy contigo.
Mario: No, quédate.
Saúl: Por favor.
Mario: …Bueno.
Profe: Tengan mucho cuidado y mejor se quedan allá.
Omar: Yo también voy, ¿a qué me quedo aquí?
Profe: No me quiero quedar solo =(
Omar: Bueno¬¬
Luisana ya había llegado al estacionamiento a pesar de los gritos de su hermano que le pedían detenerse, Saúl y él decidieron correr también pero entonces se detuvieron al ver que el viento se llevaba el paraguas de Luisana con gran facilidad.
Saúl: Dios, se lo arrancó de las manos o.o
Mario: No lo ha de haber agarrado con bastante fuerza…
Ahora sin nada que la protegiera, Luisana se movía por el estacionamiento tratando de quitarse el cabello de los ojos que la lluvia y el viento le habían pegado. Entonces sintió como un enorme pedazo de plástico envolvía su cuerpo y lo único que distinguía era la cara de Saúl frente a ella.
Mario: ¡Se le pegó el cartel!
Saúl: ¡¡¡la coladera!!!
El agua había vuelto resbalosas las manos de Luisana y no podía quitarse el enorme cartel que ahora la envolvía y la empujaba contra su voluntad, sin saberlo se estaba acercando a una enorme coladera circular que se encontraba destapada a unos cuantos pasos de ella. Entonces Saúl y Mario corrieron lo más rápido que pudieron, Luisana se detuvo a sólo unos centímetros de la coladera y trató de quitarse el cartel del rostro.
Mario: ¡Ya no te muev…!
Mario se resbaló y cayó de bruces en el suelo, Saúl siguió corriendo sin detenerse hacia Luisana y notó que un pequeño árbol se acercaba a ella. Mario alzó la cara del piso, su nariz estaba sangrando.
Mario: ¡LUISANA!
Luisana logró quitarse el cartel de la cara y vio el árbol acercándose a ella, entonces, consumida por el pánico, no supo qué hacer y sólo sintió cómo era empujada por las manos de Saúl, quien no alcanzó a moverse y fue golpeado en el estómago por el tronco del árbol. Saúl se tocó el estómago y se hizo para atrás, olvidando lo cerca que se encontraba de la coladera y entonces el agua hizo que las suelas de sus tenis resbalaran y su cuerpo cayó dentro de aquel profundo desagüe, mientras que Mario gritaba su nombre totalmente aterrado.

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