El Deseo
4 participantes
Página 1 de 1.
El Deseo
Después de decirlo se acercó a mí. Retrocedí un paso, estaba asustado, como nunca en la vida, pero dentro de mí, sabía que en cierta forma, me lo merecía… volvió a acercarse, metió la mano en el bolsillo de su abrigo y sacó una pistola con silenciador. Tenía un color negro que resaltaba entre lo gris de la neblina. Volví a retroceder, entonces sentí el tronco del árbol en mi espalda, toqué el árbol con mis manos y miré fijamente el arma, luego levanté la vista hacia su mirada que se mantenía fija en mí.
-Por favor, detente –dije, en un intento por hacer que reaccionara, aunque no esperaba que lo hiciera, ya que ni siquiera yo me había detenido cuando debí hacerlo.
-Es un poco tarde para decirlo ¿no lo crees? –respondió sin dejar de apuntarme.
De hecho lo era, era demasiado tarde… cerré los ojos, sólo escuché el leve sonido del arma provocada por el silenciador cuando me disparó. Caí al suelo deslizándome por el tronco del árbol, quedé sentado en el piso, volví a abrir los ojos, sentía un fuerte dolor en mi abdomen, me toqué la herida con la mano derecha, la levanté y vi las yemas de mis dedos rojas a causa de la sangre, mi mano temblaba… la bajé y miré el parque boquiabierto. Quizá estaba agonizando pero me pareció ver mi silueta y la de Omar, también la de Erika y obviamente la de Manuel… entonces comencé a recordarlo todo y a preguntarme ¿Cómo es que acabó todo así? ¿Cómo llegué a esta situación? ¿Cómo era que algo tan lindo como lo que sentía por él me había llevado a estar aquí ahora? Tal vez debería analizarlo desde el principio, cuando todo parecía tan lindo, cuando todo estaba bien… o bueno, cuando no estaba tan mal…
Capítulo #1: “Balance”
Comenzó hace 1 año, hace apenas 1 año, que poco me parece ahora… mí mejor amigo de la infancia, Omar; su novia, Erika y yo empezábamos el segundo semestre de preparatoria. En ese entonces, mi única preocupación era terminar la prepa con un excelente kárdex y entrar a alguna facultad, aunque aun no decidía a cuál, me inclinaba por artes escénicas, por lo que recibía constantes burlas de Omar, pero no me importaba… me fascinaba la idea de ser actor y Erika estaba encantada con que su amigo gay fuese una gran estrella de la televisión, aunque mi imagen no ayudase en mucho… soy alto, delgado, cabello oscuro y un tanto largo, siempre lo traigo despeinado y se me hace un remolino, pero Erika dice que le parezco tierno, así que supongo que está bien… lo que me molesta mucho es mi piel, es blanca, lo cual hace que no pueda esconder mis reacciones, me ruborizo con facilidad y las personas se dan cuenta entonces que estoy apenado y además, mis facciones son, según Erika “como als de una princesa” o sea que no tengo un aspecto muy varonil que digamos. Siempre visto lo primero que encuentro, no es que me importe mucho o más bien, no era que me importara mucho. Lo digo en pasado porque fue lo único que cambió en mí cuando lo conocí, nunca había tratado de impresionar a alguien antes pero él lo valía…
Estábamos en la primera clase del segundo semestre y por desgracia, era una de las materias que más odio: Química. Esta materia era impartida por la señorita Nuñez, Madison Nuñez. Esta tipa parecía tener una especie de problema… un problema ehm, digamos… mental.
-Bueno, ahora veremos los… -en ese momento, la profe se quedó paralizada con la boca abierta, como si pensara en algo más. Pero eso no importa, lo que importa es lo que pasó en ese instante, el instante en el que la puerta se abrió… una ventisca de aire helado entró al salón, esto hizo volar algunas hojas que tenía en mi banco y me agaché para recogerlas, entonces escuché una voz increíblemente sensual, alcé la vista inmediatamente para ver de dónde provenía aquella voz y entonces me dí cuenta que no sólo el viento había entrado por la puerta, sino también ese apuesto chico, no, no… ese dios griego: su cabello era perfecto, color castaño claro, iba peinado de una manera moderna, una variación de la moja que le iba muy bien, su complexión era atlética, estaba seguro que practicaba algún deporte, su piel era clara, su voz era como la de un locutor de radio y su forma de vestir era tan moderna como su peinado, con un estilo único. Llevaba un chaleco color negro con una playera roja debajo, unos jeans, zapatos negros y una bufanda negra alrededor de su cuello que le cubría los labios.
La profesora reaccionó al oler el hermoso aroma que desprendía, esa fragancia tan dulce y recia a la vez.
-¿Estás en este grupo? –preguntó la maestra acomodándose los lentes.
-Sí, soy nuevo. Me transfirieron de otra escuela.
El joven le dio un papel a la profe, ella lo revisó y entonces volvió a mirarlo.
-¿Cómo te llamas? –preguntó de nuevo, curiosa.
Yo seguía mirándolos muy atento para escuchar la respuesta.
-Manuel Chávez –respondió él con su hermosa voz.
-Bueno, bienvenido, Manuel. Puedes sentarte en…
La profesora miró todo el salón y puso su mirada en mi fila.
-Detrás de Saúl hay un banco –dijo apuntando al banco que estaba… ¡Detrás de mí!
-“Detrás de Saúl” –repitió él mientras volteaba en dirección a mi.
Fue entonces cuando me di cuenta que todo ese tiempo había estado con una mano en el suelo y la otra sobre la paleta del banco, mirando boquiabierto al escritorio donde estaba la profe y “Manuel” quien ahora me miraba raro. Reaccioné, levanté mis papeles del suelo y los acomodé en mi paleta, mientras tanto, Manuel caminaba hacia el banco vacío detrás de mí, yo me sentaba en la segunda fila de derecha a izquierda, hasta adelante para poner atención. Entonces Manuel se paró justo a mi lado, se agachó lanzando una pequeña ventisca con su olor n ella que me dejó paralizado. Levantó algo del suelo, me miró.
-Se te cayó esto –dijo mientras me pasaba una hoja que me faltó recoger.
-Gra-gra-gra-gracias –tartamudeé. En la vida había tartamudeado, pero es que me había sentido tan intimidado al ver aquellos hermosos ojos color miel mirándome fijamente y tan de cerca… sonreí.
Me devolvió la sonrisa, lo cual me hizo ruborizarme como nunca. Huí rápidamente de sus ojos y miré la paleta de mi banco, él se levantó y se sentó detrás de mí.
Eché una mirada a todo el lado izquierdo del salón, me percaté que todas las chicas miraban atontadas al chico nuevo. Luego miré la única fila a mi lado derecho, donde la única mujer era Erika, a quien no presté atención por el momento. Detrás de ella vi a Francisco quien también miraba fascinado a Manuel. Después volví con Erika, quien me veía con una pícara sonrisa. ¿Por qué me miraba así? ¿Se había dado cuenta de mi comportamiento de antes? Bueno, si yo me hubiese visto me hubiera burlado de mi mismo. Volví a mirar al frente, aparentando poner atención a la estúpida, digo a la señorita Madison, aunque en realidad sólo quería matarla por haber sentado al chico nuevo detrás de mí. ¡Así no podía mirarlo a gusto! Voltear a cada rato sería demasiado raro, en cambio las demás… o debería decir, los demás (incluyendo a Francisco) pueden mirarlo sin ningún remordimiento. ¡Qué mierda!
