Serial Love (Chap. 2)
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Serial Love (Chap. 2)
-Confía en mí –dije mirándolo fijamente y tratando de ponerme en sus zapatos.
Diego me miró, aun tenía lágrimas recorriendo sus mejillas pero parecía que había cesado de llorar. Dirigió sus ojos hacia el árbol de limones y fue a sentarse debajo de él, yo interprete esa acción como una invitación a sentarme a su lado y la acepté gustoso. Me senté a su lado y tomé una de las hojas de árbol que estaban en el suelo, la olí un poco y espere a que Diego estuviese listo.
-Eres un imbécil –dijo mirando hacia el suelo.
-Yo también te quiero, Diego –respondí con una sonrisa.
-Deja de decir esas cosas –replicó muy serio y sin cambiar de posición.
-Es la verdad.
-Eso me temo.
Diego me miró, me perdí un momento en sus ojos.
-Si te cuento esto, la relación que tenemos no va a volver a ser la misma, nunca más.
-No tenemos ninguna relación –dije volviendo en mí.
-¿Y esto? Cualquier manera de llevarte con una persona es una relación, aunque te la pases peleando con esa persona, esa es su relación.
-No creo que me moleste perder eso –respondí sonriéndole.
-Tú y yo hacemos más que pelear recientemente –dijo haciendo una pequeña pausa- lo que quiero decir es que… ya no peleamos tanto como antes…
-Lo entendí perfectamente, no tenías que recalcarlo –respondí pensando en lo pervertido que era- pero yo no peleo contigo, tú me tratas mal.
-Lo sé, pero mi error fue que no te trate lo suficientemente mal… o tal vez sí y tu error fue permanecer a mi lado a pesar de eso.
-Quizá ambos nos “equivocamos” o tal vez ninguno se equivoco.
Diego lo meditó un momento, recargó su cabeza en el tronco del árbol y siguió mirándome.
-Eso ya no importa ahora… creo que lo mejor para terminar con todo esto es decirte y que así te alejes de mí por tu propia cuenta.
Noté cierta tristeza en sus palabras, él no quería que me alejara pero había algo mucho más fuerte que lo impulsaba a quererme lejos de él. Decidí ahorrarme mis comentarios y prestar atención, Diego se enderezó y una ligera brisa me arrebató la hoja que tenía entre mis dedos. Diego abrió su boca y parpadeó un par de veces, buscando la manera de comenzar con su relato.
-Era 1988, mi madre estaba a punto de cumplir los 18 años cuando tuvo un romance con su profesor de literatura, el cual era mayor que ella por 15 años…
Chapitre #2: “Don’t love me”
Mi madre era una chica bajita, de cabello ondulado y castaño, piel clara, ojos cafés y delgada, aunque algo obsesionada con su peso. Su colorida forma de vestir llamaba la atención de muchas personas, en especial la de su maestro, un hombre de baja estatura, delgado, cabello castaño claro y ojos color miel.
El profesor comenzó a enamorar a mi madre con la mejor de las intenciones y ella caía rendida ante sus coqueteos constantes hasta que juntos vieron la llegada del primer beso, el cual marcó el inicio de su amor pero también, el inicio del fin de sus vidas felices.
La madre de mi madre era una mujer muy estricta y conservadora, con una desordenada visión de la moral y una creencia religiosa que sobrepasaba los límites. Ella fue la causa por la que mi madre decidió mantener en secreto la relación que tenía con su profesor, al menos hasta que tuviese edad suficiente para que la hiciera su esposa. Edgar, el profesor de mi madre, trató de convencer a Flor, mi madre, de dejarlo explicarle todo a aquella temible mujer, pero Flor temía que su madre investigara a Edgar, descubriera su divorcio y la hiciera mudarse lejos o por lo menos, le prohibiera dejar de verlo. Flor se negó a que su madre se encontrara con Edgar y mejor esperarían a que ella cumpliese los 18 para poder huir y casarse.
El día llegó, Flor cumplió sus 18 años y su madre le hizo una fiesta sorpresa ese día, invitó a todos los familiares y conocidos más cercanos, pero en realidad, la sorpresa fue para ellos al darse cuenta que la cumpleañera se estaba tardando en llegar… y que no llegaría.