Apoyé los codos en el banco y puse la cabeza sobre mis manos, pensé en toda la competencia que tenía, era la primera vez que un chico me llamaba tanto la atención, estaba sentado justo tras de mí, lo bueno de eso era que podía ser de los primeros en hablarle y hasta hacerme su amigo… pero no era el único al que le interesaba, la mayoría de las chicas del salón ya le habían echado el ojo y alguien como yo no podía competir contra la belleza de muchas de ellas.
Para la hora del almuerzo ya me había olvidado de la idea de acercarme a Manuel, estaba en una mesa de la cafetería comiendo junto con Omar y Erika, entonces lancé un suspiro.
-Lo acabas de conocer y ya estás suspirando –dijo Erika mientras abría la lata de su refresco.
-¿Eh? ¿Qué? ¿De qué hablas? –respondí atontado.
-No te hagas, vi perfectamente como mirabas al chavo nuevo ¿cómo se llamaba?
-Manuel –dije al instante.
-¿Ves? Hasta te aprendiste su nombre y todo. Ya dime la verdad –dijo mientras me tomaba de las manos- ¿Te gusta?
-Es guapo… pero hay demasiada competencia.
-¿Competencia? Pfff ¿Cuál competencia? ¿Todas las zorras del salón y el gay del closet transparente?
-¿Closet transparente?
-Sí, por más que se esconda no puede ocultarse.
-Pues sí, esa competencia.
-¿Viste su forma de vestir? –Insistió ella- Tan combinado y lindo. Quizá es gay…
-Basta, Erika. No le des falsas esperanzas –dijo Omar con su mirada de indiferencia en el rostro.
-Es una posibilidad, nadie puede decirnos que no sea verdad.
-Él puede –inquirió Omar.
-También podría mentir –replicó ella.
-¿Entonces como se supone que estaremos seguros?
-Nunca lo estaremos.
-¡Tú nunca lo estarías!
-¡No me levantes la voz!
-Ya, ya, basta. Se lo están tomando demasiado en serio. Apenas lo conozco, quizá y ni nos caigamos bien.
No tenía idea de lo equivocado que estaba… pasaron los días, me enteré por medio de Omar que Manuel estaba en el equipo de baloncesto de la prepa, Omar también estaba en él y debían entrenar juntos. Para mi suerte, Erika y yo solíamos ir a los entrenamientos y algunos juegos de Omar, ahora yo iba con muchas más ganas. Durante el tiempo que duraba el entrenamiento me la pasaba mirando los mágicos movimientos de Manuel, al terminar siempre nos saludaba y nos sonría, lo cual me hacía sonrojar y a Erika la mataba de risa. Mi relación con Manuel también había mejorado durante las clases, al estar sentados tan cerca, siempre nos saludábamos, nos pasábamos apuntes, nos burlábamos de los maestros, etc. Manuel había resultado ser un chico muy amable, siempre tenía su hermosa sonrisa en el rostro, además de ser sumamente inteligente y a mí… no dejaba de parecerme cada vez más perfecto. Sin siquiera planearlo, Manuel y yo nos habíamos hecho amigos y había conseguido arrastrarlo hasta el trío que formaba con Erika y Omar, ahora éramos cuatro.
A pesar de que me había convertido en un buen amigo de Manuel, aun seguía temblando, tartamudeando y sonrojándome cuando estaba con él, pero al parecer, Manuel lo veía como algo normal en mí y nunca decía nada al respecto. Todo iba de maravilla hasta que llegó ese día…
Estábamos a mitad de semestre, teníamos clase de Educación física con el profesor Emmanuel Lozoya, uno de los maestros más sensuales de la prepa, con una voz tan varonil como la de Manuel, igual de encantador… pero más viejo. Él era lo único que me gustaba de las clases, ya que por alguna razón, soy pésimo en los deportes. Todos estábamos en la cancha esperando instrucciones del maestro, los que estaban en algún equipo nos ayudaban a realizar el ejercicio, así que Manuel y Omar estaban siempre ahí para ayudarme, aunque últimamente Omar dejaba que Manuel fuese mi salvador.
El profe nos puso un ejercicio muy extraño, el cual no podía hacer por mi mismo, la cosa era hacer algo con una pelota pero no había entendido cómo hacerlo, Manuel notó mi inquietud y fue rápido a ayudarme.
-Tienes que hacerlo así –dijo mientras hacia el ejercicio lentamente -¿Ves? Es muy fácil.
Me sonrió, yo me puse rojo inmediatamente y de pronto, una pelota golpeó mi frente, lo que me hizo caer al suelo. Manuel me levantó rápido, me tomó de los hombros y acercó su cara a la mía.
-¡¿Estás bien?! –dijo mirándome directamente a los ojos.
Me hice para atrás rápidamente, mi corazón latía con una gran fuerza y me temblaba todo el cuerpo.
-Sí, e-e-estoy bien.
-¿Seguro? Estás temblando –dijo mirándome con preocupación.
-Te lo juro, estoy bien –respondí lanzando una risita boba. Me sentía como un completo imbécil, y en medio de tanta “imbecilidad” busqué de dónde había provenido el pelotazo, entonces vi a dos chicas burlándose de mí, aunque, al ver la preocupación de Manuel por mí, una de ellas s había puesto seria, se trataba de Jennifer, una de las chavas más lindas del salón… y de la prepa. Tenía un buen cuerpo, cabello castaño claro, facciones perfectas, piel blanca, ojos claros y un culo del tamaño de un… un… un… ¡pues de un culo enorme!
Jennifer se acercó corriendo y puso la cara de preocupación más falsa e hipócrita que he vito en mi vida.
-¡Saúl! ¡Perdóname, por favor! ¡Te juro que no fu mi intención!
-No te preocupes, estoy bien –dije usando mis cualidades de actor.
-Lo que pasa es que soy pésima con las pelotas.
-Te referirás sólo a estas pelotas –dijo Omar burlándose.
-¡Omar! Eres un imbécil, no sé cómo Erika puede ser tu novia.
De pronto, una pelota golpeó el estómago de Jennifer, esta se tiró al suelo tocándoselo, sin aire.
-¡Jenny! –dijo Manuel mientras la ayudaba a pararse.
Erika se acercó corriendo.
-¡Jenny! ¡Perdóname, por favor! Lo que pasa es que soy pésima con las pelotas –dijo Erika con una sonrisa burlona.
Jennifer nos miró con odio a los tres, estaba totalmente molesta. Al final se centró en mí hasta que llegó el profesor.
-¿Todo bien?
-Creo que necesito ir a la enfermería, profe –dijo Jennifer con su mano en el estómago.
-Sólo te sacaron el aire, estarás bien –respondió el apuesto profesor.
-Pe-pero…
-Ve a sentarte, estarás bien en un momento.