Flor se había ido con Edgar después de la escuela, pasaron a su casa a llevarse algo de dinero y pensaron en quedarse con unos familiares de Edgar en Coahuila mientras encontraban un lugar donde vivir. Y entonces, mientras hacían las maletas y se preparaban para irse, fueron rozando sus labios y cruzaron miles de “te amo” hasta que por encima de las presiones del momento, fue ganando la pasión desmedida y los cuerpos de ambos se volvieron uno. Sin embargo, a las afueras de Nuevo León, un montón de patrullas rodearon el auto de Edgar y lo arrestaron, Flor fue devuelta a su casa, con su madre, donde recibió una golpiza por parte de ella y se encontró con una mujer que la esperaba en la sala de estar. Flor se acercó caminando lentamente, la mujer sonreía hipócritamente.
-Buenas noches, señorita Nava.
La mujer se levantó de su asiento y estiró su mano hacia Flor quien la miraba retraídamente.
-Mi nombre es Jennifer Lozano, soy la ex-esposa de Edgar.
Flor miró asombrada a la mujer y luego miró a su madre quien estaba parada en el umbral de la puerta, mirándola como si fuese la peor de las pecadoras.
-Esta mujer –dijo la madre acercándose a ellas- dice que tú te has estado acostando con su marido.
-¡Eso no es cierto! –Exclamó Flor furiosa- además, Edgar ya no es tu marido.
-Esta mujer fue obligada por su esposo a divorciarse de él, pero aun lo ama y quiere estar a su lado. “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
-¡Pero él no la ama, él me ama a mí!
-Ya lo veremos, niña –dijo la mujer mientras caminaba hacia la puerta principal.
Flor pudo ver el hermoso cielo oscuro cuando la puerta se abrió, esa imagen fue la que más recordó durante los siguientes 3 meses que estuvo encerrada en su cuarto, sólo se abría su puerta para que la criada le dejase la comida o para salir, supervisada por su madre, a hacer del baño. Flor pasaba las horas tirada en su cama, recordando a Edgar y a lo que había pasado en la casa de éste en su último cumpleaños, caminó hacia un gran espejo que colgaba de la pared y tocó su vientre por encima de su bata mirándose en él. Por primera vez, no le importo verse subida de peso, le gustaba ya que estaba consciente de lo que le sucedía a su cuerpo. Volteó hacia un pequeño escritorio al lado de su cama y miró la foto de su fallecido padre, el cual había elegido su segundo nombre: “Areli”, Flor recordó el relato que su padre le había contado acerca de cómo eligió su nombre, simplemente abrió la biblia y la leyó hasta que apareció el primer nombre de mujer.
Flor caminó hacia aquella foto y tomó la biblia que se encontraba a su lado, la abrió en una página al azar y comenzó a leer hasta que se encontró con el primer nombre: Aaron.
-Serás Aaron –dijo la joven tocándose el vientre.
De pronto, un leve golpecito se escuchó en la ventana, la joven se acercó tras escuchar otros dos golpecitos y se asomó quitando la cortina. No podía creer lo que estaba viendo, Edgar estaba en el jardín lanzando piedritas a su ventana. Flor salió de su prisión trepando cautelosamente a un gran roble del cual no sería capaz de bajar a menos que alguien la atrapase desde abajo. Edgar la sostuvo en sus brazos y ella le agradeció con un beso apasionado que duró unos instantes hasta que el amante retiró sus labios para poder hablar.
-¿Cómo lograste escapar? –se adelantó a preguntar la joven.
-Conseguí un buen abogado, al parecer tu madre tenía algún contacto en la policía, por eso me arrestaron sin razón y no pude salir hasta ahora…
-Tu ex me visitó
-Lo sé, también a mí, ella nos vio salir de la escuela en mi coche y quizá dedujo que iríamos a Coahuila, ya que conoce a mis familiares de allá.
-¿Cómo supo que tú y yo…?
-Se lo dijo el profesor Juan Gabriel, ese tipo me odia…
-Bueno, ya no importa, vámonos de aquí, casémonos.
-No –contestó el hombre.
-¿Por qué no? –preguntó la joven confundida y con lágrimas.
-Porque no quiero estorbar más en tu vida, lo que queremos hacer es una locura, no quiero que tu madre te haga daño por mi culpa, así que por favor… no me ames.
El profesor soltó a la chica y dio unos pasos atrás, se dio media vuelta y caminó hacia la calle cuando dos brazos rodearon su abdomen y lo encadenaron fuertemente hacia un cuerpo tibio y tembloroso.
-Estoy embarazada –dijo Flor con la voz quebrada.
El hombre escuchó tales palabras con sorpresa y luego con aceptación, tomó las manos que la rodeaban y las acercó a sus labios para darles un cálido beso. Giró y dio la cara a su amada y besó sus labios nuevamente.
-Así que… no me pidas que no te ame, no ahora que tengo a tu hijo dentro de mí.
Edgar sonrió y guió de la mano a Flor hasta la cerca que había que saltar para salir de aquella prisión a la que antes ella llamaba hogar.
Ambos vivieron escondidos en un hotel durante varios días hasta que Flor pudo volver a su casa a escondidas y convenció a la criada de extraer sus papeles y su identificación para poder demostrar que ya era mayor de edad. Al día siguiente, Edgar y Flor se casaron y volvieron a la casa de éste donde también se estaba quedando su madre, pues se había cansado de vivir tanto tiempo sola.
Pasaron 5 meses, en los cuales, la pareja había vivido en plena paz y tranquilidad, al parecer, la madre de Flor se había cansado de perseguirla y dejó de molestarla, o al menos eso pensaron hasta ese día…
Alguien tocó violentamente la puerta de la casa, la madre de Edgar se apresuró a abrir la puerta y casi se cae al suelo cuando Jennifer empujó la puerta con su trasero para poder entrar.
-¿Dónde está esa zorra? –preguntó mirando la habitación.
-Jennifer, no tienes ningún derecho de entrar así a esta casa, no te pertenece –replicó la anciana sobándose el brazo.
-¡Dígame dónde está!
-Aquí estoy –respondió la dulce voz de Flor al otro lado de la habitación.
-¿Crees que ganaste? –dijo la mujer desafiantemente.
-Esto no es ningún concurso como para tener ganadores o perdedores.
La madre de Flor cruzó la puerta y entró a la casa inspeccionándola de lado a lado.
-¿Cambiaste tu hogar por esto? –cuestionó la anciana.
-Ese ya no era mi hogar, madre.
-Solo venimos a decirles que no serán felices –dijo Jennifer.
-Seremos más felices de lo que dos personas tan amargadas como ustedes puedan llegar a ser –replicó Flor.
-Lo siento hija pero te equivocas.
-Tu marido, tú, ese bebé y todos los otros que tengan no conseguirán ser felices nunca –contestó la mujer.
-¿Tú te encargarás de eso? –preguntó Flor desafiante.
-Ya nos hicimos cargo, hija –respondió la anciana- Jennifer y yo fuimos con una mujer que hace pactos con el demonio.
Flor sintió escalofríos en su cuerpo al escuchar a su madre, una mujer conservadora y altamente religiosa, hablar sobre su visita a una bruja.
-¿Crees que voy a creer eso, mamá? –cuestionó Flor tratando de no parecer sorprendida.
-Deberías, le hemos pedido a esa mujer que hiciera algo para que ese pervertido y tú no puedan tener una familia feliz nunca.
-Tuvimos que hacer un sacrificio muy grande a cambio de que la bruja nos hiciera ese favor, pero vale la pena si sirve para separarte de él.
La madre de Edgar se tapó la boca con sus manos y Flor seguía tratando de parecer escéptica.
-La mujer nos dijo –continuó la anciana- que tendrías un hijo varón al que le pondrías Aaron…
Flor se estremeció.
-En dos años tendrás otro hijo, también será varón.
-Pero si estos dos niños llegan a nacer… -dijo Jennifer dando un paso adelante- una maldición caerá sobre ellos.
-¿Una maldición? –preguntó Flor asustada.
-Sí, esos dos niños matarán a todo aquel que llegue a amarlos, incluyéndolos a ustedes.
Flor sufrió un mareo y se sostuvo con el respaldo de un sillón.
-No te preocupes, hija, hay una forma de evitarlo…
-¿Cuál? –preguntó la madre de Edgar.
-Haciendo que Aaron no nazca y alejándote de Edgar para siempre. La bruja dijo que si ustedes no se separaban, los eventos que ya les mencionamos ocurrirían. Esa es la única forma.