Poco me faltó para ir corriendo a besar al profe. Jennifer obedeció mientras que Omar y Erika se burlaban en voz baja, Manuel parecía no entender muy bien la situación y yo, a pesar de ser igual de despistado que él, entendía todo sin problema: Jennifer estaba celosa. Después de todo, ella también había conseguido hacerse amiga de Manuel y al igual que yo, estaba haciendo su lucha por estar cerca de él. Estos pensamientos me invadieron durante el almuerzo, Erika y Omar estaban conmigo y Manuel había ido a comer con Jennifer y Cecy, la otra tipa que se burlaba de mí en la clase de Ed. Física.
-Ella te odia –dijo Erika con su sonrisa pícara –y mucho.
-Lo sé, pero qué le vamos a hacer… a mi tampoco me simpatiza mucho que digamos.
-¿Vas a pelearte con una chica por un tipo? –preguntó Omar.
-Eso es tan romántico –dijo Erika como imaginándoselo.
-De ser necesario, lo haré.
-¿Tan importante es ese tipo para ti que estás dispuesto a hacerlo?
-Él lo vale –repliqué.
-Vaya, estás más enamorado de lo que pensé. Entonces te lo voy a decir, Saúl, enfrentarte a esa tipa va a causarte mucho más daño que algún beneficio. Jennifer es una puta, cabrona, culona capaz de cualquier cosa y es obvio que sabe lo que tú sientes por Manuel.
Las palabras de Omar me dejaron atónito, él tenía toda la razón, de no haberlo sabido antes, Jennifer no se hubiese puesto celosa y es que yo era tan obvio, cualquiera que pusiese atención de daría cuenta de mis sentimientos hacia Manuel.
-Ella hasta podría decirle a Manuel que te gusta.
-¡¿Qué?! ¡No! ¡No sería capaz! –exclamé muy asustado.
-Tiene razón, ella podría hacer eso…
-Pero si le dice, las cosas entre Manuel y yo… no serían las mismas, nunca más.
-Eso no lo sabemos –me dijo Erika sonriendo.
-Por eso, lo que yo creo es que deberías hablar tú con él.
-¿Yo con él? ¿Dices que yo debo…?
-Tienes que declarártele.
Hasta entones, esa opción nunca había pasado por mi mente, ¿declarármele? ¿Yo? ¿A un chavo? ¡¿A Manuel?!
-Sólo piénsalo –dijo Omar con su cara de indiferencia de siempre.
Esa noche no pude dormir, sólo podía recordar las palabras de Omar en mi mente ¿De verdad era buena idea decirle? ¿Eran más las posibilidades las de perder o las de ganar? ¿Qué era lo correcto?
Amaneció, me levanté, me bañé, saqué mi mejor ropa del closet y me vestí con ella, me peiné y me miré en el espejo. Parecía una persona distinta pero tenía que verme bien, ya que ese día, me le declararía a Manuel.
Llegué un poco tarde a la escuela, lo que hizo que no tuviera tiempo para hablar con Erika y Omar. Al entrar al salón, las miradas de todos se dirigieron hacia mi nuevo look. Casi podía sentir la de Jennifer clavándoseme como un puñal cuando Manuel me saludó con su gran sonrisa de siempre, me senté y me mantuve callado hasta la hora del almuerzo. Fui a la cafetería y me senté con Erika, Omar estaba tratando de entender física en la biblioteca.
-Por favor, detente –dije, en un intento por hacer que reaccionara, aunque no esperaba que lo hiciera, ya que ni siquiera yo me había detenido cuando debí hacerlo.
-Es un poco tarde para decirlo ¿no lo crees? –respondió sin dejar de apuntarme.
De hecho lo era, era demasiado tarde… cerré los ojos, sólo escuché el leve sonido del arma provocada por el silenciador cuando me disparó. Caí al suelo deslizándome por el tronco del árbol, quedé sentado en el piso, volví a abrir los ojos, sentía un fuerte dolor en mi abdomen, me toqué la herida con la mano derecha, la levanté y vi las yemas de mis dedos rojas a causa de la sangre, mi mano temblaba… la bajé y miré el parque boquiabierto. Quizá estaba agonizando pero me pareció ver mi silueta y la de Omar, también la de Erika y obviamente la de Manuel… entonces comencé a recordarlo todo y a preguntarme ¿Cómo es que acabó todo así? ¿Cómo llegué a esta situación? ¿Cómo era que algo tan lindo como lo que sentía por él me había llevado a estar aquí ahora? Tal vez debería analizarlo desde el principio, cuando todo parecía tan lindo, cuando todo estaba bien… o bueno, cuando no estaba tan mal…
Capítulo #1: “Balance”
Comenzó hace 1 año, hace apenas 1 año, que poco me parece ahora… mí mejor amigo de la infancia, Omar; su novia, Erika y yo empezábamos el segundo semestre de preparatoria. En ese entonces, mi única preocupación era terminar la prepa con un excelente kárdex y entrar a alguna facultad, aunque aun no decidía a cuál, me inclinaba por artes escénicas, por lo que recibía constantes burlas de Omar, pero no me importaba… me fascinaba la idea de ser actor y Erika estaba encantada con que su amigo gay fuese una gran estrella de la televisión, aunque mi imagen no ayudase en mucho… soy alto, delgado, cabello oscuro y un tanto largo, siempre lo traigo despeinado y se me hace un remolino, pero Erika dice que le parezco tierno, así que supongo que está bien… lo que me molesta mucho es mi piel, es blanca, lo cual hace que no pueda esconder mis reacciones, me ruborizo con facilidad y las personas se dan cuenta entonces que estoy apenado y además, mis facciones son, según Erika “como als de una princesa” o sea que no tengo un aspecto muy varonil que digamos. Siempre visto lo primero que encuentro, no es que me importe mucho o más bien, no era que me importara mucho. Lo digo en pasado porque fue lo único que cambió en mí cuando lo conocí, nunca había tratado de impresionar a alguien antes pero él lo valía…
Estábamos en la primera clase del segundo semestre y por desgracia, era una de las materias que más odio: Química. Esta materia era impartida por la señorita Nuñez, Madison Nuñez. Esta tipa parecía tener una especie de problema… un problema ehm, digamos… mental.
-Bueno, ahora veremos los… -en ese momento, la profe se quedó paralizada con la boca abierta, como si pensara en algo más. Pero eso no importa, lo que importa es lo que pasó en ese instante, el instante en el que la puerta se abrió… una ventisca de aire helado entró al salón, esto hizo volar algunas hojas que tenía en mi banco y me agaché para recogerlas, entonces escuché una voz increíblemente sensual, alcé la vista inmediatamente para ver de dónde provenía aquella voz y entonces me dí cuenta que no sólo el viento había entrado por la puerta, sino también ese apuesto chico, no, no… ese dios griego: su cabello era perfecto, color castaño claro, iba peinado de una manera moderna, una variación de la moja que le iba muy bien, su complexión era atlética, estaba seguro que practicaba algún deporte, su piel era clara, su voz era como la de un locutor de radio y su forma de vestir era tan moderna como su peinado, con un estilo único. Llevaba un chaleco color negro con una playera roja debajo, unos jeans, zapatos negros y una bufanda negra alrededor de su cuello que le cubría los labios.
La profesora reaccionó al oler el hermoso aroma que desprendía, esa fragancia tan dulce y recia a la vez.