Flor estaba muy alterada, sacó a gritos a las dos mujeres de su casa y le puso el cerrojo a la puerta. Al llegar su marido lo puso al tanto de la situación, que aunque era difícil de creer, tenía mortificada a Flor y a la futura abuela. Edgar las tranquilizó y lograron estar en paz por un tiempo…
Pasaron 2 años, Aaron ya decía sus primeras palabras y Diego, nombrado así en honor a su abuelo materno, acababa de nacer. A partir de entonces, Aaron comenzó a desarrollar una actitud muy agresiva hacia los padres y la abuela y Diego no dejaba de llorar cada que alguno de ellos se le acercaba. Los psicólogos sólo los hicieron perder tiempo. Flor y Edgar comprendieron lo que ocurría y decidieron tomar medidas para cuando los niños crecieran y pudiesen ser más peligrosos, por las mañanas, antes que ellos se despertaran, el desayuno ya estaría listo y sus padres ya se habrían ido a trabajar, la abuela permanecería encerrada en su cuarto hasta que una chica contratada por los padres, pasara por ellos y los llevara a la escuela. Cuando volvieran a casa, la abuela volvería a encerrarse y dejaría a la niñera, que era cambiada cada cierto tiempo, encargarse de darles de comer y los durmiera por la noche, entonces los padres llegarían y se lamentarían por pasar otro día sin ver a sus hijos, pero sabiendo que así no lastimarían a nadie y no serían lastimados.
Una noche, la niñera salió con prisa de la casa y olvidó cerrar con llave la puerta de la habitación de los niños, Aaron se levantó después de haber tenido una horrible pesadilla donde una bruja le ordenaba matar a sus padres. Bajó las escaleras y encontró a su madre cenando, una horrenda sensación de odio recorrió el cuerpo del pequeño niño quien se lanzó contra su madre mordiéndole un brazo, la madre gritó lo más fuerte que pudo despertando a la abuela y a su otro hijo que bajó corriendo para ayudar a su madre, cuando vio la horrenda escena. El padre ordenó a la abuela quedarse en su habitación encerrada, corrió hacia la cocina donde ambos niños estaban encima de la madre, golpeándola y jalándole el cabello. El padre tomó a Diego y lo amarró a una silla, el niño usaba todas sus fuerzas para escapar pero sus esfuerzos fueron en vano, la madre se levantó del suelo con el niño colgado en su espalda, el cual portaba un cuchillo que había logrado alcanzar de la mesa y que encajó en la nuca de su madre sin pensarlo. El padre se quedó paralizado y el niño se fue contra él, lo empujó y el hombre se tropezó con la pata de una silla para luego desnucarse al golpearse con la mesa. Aaron fue llevado a un centro psiquiátrico y yo me quedé viviendo con mi abuela, que luego de ese incidente, descubrió que ya no necesitaba esconderse de nosotros, ya no había necesidad… después de todo, le quitamos al único hijo que tenía, a la única familia que le quedaba…
Diego me miró, aun tenía lágrimas recorriendo sus mejillas pero parecía que había cesado de llorar. Dirigió sus ojos hacia el árbol de limones y fue a sentarse debajo de él, yo interprete esa acción como una invitación a sentarme a su lado y la acepté gustoso. Me senté a su lado y tomé una de las hojas de árbol que estaban en el suelo, la olí un poco y espere a que Diego estuviese listo.
-Eres un imbécil –dijo mirando hacia el suelo.
-Yo también te quiero, Diego –respondí con una sonrisa.
-Deja de decir esas cosas –replicó muy serio y sin cambiar de posición.
-Es la verdad.
-Eso me temo.
Diego me miró, me perdí un momento en sus ojos.
-Si te cuento esto, la relación que tenemos no va a volver a ser la misma, nunca más.
-No tenemos ninguna relación –dije volviendo en mí.
-¿Y esto? Cualquier manera de llevarte con una persona es una relación, aunque te la pases peleando con esa persona, esa es su relación.
-No creo que me moleste perder eso –respondí sonriéndole.
-Tú y yo hacemos más que pelear recientemente –dijo haciendo una pequeña pausa- lo que quiero decir es que… ya no peleamos tanto como antes…
-Lo entendí perfectamente, no tenías que recalcarlo –respondí pensando en lo pervertido que era- pero yo no peleo contigo, tú me tratas mal.
-Lo sé, pero mi error fue que no te trate lo suficientemente mal… o tal vez sí y tu error fue permanecer a mi lado a pesar de eso.
-Quizá ambos nos “equivocamos” o tal vez ninguno se equivoco.
Diego lo meditó un momento, recargó su cabeza en el tronco del árbol y siguió mirándome.
-Eso ya no importa ahora… creo que lo mejor para terminar con todo esto es decirte y que así te alejes de mí por tu propia cuenta.
Noté cierta tristeza en sus palabras, él no quería que me alejara pero había algo mucho más fuerte que lo impulsaba a quererme lejos de él. Decidí ahorrarme mis comentarios y prestar atención, Diego se enderezó y una ligera brisa me arrebató la hoja que tenía entre mis dedos. Diego abrió su boca y parpadeó un par de veces, buscando la manera de comenzar con su relato.
-Era 1988, mi madre estaba a punto de cumplir los 18 años cuando tuvo un romance con su profesor de literatura, el cual era mayor que ella por 15 años…
Chapitre #2: “Don’t love me”
Mi madre era una chica bajita, de cabello ondulado y castaño, piel clara, ojos cafés y delgada, aunque algo obsesionada con su peso. Su colorida forma de vestir llamaba la atención de muchas personas, en especial la de su maestro, un hombre de baja estatura, delgado, cabello castaño claro y ojos color miel.
El profesor comenzó a enamorar a mi madre con la mejor de las intenciones y ella caía rendida ante sus coqueteos constantes hasta que juntos vieron la llegada del primer beso, el cual marcó el inicio de su amor pero también, el inicio del fin de sus vidas felices.
La madre de mi madre era una mujer muy estricta y conservadora, con una desordenada visión de la moral y una creencia religiosa que sobrepasaba los límites. Ella fue la causa por la que mi madre decidió mantener en secreto la relación que tenía con su profesor, al menos hasta que tuviese edad suficiente para que la hiciera su esposa. Edgar, el profesor de mi madre, trató de convencer a Flor, mi madre, de dejarlo explicarle todo a aquella temible mujer, pero Flor temía que su madre investigara a Edgar, descubriera su divorcio y la hiciera mudarse lejos o por lo menos, le prohibiera dejar de verlo. Flor se negó a que su madre se encontrara con Edgar y mejor esperarían a que ella cumpliese los 18 para poder huir y casarse.
El día llegó, Flor cumplió sus 18 años y su madre le hizo una fiesta sorpresa ese día, invitó a todos los familiares y conocidos más cercanos, pero en realidad, la sorpresa fue para ellos al darse cuenta que la cumpleañera se estaba tardando en llegar… y que no llegaría.
Flor se había ido con Edgar después de la escuela, pasaron a su casa a llevarse algo de dinero y pensaron en quedarse con unos familiares de Edgar en Coahuila mientras encontraban un lugar donde vivir. Y entonces, mientras hacían las maletas y se preparaban para irse, fueron rozando sus labios y cruzaron miles de “te amo” hasta que por encima de las presiones del momento, fue ganando la pasión desmedida y los cuerpos de ambos se volvieron uno. Sin embargo, a las afueras de Nuevo León, un montón de patrullas rodearon el auto de Edgar y lo arrestaron, Flor fue devuelta a su casa, con su madre, donde recibió una golpiza por parte de ella y se encontró con una mujer que la esperaba en la sala de estar. Flor se acercó caminando lentamente, la mujer sonreía hipócritamente.
-Buenas noches, señorita Nava.
La mujer se levantó de su asiento y estiró su mano hacia Flor quien la miraba retraídamente.
-Mi nombre es Jennifer Lozano, soy la ex-esposa de Edgar.
Flor miró asombrada a la mujer y luego miró a su madre quien estaba parada en el umbral de la puerta, mirándola como si fuese la peor de las pecadoras.
-Esta mujer –dijo la madre acercándose a ellas- dice que tú te has estado acostando con su marido.
-¡Eso no es cierto! –Exclamó Flor furiosa- además, Edgar ya no es tu marido.
-Esta mujer fue obligada por su esposo a divorciarse de él, pero aun lo ama y quiere estar a su lado. “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
-¡Pero él no la ama, él me ama a mí!
-Ya lo veremos, niña –dijo la mujer mientras caminaba hacia la puerta principal.
Flor pudo ver el hermoso cielo oscuro cuando la puerta se abrió, esa imagen fue la que más recordó durante los siguientes 3 meses que estuvo encerrada en su cuarto, sólo se abría su puerta para que la criada le dejase la comida o para salir, supervisada por su madre, a hacer del baño. Flor pasaba las horas tirada en su cama, recordando a Edgar y a lo que había pasado en la casa de éste en su último cumpleaños, caminó hacia un gran espejo que colgaba de la pared y tocó su vientre por encima de su bata mirándose en él. Por primera vez, no le importo verse subida de peso, le gustaba ya que estaba consciente de lo que le sucedía a su cuerpo. Volteó hacia un pequeño escritorio al lado de su cama y miró la foto de su fallecido padre, el cual había elegido su segundo nombre: “Areli”, Flor recordó el relato que su padre le había contado acerca de cómo eligió su nombre, simplemente abrió la biblia y la leyó hasta que apareció el primer nombre de mujer.