-¿Estás en este grupo? –preguntó la maestra acomodándose los lentes.
-Sí, soy nuevo. Me transfirieron de otra escuela.
El joven le dio un papel a la profe, ella lo revisó y entonces volvió a mirarlo.
-¿Cómo te llamas? –preguntó de nuevo, curiosa.
Yo seguía mirándolos muy atento para escuchar la respuesta.
-Manuel Chávez –respondió él con su hermosa voz.
-Bueno, bienvenido, Manuel. Puedes sentarte en…
La profesora miró todo el salón y puso su mirada en mi fila.
-Detrás de Saúl hay un banco –dijo apuntando al banco que estaba… ¡Detrás de mí!
-“Detrás de Saúl” –repitió él mientras volteaba en dirección a mi.
Fue entonces cuando me di cuenta que todo ese tiempo había estado con una mano en el suelo y la otra sobre la paleta del banco, mirando boquiabierto al escritorio donde estaba la profe y “Manuel” quien ahora me miraba raro. Reaccioné, levanté mis papeles del suelo y los acomodé en mi paleta, mientras tanto, Manuel caminaba hacia el banco vacío detrás de mí, yo me sentaba en la segunda fila de derecha a izquierda, hasta adelante para poner atención. Entonces Manuel se paró justo a mi lado, se agachó lanzando una pequeña ventisca con su olor n ella que me dejó paralizado. Levantó algo del suelo, me miró.
-Se te cayó esto –dijo mientras me pasaba una hoja que me faltó recoger.
-Gra-gra-gra-gracias –tartamudeé. En la vida había tartamudeado, pero es que me había sentido tan intimidado al ver aquellos hermosos ojos color miel mirándome fijamente y tan de cerca… sonreí.
Me devolvió la sonrisa, lo cual me hizo ruborizarme como nunca. Huí rápidamente de sus ojos y miré la paleta de mi banco, él se levantó y se sentó detrás de mí.
Eché una mirada a todo el lado izquierdo del salón, me percaté que todas las chicas miraban atontadas al chico nuevo. Luego miré la única fila a mi lado derecho, donde la única mujer era Erika, a quien no presté atención por el momento. Detrás de ella vi a Francisco quien también miraba fascinado a Manuel. Después volví con Erika, quien me veía con una pícara sonrisa. ¿Por qué me miraba así? ¿Se había dado cuenta de mi comportamiento de antes? Bueno, si yo me hubiese visto me hubiera burlado de mi mismo. Volví a mirar al frente, aparentando poner atención a la estúpida, digo a la señorita Madison, aunque en realidad sólo quería matarla por haber sentado al chico nuevo detrás de mí. ¡Así no podía mirarlo a gusto! Voltear a cada rato sería demasiado raro, en cambio las demás… o debería decir, los demás (incluyendo a Francisco) pueden mirarlo sin ningún remordimiento. ¡Qué mierda!
Apoyé los codos en el banco y puse la cabeza sobre mis manos, pensé en toda la competencia que tenía, era la primera vez que un chico me llamaba tanto la atención, estaba sentado justo tras de mí, lo bueno de eso era que podía ser de los primeros en hablarle y hasta hacerme su amigo… pero no era el único al que le interesaba, la mayoría de las chicas del salón ya le habían echado el ojo y alguien como yo no podía competir contra la belleza de muchas de ellas.
Para la hora del almuerzo ya me había olvidado de la idea de acercarme a Manuel, estaba en una mesa de la cafetería comiendo junto con Omar y Erika, entonces lancé un suspiro.
-Lo acabas de conocer y ya estás suspirando –dijo Erika mientras abría la lata de su refresco.
-¿Eh? ¿Qué? ¿De qué hablas? –respondí atontado.
-No te hagas, vi perfectamente como mirabas al chavo nuevo ¿cómo se llamaba?
-Manuel –dije al instante.
-¿Ves? Hasta te aprendiste su nombre y todo. Ya dime la verdad –dijo mientras me tomaba de las manos- ¿Te gusta?
-Es guapo… pero hay demasiada competencia.
-¿Competencia? Pfff ¿Cuál competencia? ¿Todas las zorras del salón y el gay del closet transparente?
-¿Closet transparente?
-Sí, por más que se esconda no puede ocultarse.
-Pues sí, esa competencia.
-¿Viste su forma de vestir? –Insistió ella- Tan combinado y lindo. Quizá es gay…
-Basta, Erika. No le des falsas esperanzas –dijo Omar con su mirada de indiferencia en el rostro.
-Es una posibilidad, nadie puede decirnos que no sea verdad.
-Él puede –inquirió Omar.
-También podría mentir –replicó ella.
-¿Entonces como se supone que estaremos seguros?
-Nunca lo estaremos.
-¡Tú nunca lo estarías!
-¡No me levantes la voz!
-Ya, ya, basta. Se lo están tomando demasiado en serio. Apenas lo conozco, quizá y ni nos caigamos bien.
No tenía idea de lo equivocado que estaba… pasaron los días, me enteré por medio de Omar que Manuel estaba en el equipo de baloncesto de la prepa, Omar también estaba en él y debían entrenar juntos. Para mi suerte, Erika y yo solíamos ir a los entrenamientos y algunos juegos de Omar, ahora yo iba con muchas más ganas. Durante el tiempo que duraba el entrenamiento me la pasaba mirando los mágicos movimientos de Manuel, al terminar siempre nos saludaba y nos sonría, lo cual me hacía sonrojar y a Erika la mataba de risa. Mi relación con Manuel también había mejorado durante las clases, al estar sentados tan cerca, siempre nos saludábamos, nos pasábamos apuntes, nos burlábamos de los maestros, etc. Manuel había resultado ser un chico muy amable, siempre tenía su hermosa sonrisa en el rostro, además de ser sumamente inteligente y a mí… no dejaba de parecerme cada vez más perfecto. Sin siquiera planearlo, Manuel y yo nos habíamos hecho amigos y había conseguido arrastrarlo hasta el trío que formaba con Erika y Omar, ahora éramos cuatro.
A pesar de que me había convertido en un buen amigo de Manuel, aun seguía temblando, tartamudeando y sonrojándome cuando estaba con él, pero al parecer, Manuel lo veía como algo normal en mí y nunca decía nada al respecto. Todo iba de maravilla hasta que llegó ese día…
Estábamos a mitad de semestre, teníamos clase de Educación física con el profesor Emmanuel Lozoya, uno de los maestros más sensuales de la prepa, con una voz tan varonil como la de Manuel, igual de encantador… pero más viejo. Él era lo único que me gustaba de las clases, ya que por alguna razón, soy pésimo en los deportes. Todos estábamos en la cancha esperando instrucciones del maestro, los que estaban en algún equipo nos ayudaban a realizar el ejercicio, así que Manuel y Omar estaban siempre ahí para ayudarme, aunque últimamente Omar dejaba que Manuel fuese mi salvador.
El profe nos puso un ejercicio muy extraño, el cual no podía hacer por mi mismo, la cosa era hacer algo con una pelota pero no había entendido cómo hacerlo, Manuel notó mi inquietud y fue rápido a ayudarme.