Flor caminó hacia aquella foto y tomó la biblia que se encontraba a su lado, la abrió en una página al azar y comenzó a leer hasta que se encontró con el primer nombre: Aaron.
-Serás Aaron –dijo la joven tocándose el vientre.
De pronto, un leve golpecito se escuchó en la ventana, la joven se acercó tras escuchar otros dos golpecitos y se asomó quitando la cortina. No podía creer lo que estaba viendo, Edgar estaba en el jardín lanzando piedritas a su ventana. Flor salió de su prisión trepando cautelosamente a un gran roble del cual no sería capaz de bajar a menos que alguien la atrapase desde abajo. Edgar la sostuvo en sus brazos y ella le agradeció con un beso apasionado que duró unos instantes hasta que el amante retiró sus labios para poder hablar.
-¿Cómo lograste escapar? –se adelantó a preguntar la joven.
-Conseguí un buen abogado, al parecer tu madre tenía algún contacto en la policía, por eso me arrestaron sin razón y no pude salir hasta ahora…
-Tu ex me visitó
-Lo sé, también a mí, ella nos vio salir de la escuela en mi coche y quizá dedujo que iríamos a Coahuila, ya que conoce a mis familiares de allá.
-¿Cómo supo que tú y yo…?
-Se lo dijo el profesor Juan Gabriel, ese tipo me odia…
-Bueno, ya no importa, vámonos de aquí, casémonos.
-No –contestó el hombre.
-¿Por qué no? –preguntó la joven confundida y con lágrimas.
-Porque no quiero estorbar más en tu vida, lo que queremos hacer es una locura, no quiero que tu madre te haga daño por mi culpa, así que por favor… no me ames.
El profesor soltó a la chica y dio unos pasos atrás, se dio media vuelta y caminó hacia la calle cuando dos brazos rodearon su abdomen y lo encadenaron fuertemente hacia un cuerpo tibio y tembloroso.
-Estoy embarazada –dijo Flor con la voz quebrada.
El hombre escuchó tales palabras con sorpresa y luego con aceptación, tomó las manos que la rodeaban y las acercó a sus labios para darles un cálido beso. Giró y dio la cara a su amada y besó sus labios nuevamente.
-Así que… no me pidas que no te ame, no ahora que tengo a tu hijo dentro de mí.
Edgar sonrió y guió de la mano a Flor hasta la cerca que había que saltar para salir de aquella prisión a la que antes ella llamaba hogar.
Ambos vivieron escondidos en un hotel durante varios días hasta que Flor pudo volver a su casa a escondidas y convenció a la criada de extraer sus papeles y su identificación para poder demostrar que ya era mayor de edad. Al día siguiente, Edgar y Flor se casaron y volvieron a la casa de éste donde también se estaba quedando su madre, pues se había cansado de vivir tanto tiempo sola.
Pasaron 5 meses, en los cuales, la pareja había vivido en plena paz y tranquilidad, al parecer, la madre de Flor se había cansado de perseguirla y dejó de molestarla, o al menos eso pensaron hasta ese día…
Alguien tocó violentamente la puerta de la casa, la madre de Edgar se apresuró a abrir la puerta y casi se cae al suelo cuando Jennifer empujó la puerta con su trasero para poder entrar.
-¿Dónde está esa zorra? –preguntó mirando la habitación.
-Jennifer, no tienes ningún derecho de entrar así a esta casa, no te pertenece –replicó la anciana sobándose el brazo.
-¡Dígame dónde está!
-Aquí estoy –respondió la dulce voz de Flor al otro lado de la habitación.
-¿Crees que ganaste? –dijo la mujer desafiantemente.
-Esto no es ningún concurso como para tener ganadores o perdedores.
La madre de Flor cruzó la puerta y entró a la casa inspeccionándola de lado a lado.
-¿Cambiaste tu hogar por esto? –cuestionó la anciana.
-Ese ya no era mi hogar, madre.
-Solo venimos a decirles que no serán felices –dijo Jennifer.
-Seremos más felices de lo que dos personas tan amargadas como ustedes puedan llegar a ser –replicó Flor.
-Lo siento hija pero te equivocas.
-Tu marido, tú, ese bebé y todos los otros que tengan no conseguirán ser felices nunca –contestó la mujer.
-¿Tú te encargarás de eso? –preguntó Flor desafiante.
-Ya nos hicimos cargo, hija –respondió la anciana- Jennifer y yo fuimos con una mujer que hace pactos con el demonio.
Flor sintió escalofríos en su cuerpo al escuchar a su madre, una mujer conservadora y altamente religiosa, hablar sobre su visita a una bruja.
-¿Crees que voy a creer eso, mamá? –cuestionó Flor tratando de no parecer sorprendida.
-Deberías, le hemos pedido a esa mujer que hiciera algo para que ese pervertido y tú no puedan tener una familia feliz nunca.
-Tuvimos que hacer un sacrificio muy grande a cambio de que la bruja nos hiciera ese favor, pero vale la pena si sirve para separarte de él.
La madre de Edgar se tapó la boca con sus manos y Flor seguía tratando de parecer escéptica.
-La mujer nos dijo –continuó la anciana- que tendrías un hijo varón al que le pondrías Aaron…
Flor se estremeció.
-En dos años tendrás otro hijo, también será varón.
-Pero si estos dos niños llegan a nacer… -dijo Jennifer dando un paso adelante- una maldición caerá sobre ellos.
-¿Una maldición? –preguntó Flor asustada.
-Sí, esos dos niños matarán a todo aquel que llegue a amarlos, incluyéndolos a ustedes.
Flor sufrió un mareo y se sostuvo con el respaldo de un sillón.
-No te preocupes, hija, hay una forma de evitarlo…
-¿Cuál? –preguntó la madre de Edgar.
-Haciendo que Aaron no nazca y alejándote de Edgar para siempre. La bruja dijo que si ustedes no se separaban, los eventos que ya les mencionamos ocurrirían. Esa es la única forma.
Flor estaba muy alterada, sacó a gritos a las dos mujeres de su casa y le puso el cerrojo a la puerta. Al llegar su marido lo puso al tanto de la situación, que aunque era difícil de creer, tenía mortificada a Flor y a la futura abuela. Edgar las tranquilizó y lograron estar en paz por un tiempo…
Pasaron 2 años, Aaron ya decía sus primeras palabras y Diego, nombrado así en honor a su abuelo materno, acababa de nacer. A partir de entonces, Aaron comenzó a desarrollar una actitud muy agresiva hacia los padres y la abuela y Diego no dejaba de llorar cada que alguno de ellos se le acercaba. Los psicólogos sólo los hicieron perder tiempo. Flor y Edgar comprendieron lo que ocurría y decidieron tomar medidas para cuando los niños crecieran y pudiesen ser más peligrosos, por las mañanas, antes que ellos se despertaran, el desayuno ya estaría listo y sus padres ya se habrían ido a trabajar, la abuela permanecería encerrada en su cuarto hasta que una chica contratada por los padres, pasara por ellos y los llevara a la escuela. Cuando volvieran a casa, la abuela volvería a encerrarse y dejaría a la niñera, que era cambiada cada cierto tiempo, encargarse de darles de comer y los durmiera por la noche, entonces los padres llegarían y se lamentarían por pasar otro día sin ver a sus hijos, pero sabiendo que así no lastimarían a nadie y no serían lastimados.
Una noche, la niñera salió con prisa de la casa y olvidó cerrar con llave la puerta de la habitación de los niños, Aaron se levantó después de haber tenido una horrible pesadilla donde una bruja le ordenaba matar a sus padres. Bajó las escaleras y encontró a su madre cenando, una horrenda sensación de odio recorrió el cuerpo del pequeño niño quien se lanzó contra su madre mordiéndole un brazo, la madre gritó lo más fuerte que pudo despertando a la abuela y a su otro hijo que bajó corriendo para ayudar a su madre, cuando vio la horrenda escena. El padre ordenó a la abuela quedarse en su habitación encerrada, corrió hacia la cocina donde ambos niños estaban encima de la madre, golpeándola y jalándole el cabello. El padre tomó a Diego y lo amarró a una silla, el niño usaba todas sus fuerzas para escapar pero sus esfuerzos fueron en vano, la madre se levantó del suelo con el niño colgado en su espalda, el cual portaba un cuchillo que había logrado alcanzar de la mesa y que encajó en la nuca de su madre sin pensarlo. El padre se quedó paralizado y el niño se fue contra él, lo empujó y el hombre se tropezó con la pata de una silla para luego desnucarse al golpearse con la mesa. Aaron fue llevado a un centro psiquiátrico y yo me quedé viviendo con mi abuela, que luego de ese incidente, descubrió que ya no necesitaba esconderse de nosotros, ya no había necesidad… después de todo, le quitamos al único hijo que tenía, a la única familia que le quedaba…
Última edición por Machucarules el Sáb 27 Jun - 16:25, editado 1 vez
Re: Serial Love (Chap. 2)
-¿Tu abuela los maltrató después de eso? –pregunté aun sumergido en la atmosfera del relato.