-Tienes que hacerlo así –dijo mientras hacia el ejercicio lentamente -¿Ves? Es muy fácil.
Me sonrió, yo me puse rojo inmediatamente y de pronto, una pelota golpeó mi frente, lo que me hizo caer al suelo. Manuel me levantó rápido, me tomó de los hombros y acercó su cara a la mía.
-¡¿Estás bien?! –dijo mirándome directamente a los ojos.
Me hice para atrás rápidamente, mi corazón latía con una gran fuerza y me temblaba todo el cuerpo.
-Sí, e-e-estoy bien.
-¿Seguro? Estás temblando –dijo mirándome con preocupación.
-Te lo juro, estoy bien –respondí lanzando una risita boba. Me sentía como un completo imbécil, y en medio de tanta “imbecilidad” busqué de dónde había provenido el pelotazo, entonces vi a dos chicas burlándose de mí, aunque, al ver la preocupación de Manuel por mí, una de ellas s había puesto seria, se trataba de Jennifer, una de las chavas más lindas del salón… y de la prepa. Tenía un buen cuerpo, cabello castaño claro, facciones perfectas, piel blanca, ojos claros y un culo del tamaño de un… un… un… ¡pues de un culo enorme!
Jennifer se acercó corriendo y puso la cara de preocupación más falsa e hipócrita que he vito en mi vida.
-¡Saúl! ¡Perdóname, por favor! ¡Te juro que no fu mi intención!
-No te preocupes, estoy bien –dije usando mis cualidades de actor.
-Lo que pasa es que soy pésima con las pelotas.
-Te referirás sólo a estas pelotas –dijo Omar burlándose.
-¡Omar! Eres un imbécil, no sé cómo Erika puede ser tu novia.
De pronto, una pelota golpeó el estómago de Jennifer, esta se tiró al suelo tocándoselo, sin aire.
-¡Jenny! –dijo Manuel mientras la ayudaba a pararse.
Erika se acercó corriendo.
-¡Jenny! ¡Perdóname, por favor! Lo que pasa es que soy pésima con las pelotas –dijo Erika con una sonrisa burlona.
Jennifer nos miró con odio a los tres, estaba totalmente molesta. Al final se centró en mí hasta que llegó el profesor.
-¿Todo bien?
-Creo que necesito ir a la enfermería, profe –dijo Jennifer con su mano en el estómago.
-Sólo te sacaron el aire, estarás bien –respondió el apuesto profesor.
-Pe-pero…
-Ve a sentarte, estarás bien en un momento.
Poco me faltó para ir corriendo a besar al profe. Jennifer obedeció mientras que Omar y Erika se burlaban en voz baja, Manuel parecía no entender muy bien la situación y yo, a pesar de ser igual de despistado que él, entendía todo sin problema: Jennifer estaba celosa. Después de todo, ella también había conseguido hacerse amiga de Manuel y al igual que yo, estaba haciendo su lucha por estar cerca de él. Estos pensamientos me invadieron durante el almuerzo, Erika y Omar estaban conmigo y Manuel había ido a comer con Jennifer y Cecy, la otra tipa que se burlaba de mí en la clase de Ed. Física.
-Ella te odia –dijo Erika con su sonrisa pícara –y mucho.
-Lo sé, pero qué le vamos a hacer… a mi tampoco me simpatiza mucho que digamos.
-¿Vas a pelearte con una chica por un tipo? –preguntó Omar.
-Eso es tan romántico –dijo Erika como imaginándoselo.
-De ser necesario, lo haré.
-¿Tan importante es ese tipo para ti que estás dispuesto a hacerlo?
-Él lo vale –repliqué.
-Vaya, estás más enamorado de lo que pensé. Entonces te lo voy a decir, Saúl, enfrentarte a esa tipa va a causarte mucho más daño que algún beneficio. Jennifer es una puta, cabrona, culona capaz de cualquier cosa y es obvio que sabe lo que tú sientes por Manuel.
Las palabras de Omar me dejaron atónito, él tenía toda la razón, de no haberlo sabido antes, Jennifer no se hubiese puesto celosa y es que yo era tan obvio, cualquiera que pusiese atención de daría cuenta de mis sentimientos hacia Manuel.
-Ella hasta podría decirle a Manuel que te gusta.
-¡¿Qué?! ¡No! ¡No sería capaz! –exclamé muy asustado.
-Tiene razón, ella podría hacer eso…
-Pero si le dice, las cosas entre Manuel y yo… no serían las mismas, nunca más.
-Eso no lo sabemos –me dijo Erika sonriendo.
-Por eso, lo que yo creo es que deberías hablar tú con él.
-¿Yo con él? ¿Dices que yo debo…?
-Tienes que declarártele.
Hasta entones, esa opción nunca había pasado por mi mente, ¿declarármele? ¿Yo? ¿A un chavo? ¡¿A Manuel?!
-Sólo piénsalo –dijo Omar con su cara de indiferencia de siempre.
Esa noche no pude dormir, sólo podía recordar las palabras de Omar en mi mente ¿De verdad era buena idea decirle? ¿Eran más las posibilidades las de perder o las de ganar? ¿Qué era lo correcto?
Amaneció, me levanté, me bañé, saqué mi mejor ropa del closet y me vestí con ella, me peiné y me miré en el espejo. Parecía una persona distinta pero tenía que verme bien, ya que ese día, me le declararía a Manuel.
Llegué un poco tarde a la escuela, lo que hizo que no tuviera tiempo para hablar con Erika y Omar. Al entrar al salón, las miradas de todos se dirigieron hacia mi nuevo look. Casi podía sentir la de Jennifer clavándoseme como un puñal cuando Manuel me saludó con su gran sonrisa de siempre, me senté y me mantuve callado hasta la hora del almuerzo. Fui a la cafetería y me senté con Erika, Omar estaba tratando de entender física en la biblioteca.
Última edición por Machucarules el Sáb 18 Abr - 19:55, editado 1 vez
Re: El Deseo
-Suficiente, suéltalo –dijo Erika.
-¿Soltar qué?
-Sabes a lo que me refiero, la ropa, el peinado, la loción… ya suéltalo.
-Le voy a decir –dije mirándola directamente a sus hermosos ojos grises. Ella también me miraba, su largo cabello liso oscuro se caía con suavidad en sus hombros, tenía una figura esbelta y sus movimientos eran totalmente femeninos, así como su voz clara y dulce. Tenía piel aperlada, sus facciones también eran como la des una princesa, su cuerpo estaba totalmente desarrollado, en conclusión, era toda una belleza.
-Bien, te deseo suerte.
De pronto se levantó de su asiento, alzó su mano derecha y la agitó.
-¡Manuel! ¡Ven aquí un momento, por favor!
-¿Qué? ¿Qué haces? –dije totalmente nervioso.
-Dijiste que ibas a decirle.
-Sí, pero…
-Pero nada, mira, ya vine para acá.
Manuel se acercó a nuestra mesa.
-¿Qué pasó?
-Saúl quiere hablar contigo –dijo Erika entusiasmada.
-¿Ah si? ¿Pasó algo, Saúl? –preguntó él con cara de preocupación.
-Va-vamos afuera.