-No, pero tampoco nos acariciaba, no le gustaba tocarnos y estaba muy poco con nosotros. Murió cuando yo tenía 15 y dejó escrita la historia que acabo de contarte, supongo que se la contaron mis padres… aunque yo la complementé con algunas cosas que Aaron me comentó sobre el día en que… bueno, ese horrible día.
No sabía cómo reaccionar ante tal situación, ¿debería creer acaso todo lo que Diego me había dicho? Quería creer, deseaba hacerlo, pero era demasiado increíble…
-Te la aprendiste de memoria –dije sin pensar.
-Sí, es la historia de mi familia… ahora creo que ya entiendes por qué trato a todo el mundo mal.
-Porque no quieres que nadie te ame –dije bajando la cabeza.
-No es que no quiera, es que no puedo permitirlo… y menos después de lo que ocurrió después…
-¿Hay más? –pregunté horrorizado.
Diego se levantó rápidamente.
-Sí, pero eso no tienes por qué saberlo, es suficiente con lo que sabes para que te des cuenta que debes estar lo más lejos posible de mí.
Me levanté de un salto.
-¡No! Quiero ayudarte, quiero estar cerca de ti, debe haber una forma de que esto se solucione…
-Escúchame, esta maldición nos hizo capaces de poder “sentir” cuanto nos quiere alguien y cuando alguien nos ama, sentimos una fuerza que nos impulsa a… tú aun no me amas, pero si llegas a hacerlo yo…
Diego me dio un fuerte abrazo que me tomó por sorpresa, aun así le correspondí.
-Yo no quiero hacerte daño, no a ti, así que por favor… No me ames
-No, pero tampoco nos acariciaba, no le gustaba tocarnos y estaba muy poco con nosotros. Murió cuando yo tenía 15 y dejó escrita la historia que acabo de contarte, supongo que se la contaron mis padres… aunque yo la complementé con algunas cosas que Aaron me comentó sobre el día en que… bueno, ese horrible día.
No sabía cómo reaccionar ante tal situación, ¿debería creer acaso todo lo que Diego me había dicho? Quería creer, deseaba hacerlo, pero era demasiado increíble…
-Te la aprendiste de memoria –dije sin pensar.
-Sí, es la historia de mi familia… ahora creo que ya entiendes por qué trato a todo el mundo mal.
-Porque no quieres que nadie te ame –dije bajando la cabeza.
-No es que no quiera, es que no puedo permitirlo… y menos después de lo que ocurrió después…
-¿Hay más? –pregunté horrorizado.
Diego se levantó rápidamente.
-Sí, pero eso no tienes por qué saberlo, es suficiente con lo que sabes para que te des cuenta que debes estar lo más lejos posible de mí.
Me levanté de un salto.
-¡No! Quiero ayudarte, quiero estar cerca de ti, debe haber una forma de que esto se solucione…
-Escúchame, esta maldición nos hizo capaces de poder “sentir” cuanto nos quiere alguien y cuando alguien nos ama, sentimos una fuerza que nos impulsa a… tú aun no me amas, pero si llegas a hacerlo yo…
Diego me dio un fuerte abrazo que me tomó por sorpresa, aun así le correspondí.
-Yo no quiero hacerte daño, no a ti, así que por favor… No me ames
Re: Serial Love (Chap. 2)
wey esta con madre esta bien shida la historia
sin palabras te felicito
mmmmmm
ojala que florecita no lea esto por que la dejas traumada
sin palabras te felicito
mmmmmm
ojala que florecita no lea esto por que la dejas traumada
pako_tigres- Jounin
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Re: Serial Love (Chap. 2)
Estubo bien supongo xD aunque creo que me hubiera gustado más si la hubiera leido con más animo, en fin estubo chida
sayo0nara
sayo0nara
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