Me levanté y salí rápido de la cafetería, Manuel me siguió hasta una banca en el jardín de la preparatoria.
-¿Qué pasa? –volvió a preguntar inquietado.
-Es que yo…
Miré a Manuel una vez más antes de decírselo. Tenía su mismo peinado de siempre, llevaba una playera azul con unos jeans negros y tenis, era lo más corriente que había visto usar a Manuel y de todos modos se veía espectacular. Sus ojos estaban centrados en mí, parecía preocupado.
-Lo que pasa es que yo…
Miré mis pies, no podía verlo a los ojos mientras le confesara mi amor, un gran nerviosismo recorría mi cuerpo.
-Manuel, te amo… me gustaste desde la primera vez que te vi y conforme pasó el tiempo, me fui enamorando de ti cada vez más y más, si no quieres volver a dirigirme la palabra, lo entiendo y… y… y…
Entonces puso su mano en mi hombro, lo miré, él me sonreía, eso por primera vez en la vida, me tranquilizó.
-Saúl, yo también te quiero mucho…
Momento, yo no dije que lo quería mucho, yo le dije que lo amaba…
-Pero sólo te veo como un amigo y no puedo verte como algo más porque yo no… a mi no me…
-No eres gay –dije en seco.
-Así es. Yo soy hetero… pero no te preocupes, mi amistad contigo me importa más que cualquier prejuicio y no voy a separarme de ti por eso.
Mi corazón estaba tontamente destruido…
-¿Lo sospechabas? –fue lo único que atiné a preguntar.
-La verdad… se me hacía muy extraña la manera en la que te portabas conmigo al principio y sí lo llegué a pensar pero, cuando nos hicimos amigo, dejé de darle importancia y me fijé en ti como persona.
…pero aun así me sentía aliviado.
-Gracias –dije sonriendo.
-Gracias a ti –respondió devolviéndome la sonrisa.
-¿Por qué agradeces?
-Po lo mismo que tú…
El timbre sonó, volvimos al salón y las cosas siguieron igual por el resto de la mañana, al salir, nos despedimos como siempre. Les conté todo a mis amigos en el parque que estaba a unos metros de la preparatoria.
-¡Mierda! Estaba casi segura de que era gay
-¿Casi segura? Estabas totalmente convencida –replicó Omar.
-Eso ya no importa… ya se lo dije y ya me rechazó.
-Vamos, no te sientas mal, hay muchos gays en Gaylandia.
Los tres tiramos unas risitas, me estabilicé y volvimos a nuestras casas.
Durante la tarde, evité todo contacto con mi familia, ya que con sólo mirarme, cualquiera de ellos podría darse cuenta que algo había pasado y no estaba de humor para mentir… no era que no supieran sobre mis preferencias, pero simplemente, no lo entendían. Durante la noche me acosté sin esperanzas de poder dormir, pensé en lo sucedido en la mañana, en mis sentimientos no correspondidos y en lo patético que me sentía… lloré, lloré muchísimo y en silencio, hasta que me dormí. Comencé a soñar, o al menos eso creo, estaba en un cuarto enorme, iluminado por focos que colgaban de las paredes, en el suelo había montones de objetos tirados, muchos de ellos eran de oro y brillaban ante la luz de los focos, en medio de todos ellos había un pequeño caminito hecho con ladrillos que llevaba al otro extremo de la habitación, ahí, había una enorme balanza, mucho más grande que un faro, era dorada y tenía diamantes incrustados por toda su figura.
-Acércate –dijo una voz varonil que resonó en toda la habitación.
Miré hacia todos lados para tratar de encontrar la fuente de tan prominente voz pero no lo conseguí.
-No temas –dijo de nuevo la misteriosa voz.
Volví a mirar hacia todas partes, me pareció saber de donde venía la voz pero…
-Vamos, antes de que el sueño termine –repitió la voz.
Sí, sabía de donde provenía la voz, venía de aquella balanza. Al principio me resultó increíble, pero a fin de cuentas, eso era un sueño ¿o no? Decidí acercarme lentamente caminando sobre los ladrillos en el suelo. Me paré justo frente a aquella monstruosidad de objeto.
-De seguro te preguntas qué estás haciendo aquí…
-Pues sí, de hecho…
-La verdad yo tampoco tengo idea de cómo llegan las personas aquí pero ya que lograste entrar, te concederé un deseo.
-¿Un deseo? –Repetí en tono burlón- creí que ese era trabajo de los genios en lámparas maravillosas.
Un pedazo de papel en forma de rectángulo cayó desde el cielo lentamente en mi mano. Cuando me dí cuenta, en la otra tenía un lápiz.
-Puedo concederte el deseo que tú quieras, mientras esto sea algo posible en tu mundo.
-¿Algo posible en mi mundo?
-Sí, por ejemplo, no puedes pedirme que te dé poderes mágicos o algo así, la magia no es real en tu mundo.
-¿Alguna otra condición?
-Sí, lo que me pidas debe ser algo que desees de verdad, no como la paz mundial y esas estupideces, tiene que ser algo que tú de verdad deseas.
No me podía creer las palabras del ser que me hablaba, ese sin duda alguna, era el sueño más drogado que había tenido.
-También debo decirte que deberás darme algo a cambio, algo del mismo valor que lo que me pidas.
Esas palabras me recordaron a uno de mis mangas favoritos: xxxHolic. Pensé que todo eso había sido causado por leer tanto manga de las CLAMP.
-¿Debo anotarlo aquí? –pregunté señalando el trozo de papel en mi mano.
-Sí, en cuanto lo hagas, ponlo en mi plato izquierdo.
Vaya, tenía una gran oportunidad en mis manos, pedir un deseo, lo que yo quisiera, cualquier cosa mientras fuese posible... lo primero que se me vino a la mente fue Manuel, me había gustado pensar en cualquier otra cosa: dinero, fama, éxito… cualquier otras cosa habría sido mejor que lo que anoté en el papel.
No por ser un sueño iba a tomarlo tan a la ligera, de seguro la balanza trataría de engañarme, así que debía pensar bien en la forma en que formularia mi deseo. Si anotaba “Que Manuel me ame” no me aseguraría que seríamos pareja, sin embargo, si anotaba “Que Manuel y yo seamos pareja” no me aseguraría que él me amaría. Entonces anoté: “Que Manuel y yo tengamos una relación sentimental”. La palabra “relación” hablaba de la pareja, mientras que “sentimental” se refería a los sentimientos entre ambos.
Me acerqué al palto izquierdo y dejé caer el papel en él. El enorme plato bajó al suelo rápidamente haciendo un hoyo en el suelo y desequilibrando la balanza por completo. Yo me había hecho hacia atrás asustado, la balanza se burló.
-Tu deseo es algo muy pero muy difícil de cumplir, sobretodo porque esa persona no siente atracción por los de su mismo género.
Me desilusioné ¿Ni siquiera en sueños podía mi deseo hacerse real?
-Pero no es imposible –replicó la voz.
Mis ojos brillaron y mi boca se abrió un poco.
-Has sabido formular perfectamente tu deseo y lo cumpliré…
Una rosa cayó del cielo al suelo, tenía espinas y su botón estaba cerrado.
-Yo actúo bajo la ley natural de las cosas, por lo que la realización de tu deseo me llevará algo de tiempo, cuando esa rosa florezca, tu deseo habrá sido cumplido, no importa si nunca la riegas ni si la cuidas, la rosa florecerá cuando el deseo haya sido concedido, así que te sugiero que la conserves.
Me agaché y levanté la rosa del suelo.
-Y cuando la rosa se marchite, será cuando he tomado el precio por tu deseo.
-¿Qué me quitarás?
-No te lo puedo decir a menos que tú adivines, sólo te digo que es algo del mismo valor para ti que lo que me pediste, para que haya un balance. ¿Estás seguro que quieres que tu deseo se haga realidad?
-Sí –dije sin titubear. Aunque lo mejor hubiese sido pensarlo mejor.
-Bien, yo no me detendré en cumplir tu deseo aunque tú me digas que lo haga, pero como actúo bajo la ley natural, hay cosas que tú podrías hacer que me hicieran imposible realizar el deseo, entonces me detendré.
Aquella advertencia me intimidó un poco ¿Por qué iba a querer que se detuviera? ¡De ninguna manera podría arrepentirme! Eso pensaba entonces… De pronto, escuché la canción “Skater Boy” de Avril Lavigne y mi mano izquierda comenzó a temblar.
-¿Qué pasa? –pregunté mirando mi mano.
-Nos vemos –dijo la voz.
Desperté, mi celular vibraba en mi mano izquierda y la canción provenía de éste, era hora de levantarse, bostecé, entonces sentí una punzada en mi palma derecha, miré hacia ella y vi la rosa que me dio la balanza, ahora estaba ahí, en mi cama…
-¿Soltar qué?
-Sabes a lo que me refiero, la ropa, el peinado, la loción… ya suéltalo.
-Le voy a decir –dije mirándola directamente a sus hermosos ojos grises. Ella también me miraba, su largo cabello liso oscuro se caía con suavidad en sus hombros, tenía una figura esbelta y sus movimientos eran totalmente femeninos, así como su voz clara y dulce. Tenía piel aperlada, sus facciones también eran como la des una princesa, su cuerpo estaba totalmente desarrollado, en conclusión, era toda una belleza.
-Bien, te deseo suerte.
De pronto se levantó de su asiento, alzó su mano derecha y la agitó.
-¡Manuel! ¡Ven aquí un momento, por favor!
-¿Qué? ¿Qué haces? –dije totalmente nervioso.
-Dijiste que ibas a decirle.
-Sí, pero…
-Pero nada, mira, ya vine para acá.
Manuel se acercó a nuestra mesa.
-¿Qué pasó?
-Saúl quiere hablar contigo –dijo Erika entusiasmada.
-¿Ah si? ¿Pasó algo, Saúl? –preguntó él con cara de preocupación.
-Va-vamos afuera.
Me levanté y salí rápido de la cafetería, Manuel me siguió hasta una banca en el jardín de la preparatoria.
-¿Qué pasa? –volvió a preguntar inquietado.
-Es que yo…
Miré a Manuel una vez más antes de decírselo. Tenía su mismo peinado de siempre, llevaba una playera azul con unos jeans negros y tenis, era lo más corriente que había visto usar a Manuel y de todos modos se veía espectacular. Sus ojos estaban centrados en mí, parecía preocupado.
-Lo que pasa es que yo…
Miré mis pies, no podía verlo a los ojos mientras le confesara mi amor, un gran nerviosismo recorría mi cuerpo.
-Manuel, te amo… me gustaste desde la primera vez que te vi y conforme pasó el tiempo, me fui enamorando de ti cada vez más y más, si no quieres volver a dirigirme la palabra, lo entiendo y… y… y…
Entonces puso su mano en mi hombro, lo miré, él me sonreía, eso por primera vez en la vida, me tranquilizó.
-Saúl, yo también te quiero mucho…
Momento, yo no dije que lo quería mucho, yo le dije que lo amaba…
-Pero sólo te veo como un amigo y no puedo verte como algo más porque yo no… a mi no me…
-No eres gay –dije en seco.
-Así es. Yo soy hetero… pero no te preocupes, mi amistad contigo me importa más que cualquier prejuicio y no voy a separarme de ti por eso.
Mi corazón estaba tontamente destruido…
-¿Lo sospechabas? –fue lo único que atiné a preguntar.
-La verdad… se me hacía muy extraña la manera en la que te portabas conmigo al principio y sí lo llegué a pensar pero, cuando nos hicimos amigo, dejé de darle importancia y me fijé en ti como persona.
…pero aun así me sentía aliviado.
-Gracias –dije sonriendo.
-Gracias a ti –respondió devolviéndome la sonrisa.
-¿Por qué agradeces?
-Po lo mismo que tú…
El timbre sonó, volvimos al salón y las cosas siguieron igual por el resto de la mañana, al salir, nos despedimos como siempre. Les conté todo a mis amigos en el parque que estaba a unos metros de la preparatoria.
-¡Mierda! Estaba casi segura de que era gay
-¿Casi segura? Estabas totalmente convencida –replicó Omar.
-Eso ya no importa… ya se lo dije y ya me rechazó.
-Vamos, no te sientas mal, hay muchos gays en Gaylandia.
Los tres tiramos unas risitas, me estabilicé y volvimos a nuestras casas.
Durante la tarde, evité todo contacto con mi familia, ya que con sólo mirarme, cualquiera de ellos podría darse cuenta que algo había pasado y no estaba de humor para mentir… no era que no supieran sobre mis preferencias, pero simplemente, no lo entendían. Durante la noche me acosté sin esperanzas de poder dormir, pensé en lo sucedido en la mañana, en mis sentimientos no correspondidos y en lo patético que me sentía… lloré, lloré muchísimo y en silencio, hasta que me dormí. Comencé a soñar, o al menos eso creo, estaba en un cuarto enorme, iluminado por focos que colgaban de las paredes, en el suelo había montones de objetos tirados, muchos de ellos eran de oro y brillaban ante la luz de los focos, en medio de todos ellos había un pequeño caminito hecho con ladrillos que llevaba al otro extremo de la habitación, ahí, había una enorme balanza, mucho más grande que un faro, era dorada y tenía diamantes incrustados por toda su figura.
-Acércate –dijo una voz varonil que resonó en toda la habitación.
Miré hacia todos lados para tratar de encontrar la fuente de tan prominente voz pero no lo conseguí.
-No temas –dijo de nuevo la misteriosa voz.
Volví a mirar hacia todas partes, me pareció saber de donde venía la voz pero…
-Vamos, antes de que el sueño termine –repitió la voz.
Sí, sabía de donde provenía la voz, venía de aquella balanza. Al principio me resultó increíble, pero a fin de cuentas, eso era un sueño ¿o no? Decidí acercarme lentamente caminando sobre los ladrillos en el suelo. Me paré justo frente a aquella monstruosidad de objeto.
-De seguro te preguntas qué estás haciendo aquí…
-Pues sí, de hecho…
-La verdad yo tampoco tengo idea de cómo llegan las personas aquí pero ya que lograste entrar, te concederé un deseo.
-¿Un deseo? –Repetí en tono burlón- creí que ese era trabajo de los genios en lámparas maravillosas.
Un pedazo de papel en forma de rectángulo cayó desde el cielo lentamente en mi mano. Cuando me dí cuenta, en la otra tenía un lápiz.
-Puedo concederte el deseo que tú quieras, mientras esto sea algo posible en tu mundo.
-¿Algo posible en mi mundo?
-Sí, por ejemplo, no puedes pedirme que te dé poderes mágicos o algo así, la magia no es real en tu mundo.
-¿Alguna otra condición?
-Sí, lo que me pidas debe ser algo que desees de verdad, no como la paz mundial y esas estupideces, tiene que ser algo que tú de verdad deseas.
No me podía creer las palabras del ser que me hablaba, ese sin duda alguna, era el sueño más drogado que había tenido.
-También debo decirte que deberás darme algo a cambio, algo del mismo valor que lo que me pidas.
Esas palabras me recordaron a uno de mis mangas favoritos: xxxHolic. Pensé que todo eso había sido causado por leer tanto manga de las CLAMP.
-¿Debo anotarlo aquí? –pregunté señalando el trozo de papel en mi mano.
-Sí, en cuanto lo hagas, ponlo en mi plato izquierdo.
Vaya, tenía una gran oportunidad en mis manos, pedir un deseo, lo que yo quisiera, cualquier cosa mientras fuese posible... lo primero que se me vino a la mente fue Manuel, me había gustado pensar en cualquier otra cosa: dinero, fama, éxito… cualquier otras cosa habría sido mejor que lo que anoté en el papel.
No por ser un sueño iba a tomarlo tan a la ligera, de seguro la balanza trataría de engañarme, así que debía pensar bien en la forma en que formularia mi deseo. Si anotaba “Que Manuel me ame” no me aseguraría que seríamos pareja, sin embargo, si anotaba “Que Manuel y yo seamos pareja” no me aseguraría que él me amaría. Entonces anoté: “Que Manuel y yo tengamos una relación sentimental”. La palabra “relación” hablaba de la pareja, mientras que “sentimental” se refería a los sentimientos entre ambos.
Me acerqué al palto izquierdo y dejé caer el papel en él. El enorme plato bajó al suelo rápidamente haciendo un hoyo en el suelo y desequilibrando la balanza por completo. Yo me había hecho hacia atrás asustado, la balanza se burló.
-Tu deseo es algo muy pero muy difícil de cumplir, sobretodo porque esa persona no siente atracción por los de su mismo género.
Me desilusioné ¿Ni siquiera en sueños podía mi deseo hacerse real?
-Pero no es imposible –replicó la voz.
Mis ojos brillaron y mi boca se abrió un poco.
-Has sabido formular perfectamente tu deseo y lo cumpliré…
Una rosa cayó del cielo al suelo, tenía espinas y su botón estaba cerrado.
-Yo actúo bajo la ley natural de las cosas, por lo que la realización de tu deseo me llevará algo de tiempo, cuando esa rosa florezca, tu deseo habrá sido cumplido, no importa si nunca la riegas ni si la cuidas, la rosa florecerá cuando el deseo haya sido concedido, así que te sugiero que la conserves.
Me agaché y levanté la rosa del suelo.
-Y cuando la rosa se marchite, será cuando he tomado el precio por tu deseo.
-¿Qué me quitarás?
-No te lo puedo decir a menos que tú adivines, sólo te digo que es algo del mismo valor para ti que lo que me pediste, para que haya un balance. ¿Estás seguro que quieres que tu deseo se haga realidad?
-Sí –dije sin titubear. Aunque lo mejor hubiese sido pensarlo mejor.
-Bien, yo no me detendré en cumplir tu deseo aunque tú me digas que lo haga, pero como actúo bajo la ley natural, hay cosas que tú podrías hacer que me hicieran imposible realizar el deseo, entonces me detendré.
Aquella advertencia me intimidó un poco ¿Por qué iba a querer que se detuviera? ¡De ninguna manera podría arrepentirme! Eso pensaba entonces… De pronto, escuché la canción “Skater Boy” de Avril Lavigne y mi mano izquierda comenzó a temblar.
-¿Qué pasa? –pregunté mirando mi mano.
-Nos vemos –dijo la voz.
Desperté, mi celular vibraba en mi mano izquierda y la canción provenía de éste, era hora de levantarse, bostecé, entonces sentí una punzada en mi palma derecha, miré hacia ella y vi la rosa que me dio la balanza, ahora estaba ahí, en mi cama…
Re: El Deseo
Eres taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan gaaaaaaaaaaaaay
jajajajajajajajajjaa
me dio risa tanta gaydad
o.o me recuerda mucho a ...
jaja sii
amm y que gay
inventate algo no les robes ideas a las CLAMP
jajaja
pss estubo gay
no gay gay
sino gay XD
amm o algo asi
de todas formas eres gay
esto no tiene nada que ver con el "Estilo Machuca" XP
pero de todas formas esta gay... si gay ¬¬
jajaja
pss no me gusto asi asi pero no por que sea mala simplemente no me gusta jaj
aunque me dio risa algunas partes xD
y otras maaaaaas por lo gay que eres jajaja
sayo0naraaaaaaaaaaaaa
jajajajajajajajajjaa
me dio risa tanta gaydad
o.o me recuerda mucho a ...
jaja sii
amm y que gay
inventate algo no les robes ideas a las CLAMP
jajaja
pss estubo gay
no gay gay
sino gay XD
amm o algo asi
de todas formas eres gay
esto no tiene nada que ver con el "Estilo Machuca" XP
pero de todas formas esta gay... si gay ¬¬
jajaja
pss no me gusto asi asi pero no por que sea mala simplemente no me gusta jaj
aunque me dio risa algunas partes xD
y otras maaaaaas por lo gay que eres jajaja
sayo0naraaaaaaaaaaaaa
Re: El Deseo
No se las robé, ellas son mi ejemplo a seguir, sólo tomé una de sus ideas y la transformé, eso hacen los escritores contemporáneos¬¬ todos tienen estilos mezclados de escritores antiguos. No entendí tu comentario XD
Re: El Deseo
ayyyy esta mierdita
la seguire leyendo
esta mejor ke la historia
de crepusculo de jessi
eh y tu zorrusculo
no lo vas a escribir???
la seguire leyendo
esta mejor ke la historia
de crepusculo de jessi
eh y tu zorrusculo
no lo vas a escribir???
pako_tigres- Jounin
- Cantidad de envíos : 128
Edad : 32
Localización : en mi kasa
Fecha de inscripción : 11/09/2008
Re: El Deseo
creo q esta historia me va a dar un poco de asco si es que contiene escenas setzuales, no las tiene?
ah, ya se, lo leere, pero ahiiiii voooooooooooooy!!!!...
ah, ya se, lo leere, pero ahiiiii voooooooooooooy!!!!...
alejandro- Estudiante
- Cantidad de envíos : 16
Edad : 32
Localización : monterrey
Fecha de inscripción : 09/01/2009
Re: El Deseo
ya la lei y creo q ya se porq te va a matar al final, pero despues t preguntare
alejandro- Estudiante
- Cantidad de envíos : 16
Edad : 32
Localización : monterrey
Fecha de inscripción : 09/01/2009
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.